¿Dóciles o docilizados? Siempre los habrá contumaces


El ser humano no se parece al ser animal. Quiero decir, el llamado “racional” no coincide en demasiado con el llamado “irracional”. Y que nadie me lo discuta, que el ejemplo lo tengo bien claro dentro de mi casa.
Esta mañana, si no es por el radiodespertador, que me hizo dar un respingo con no sé qué noticias sobre el aumento de nuestras exportaciones de aceite de oliva, ¡viva somos el primer país exportador del mundo!, no hay dios que me hiciera levantarme. La hora de más, me cogió con ganas de más cama. No le ocurrió así a Moli, que ya estaba sentada de culo en medio de mi cuarto, esperando que le abriera la puerta para estirar sus patas por el patio comunal.
De Gumi no puedo decir lo mismo, porque él duerme en otra casa; pero sé de buena tinta que desde las 6:30 horas no paró de aullar, exigiendo su dosis de libertad campera.
Berto es de otra pasta, pero a buen seguro que también algo dijo al respective.
Ya digo, a los humanos nos dicen que cambiemos el reloj, y lo hacemos. Los “irracionales” tampoco dicen nada, pero ni caso; para ellos el reloj no existe, y miden el tiempo según dios les da a entender.
En otro orden de cosas, hoy teníamos fiesta grande porque inaugurábamos la catequesis parroquial. A ojo de buen cubero, y si no fuera domingo dentro de un puente cultural, hoy seríamos en misa tropecientos mil; nada de pensar en que cupiéramos. Calculábamos que sería media entrada. Empezamos siendo diez o doce; a los diez minutos ya no cabía un alfiler. Se me dijo sé breve, que va a haber mucho niño. Palabra que lo intenté, pero me salió una hora corrida, de reloj. Nadie respiró, incluso los bebés estuvieron pacíficos. Y no me atrevería a decir que también atentos. A la salida alguien decía que no creía que pudiera haber tanto gente joven en la iglesia.
Dado el cambio horario, mi siesta ha sido más esparramada que de costumbre. Y con la compañía de Berto que, en cuanto me tumbo se adosa a mi espinazo y empieza a roncar, cuando desperté casi era de noche. Ostras, ¿qué ha pasado, se ha apagado el sol? A las cinco de la tarde ya el día se acababa, o sea que con ganas de volver a la cama.
Me espabilo la muermera ojeando un ratejo por los blogs. Nada reseñable. En unos, mucho jijí, jajá; en otros, sapos y culebras; y en bastantes, silencio administrativo que hoy no es día lectivo. ¡Qué cosas! Unos editan para hacer grupo; otros, para hacer grupo también, pero a la inversa; y bastantes, para seguir solos o en silencio, que es más o menos como predicar en el desierto.
Cojo la mochila y los demás pertrechos y me dirijo a la piscina. Entro de noche, pues salgo de noche.
Caminando por la ciudad, en la calle San Ildefonso nos encajonan los municipales y pasamos lentamente: control de alcoholemia. ¿A esta hora? Pues sí, allí estaban midiendo el aliento a alguien. Nadie rechista, y circulamos mansa, dócilmente.
Subo a ver al Jefe, que me lo imaginaba subiéndose por las paredes con su encerramiento semanal forzado por su rodilla reparada. Me lo encuentro en pijama y pantuflas, jugando con el portátil a ver a su nieta en mil poses, y más tranquilo que el pupas en una playa de levante. ¿No has salido? Me molestó un poco la rodilla esta mañana y aunque me dijo el médico que ya podía apoyar, he pensado que es mejor esperar al lunes.
Una visita que esperaba fuera tipo consulta médica casi se convierte en alojamiento a pensión completa. Por fin salgo, y es noche cerrada. La calle presenta el aspecto normal de una noche de domingo. El lunes, con puente o sin él, es día de trabajo; hay que acostarse temprano.
 Moli, Berto y Gumi no son objetos computables en las listas ni del paro ni del curro, pero a esta hora ya están con pocas ganas de correr. Mañana, será otro día, y ellos al fin y a la postre son felices pensionistas; sin derecho a pensión por supuesto, pero con manutención a perpetuidad.
Ya digo, los humanos, con que haya fútbol, el resto lo aguantamos. Los irracionales, si no hay campo, no hay quien los soporte.

Adelantar el reloj ¡qué cosa más tonta!


Sabido es que esta noche los relojes deberán pasar de dar las 3 a dar las 2. O dicho de otra manera, deberemos pararlos durante una hora. Claro esto sólo en el caso de los aparatos mecánicos; los más modernos, salvo que les quitemos las pilas, no se paran ni aunque les arreen un martillazo.
Dicen que es para ahorrar energía. Que, además de escasa, es cara. Entraremos pues en el horario de invierno, en el cual en lugar de encender la luz por la mañana, lo haremos por la tarde; y ni eso, porque también es sabido por el personal que entre la tele, la conexión a internet, la lectura reposada, las charlas cubata de por medio y las ensoñaciones tras la cena, nos dan las tantas de la madrugada. Y no precisamente a media luz, sino a plena iluminación nocturna.
En mi calle hemos pedido al ayuntamiento que aminore la potencia de las farolas, porque es tanta que no nos deja ni dormir. Y total, leer el periódico por la noche, lo hacemos mejor dentro de casa que fuera.
Igualmente es conocido de todo el mundo que quienes están en la oposición opinan al contrario, y prometen que cuando estén en el gobierno derogarán esta costumbre; pero que, en cuanto llegan, cambian de opinión, y lo dejan tal cual. O sea, que nos da igual que nos da lo mismo.
Mismamente como con la crisis. Les pagamos a quienes nos la endilgaron con tomate, y ahora encima les vamos a entregar la vara de mando.
Total, para vivir lo mismo, que en este mundo perro nadie consigue alargar el número de días a su existencia, qué importancia tiene que paremos los relojes, que los adelantemos o que los dejemos encima de la mesilla. A la hora de salir pitando para el puente de los santos sólo miramos al frente, no sea que nos demos de morros con el que va delante. Y ni eso, que el gps nos tiene ensimismados, con las ganas que tenemos de llegar al albergue rural. ¡Ay que ver lo que mola volver al campo!
Pues qué bien, esta noche dormiré una hora más. Claro, eso si me dejan Moli, Berto y Gumi, que ellos no usan reloj. Para qué, si no tienen que coger el tren.
¡Feliz acueducto, gentecilla!
¿Pasando el rato o matando el tiempo…?

¡Qué poco me dio de sí la mañana!

 
Esta mañana tenía la rutina calculada: recoger y contar la colecta de la semana del Domund, hacer unas compras de alimentos ante el puente que se avecina y entregar la colecta en la Caja. Era un recorrido corto, no debía durar más de una hora. Habida cuenta de que tenía que traer varios paks de leche, decidí salir con el corsa.
Se complicó el recuento de monedas porque me faltaban envases de 0,20 y de 0,50 sin los cuales el cajero no me lo recibe. Tuve que hacer un apaño para que sumara el total a la medida de las normas.
La compra también se demoró porque estaba el parking hasta los topes. ¿A las 10:30 horas? Pues sí, me tuve que ir hasta el último rincón, en lo más alejado de las escaleras. Concluyo esta segunda parte del cometido antes de lo normal porque no había gente en el supermercado. Salgo a la calle y la encuentro vacía. Autobuses y algún que otro vehículo.
Me dirijo a la Caja España más cercana, en Parque Alameda. Circulo despacio, mirando bien en busca de algún hueco. Paseo Zorrilla adelante, imposible. Vinos de la Ribera de Duero, repleta. Vinos de Rueda, atestada. Llego a La Cañada y calculo que andando empleo más tiempo que si llego a casa y vuelvo en bici.
Termino donde empecé. Descargué la compra, inmovilicé el vehículo y cogí la bici. Decido ir a la Caja de los Sótanos, que me viene mejor camino del centro de la ciudad. El Camino Viejo está prácticamente desierto. El Paseo Zorrilla en la Rubia lo recorro en solitario. Dejo la colecta y me adentro en la ciudad. Circulo por el carril bus sin que nadie me adelante; salto semáforos secundarios y llego a la Plaza Mayor.
Tras recoger el reloj de pared en el taller de la calle Calixto Fernández de la Torre, la vuelta sí la hago con un tráfico más denso. Pero mucho menos de lo habitual a esa hora. Observo los laterales de las calles y no consigo descubrir ningún hueco de aparcamiento.
Llego a casa más tarde de lo que pensaba, exactamente a las 13:40 horas, simplemente porque no tuve dónde dejar tirado el coche. Para nada me ha servido vivir en las afueras. Todo estaba ocupado por vehículos aparcados.
Y ahora me pregunto: ¿Dónde estaban los automovilistas?
Si hoy salían de viaje seis millones de vehículos, casi puedo asegurar que se han quedado vacías seis millones de plazas de garaje. Los que aparcan en la calle, ésos no se han movido.

¡Samuel! ¡Samuel!


 

Llegó la familia entera, el matrimonio y dos niños. Preguntaron qué había que hacer para bautizar al pequeño. Eran nuevos en la zona y se habían acercado a una parroquia de una urbanización cercana, donde les dijeron que pertenecían a ésta. Y aquí estaban.
Como ya va siendo habitual ni me conocían ni les conocía. A su pregunta les respondí lo usual: hablar.
Sobre qué, preguntaron. Sobre vosotros, que venís a pedir el bautismo. Y charlamos. Se explicaron como pudieron. Cristianos desde siempre, primero en el pueblo y ahora en la ciudad. Trabajan los dos y tienen niña y niño. Cumplen como y cuando pueden. No quisieron ni escucharme cuando les propuse dejar el bautismo para cuando el niño llegue a pedirlo por sí mismo, contando con que ellos le ayudarían a tomar la decisión con el debido acompañamiento. Nuevamente pusieron cara de sorpresa. Insistí, les dije que en la catequesis parroquial hay varios niños sin bautizar, que están preparándose para pedirlo o no, según. Se plantaron y dijeron que nones, que ellos ahora quieren bautizar y punto.
Bueno, y ¿cómo se llama? Samuel, dijo ella. ¡Ay!, ¡Samuel, Samuel!, dije yo. Primero ella y luego él hicieron gestos de extrañeza, como no entendiendo. Al darme cuenta les pregunté si no sabían quién era Samuel. No respondieron más que con la cabeza, negando. Y se la conté. E insistí en el dato de que a pesar de haber llegado tan tempranamente al templo,  Samuel fue llamado por Dios cuando ya era mayorcito. ¿No podría ser también el caso de su hijo, y así le darían la oportunidad de decidir sobre sí mismo? Su no fue tan rotundo, que desistí definitivamente. Y pasamos a tomar los datos familiares y a hablar de los padrinos. Fijamos la fecha y acordamos la hora.
Antes de despedirnos, y como no me callo ni aunque me maten, les manifesté cuán raro me resultaba que nunca hubieran oído hablar de Samuel cuando estuvieron en Catequesis. Samuel es un profeta que sale tantas veces en los textos litúrgicos de los domingos que cómo no iba el cura del pueblo a decir siquiera alguna palabra sobre este profeta de Israel.
Pero ellos así se expresaron, y desde luego de Samuel sólo sabían que era el nombre que querían para su hijo.
Es posible que aquí pase tres cuartos de lo mismo, y venga a visitar este blog alguien que no sepa esa historia de la Biblia que en mis tiempos aprendíamos en primaria, en una asignatura que se llamaba Historia Sagrada.
En su provecho, la cuento.
El profeta Samuel unge a David

Samuel significa "Dios me ha escuchado" (Samu: me ha escuchado El: Dios).
 
En la S. Biblia la historia de Samuel es una de las más interesantes y hermosas. Está narrada en los libros que se titulan 1º y 2º de Samuel, en el Antiguo Testamento.

Era hijo de Elcana y Ana, dos israelitas muy creyentes. Ana tenía la enfermedad de la esterilidad que le impedía tener hijos y por eso la otra esposa de su marido la humillaba continuamente. Ana lloraba de continuo y ya no quería ni comer.

Y sucedió que un año cuando subieron a rezar en la Casa de oración de Israel en Silo, Ana se quedó mucho tiempo junto al altar rezando con mucha fe y gran fervor. Y el sacerdote Helí al verla mover tanto los labios le dijo: "Ud. debe estar borracha y así no debería venir acá". Ella le respondió: "No estoy borracha, lo que estoy es muy angustiada y he venido a implorar el favor de mi Dios". El sacerdote le dijo: "Vete en paz, que el Señor ha escuchado tu oración".

Entonces Ana le hizo a Dios este voto o promesa: "Si me concedes un hijo varón, te lo ofreceré para que se dedique a servirte a Ti en la Casa de oración". Y se volvió contenta a su casa lejana.

Y al año le dio Dios a Ana su primer hijo, al cual le puso por nombre Samuel, que significa "Dios me ha escuchado", porque ella decía "Dios ha escuchado la oración que yo le hice pidiéndole un hijo".

Cuando el niño ya fue grandecito, la mamá lo llevó a la Casa de oración en Silo y se lo ofreció a Dios para que se dedicara para siempre a servir junto al altar. Y llevó de regalo al templo un novillo de tres años, un bulto de harina y una vasija de vino y entonó un hermoso himno diciendo: "Mi corazón se regocija por el Señor, porque no hay santo como nuestro Dios, pues El a la mujer estéril le permite tener hijos. El Señor hunde en el abismo y levanta; da la pobreza y la riqueza; humilla y enaltece. El levanta del polvo al desvalido; alza de la basura al pobre. El guarda los pasos de sus amigos. El es un Dios que sabe; El es quien pesa todas las acciones".

El sacerdote del templo se llamaba Helí y tenía dos hijos muy atrevidos que cometían muchas fechorías y maldades y el papá no se atrevía a corregirlos. Los pecados de esos jóvenes disgustaban mucho a Dios y el se propuso enviarles un castigo.

El niño Samuel se quedaba cada noche a dormir en la Casa de oración para cuidarla. Y una noche oyó que lo llamaban diciendo: "¡Samuel! ¡Samuel!". El jovencito creyó que era Helí el que lo llamaba y corrió a donde el sacerdote y le dijo: "Aquí estoy señor. ¿Me ha llamado?". Helí le dijo: "No te he llamado. Vete a dormir en paz". Pero la voz de Dios volvió a llamar: - "¡Samuel!, ¡Samuel!". El jovencito corrió otra vez donde Helí para ver para qué lo necesitaba. Y así sucedió por tres veces. Entonces Helí se dio cuenta de que era Dios el que lo llamaba y le dijo: "Si te vuelve a llamar le dirás: Habla Señor que tu siervo escucha". Y así lo hizo Samuel cuando Dios lo volvió a llamar y entonces oyó que Dios decía: "Voy a castigar a Helí y a sus hijos con terrible mal, porque los hijos hicieron grandes males y el padre no los ha corregido".

Y sucedió entonces que los filisteos atacaron al pueblo de Israel. Y los hijos de Helí se fueron con todo el ejército a defender la patria. Y se llevaron el Arca de la Alianza (donde estaba el Maná y las tablas de la Ley con los 10 Mandamientos) y se dio una gran batalla y los filisteos derrotaron a los israelitas e hicieron una gran matanza y asesinaron a los dos hijos de Helí y se robaron el Arca de la Alianza. Cuando un mensajero llegó a contar a Helí que se habían robado el Arca y habían matado a sus dos hijos, el pobre anciano que estaba sentado en una silla, se fue de para atrás del susto y se desnucó.

El pueblo eligió entonces como sacerdote al joven Samuel y Dios empezó a traerle sus mensajes y a guiarlo en todo, porque Samuel era un santo. Los filisteos devolvieron el Arco y hubo paz.

El Pueblo pidió que se le diera una rey. Samuel consultó a Dios, y el Señor le dijo que el rey sería Saúl, el cual era el última de la última familia, de la más pequeña tribu de Israel. Samuel lo llamó y le echó aceite sagrado sobre su cabeza y lo proclamó rey anto todo el pueblo.

Y sucedió que Saúl empezó a desobedecer a lo que Dios ordenaba, y entonces el Señor le dijo a Samuel: "He retirado mi espíritu de Saúl y lo he pasado a David. Irás a Belén y ungirás a ese joven como rey".

Samuel se fue a Belén a buscar a David. Este era un pastor de ovejas y estaba en el campo cuidando los animales. Samuel lo hizo venir y echando aceite sagrado sobre su cabeza lo ungió, y desde entonces el espíritu de Dios vino a David y lo fue guiando en todas sus acciones.

Ya anciano, Samuel reunió a todo el pueblo y les dijo: "Durante 40 años los he guiado espiritualmente. Ahora les pido que si alguno tiene alguna queja contra mí la diga claramente. Y si a alguno le he quitado algo o le he hecho algún mal, que lo diga sin más". Y el pueblo entero le respondió: "Ningún mal nos has hecho y a nadie le has quitado nada, y nadie tiene la menor queja contra ti".

Y así terminó santamente su larga vida este hombre que desde muy pequeñito fue llevado por su madre a servir junto al altar a Dios y que cada día y cada hora, tuvo por único fin de su existencia agradar a Nuestro Señor.
Relato tomado de ewtn

Pero si esto fuera Catequesis, yo utilizaría esta otra manera, haciendo una pequeña introducción, tal vez cantando algo, e invitando a la concurrencia a permanecer atenta a la pantalla, porque es un poco largo. Preferentemente lo dividiría en partes, por lo menos dos, y aprovecharía después un rato para comentar lo visionado. Juntos posiblemente sacaríamos algunas conclusiones.

¡Anda! ¿Serán quistes de Baker?



Esto es que al Jefe le han operado una rodilla. Mucho se hizo de rogar, pero al fin… cedió. Y fue ayer. Le quitaron lo que estaba desprendido, le limpiaron por aquí y por allá, y, ya de paso, también suprimieron algunos tumorcillos.
Si fue una vaquilla, una vez que le maltrató; si fue la caza, tantas veces trasteando por arroyos, vaguadas y rastrojos; si fue algún mal paso dado en la gran ciudad, él que es tan de campo; si fue simple desperfecto de funcionamiento cuando ya se entra en la zona roja de averías (ya empezamos a ser menos jóvenes, qué vida esta); si fue… lo que fuera la causa del desaguisado. Tenía que pasar, sí o sí, por quirófano.
Lo hizo con todos los honores, bien acompañado antes, durante y después. Y, ¡cómo no!, él en primer lugar y con asiento en barrera. Lo vio todo.
Parece ser, según dicen los cronistas, que tras la salida a hombros del personal allí presente, en lugar de dos orejas, le ofrecieron unos “quistecillos”.
Enterado que me vi, indagué de qué cosa podría tratarse. Tan a mano está el internet, que buena gana de buscar por otra parte. Y ¡zás! Aquí están: un tal Baker da nombre a una cosa que “consiste en la acumulación de líquido en la  bursa  gastrocnemio-semimembranosa, que es una de las quince bursas que existen en la rodilla. Esta bursa se encuentra en la región posterior de la rodilla y se comunica con la articulación  mediante una especie de válvula de una sola vía. De manera que el término más adecuado debería ser bursitis y no quiste, pero la costumbre ha impuesto el segundo nombre”.
Ahora tiene un tiempo de demora. Ya se sabe: quietecito, muletas (de las de apoyar, no de las de manejar al bicho), rehabilitación suavecita, y entretenimientos varios pero reposados. Y al lado, y por supuesto, la Jefa, para que no se desmande y esté todo lo controlado que deba estar.
Desde aquí le acompañamos los que poblamos “Mi pequeño mundo”, y como esto es una pequeña república, auténtica democracia directa, nadie hablará por nadie, cada quien dirá lo que le plazca. Y les place, oye tú, te están hablando:

Guauuuu, también yo tengo mis cosillas, pero si yo aguanto, tú también. Guau.


Guau, guau, esta vez no he sido yo, palabra; fue el Gumi el que se perdió. ¡Menudo como se puso éste! Juró no volver a dejarlo suelto. Veremos lo que le dura… Guau.


Guau, pues a mí me ha salido una pupa en la pezuña y no me quejo; y también tengo una uña fastidiada, y me aguanto. Y como no me miro en el espejo, tampoco me veo el ojo y voy tan chulo tras los gatos. Guau.
El amanuense: "Volverán las oscuras golondrinas de tu balcón los nidos a colgar, pero aquellas… no volverán".
¡Animo, maestro! Vista, suerte y al toro.

Y de propina…

Ay, aquellos cantos religiosos…


Tal vez porque tras la siesta el día sigue nublado y cae un chirimiri empalagoso, me ha invadido la nostalgia y me ha llegado de repente una musiquilla dulce, con una letra, no cursi pero sí “antigua”, que me ha transportado a la niñez.

Angelicalmente a mis siete años, saliendo del banco con mis compañeros para formar dos filas en el pasillo central de la enorme capilla del colegio, me acercaba a comulgar entonando cantos con el acompañamiento al órgano del hermano Jorge.

Podía ser un domingo o un viernes primero de mes. Quizás fuera en alguna fiesta señalada, tal que el día 11 de febrero, la Virgen de Lourdes, patrona del colegio; o el 7 de abril, San Juan Bautista de la Salle, fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, los “baberos”… Aunque, recordándolo mejor, en esos días tan señalados el canto correspondía a la Escolanía, que ocupaba todo, absolutamente todo, con el hermano Julián a la batuta; los demás sólo escuchábamos y comulgábamos.

No, no nos hacían ir mucho a misa, al menos a los alumnos externos. Pero yo sí iba, todos los domingos y todos los primeros viernes de mes.

Los domingos, porque por la mañana había deporte de alto nivel. Y entonces éramos importantes en balonmano. Luego sería el baloncesto. Hasta la hora de comer teníamos diversión asegurada.

Los primeros viernes, porque en casa me inducían a ello, y me divertía ir al cole en ayunas con un bocadillo de tortilla francesa y una pieza de fruta, y salir de clase para ir a la capilla mientras “los que no” se quedaban allí en silencio y trabajando.

Ya había casi olvidado aquella piadosa práctica de mis años infantiles, y hete aquí que por correo acaban de recordármela. Una circular de la Delegación Diocesana de Pastoral, llegada esta misma mañana, insta a todas las parroquias a reinstaurar aquella devoción de antaño, con el añadido de la práctica de la confesión.

Mientras tomo nota y veo lo que proceda, he recordado una de aquellas canciones con las que, en fila, nos acercábamos a comulgar. Internet me dice que además de tener la música, también sabe quién fue su autor, precisamente el hermano León. ¡Qué cosas!




Oh, buen Jesús

Autor: Hno. León de Jesús

Letra:

  1. ¡Oh, buen Jesús!, yo creo firmemente
    que por mi bien estás en el altar,
    que das tu Cuerpo y Sangre juntamente
    al alma fiel en celestial manjar,
    al alma fiel en celestial manjar.

  2. Indigno soy, confieso avergonzado,
    de recibir la Santa Comunión.
    Jesús, que ves mi nada y mi pecado,
    prepara Tú mi pobre corazón,
    prepara Tú mi pobre corazón.

  3. Pequé, Señor, ingrato te he ofendido.
    Infiel te fui, confieso mi maldad.
    Me pesa ya, perdón, Señor, te pido;
    eres mi Dios, apelo a tu bondad;
    eres mi Dios, apelo a tu bondad.

  4. Espero en Ti, piadoso Jesús mío,
    oigo tu voz que dice: "Ven a Mí".
    Porque eres fiel, por eso en Ti confío,
    todo, Señor, yo espérolo de Ti;
    todo, Señor, yo espérolo de Ti.

  5. ¡Oh, Buen Pastor, amable y fino amante!
    Mi corazón se abrasa en santo ardor.
    Si te olvidé, hoy juro que, constante,
    he de vivir tan sólo de tu Amor;
    he de vivir tan sólo de tu Amor.

  6. Dulce maná y celestial comida,
    gozo y salud de quien te come bien.
    Ven sin tardar, mi Dios, mi Luz, mi Vida.
    Desciende a mí, hasta mi pecho ven;
    desciende a mí, hasta mi pecho ven.

Nota: La devoción de los "Los Nueve Primeros Viernes dedicados al Sagrado Corazón de Jesús" consiste en asistir a misa, confesar y comulgar. En mi infancia para comulgar debía guardarse ayuno riguroso desde el día anterior, o sea desde las 0:00 horas. Sólo se podía tomar un poco de agua, en caso de necesidad.

La Paz siempre es motivo de alegría

 

LA PAZ SIEMPRE ES MOTIVO DE ALEGRIA

La Coordinadora Estatal de Comunidades Cristianas Populares  (CCP) reunidas en Madrid dos días después del anuncio de ETA del “cese definitivo de su actividad armada”, conscientes de la transcendencia del hecho por el que llevábamos clamando tanta gente, tanto tiempo, queremos manifestar:

  1. Nuestra alegría por lo que consideramos sin duda alguna, una Buena Nueva. Cuando empieza a clarear, siempre es preferible esperar la salida del sol y tirar de él, que taparlo con nubarrones.
  2. Nuestro más sincero recuerdo a las víctimas, unido inseparablemente al deseo de la reconciliación.
  3. Nuestro reconocimiento a quienes han trabajado durante todo este tiempo por la Paz, por el diálogo y por la búsqueda de acuerdos, por todas las veces que fueron vilipendiados.
  4. Nuestra convicción de que aunque esto no sea la Paz, sí es su paso previo, a partir del cual todos tendremos que seguir construyéndola, muy especialmente el pueblo Vasco.
  5. Nuestra evocación, en este difícil proceso, a los valores estrictamente evangélicos como el Amor a la Paz, al Prójimo e incluso al enemigo porque hoy sigue siendo verdad ese versículo de Isaías que clama “Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz”.
  6. Y que siga saliendo el sol.

Madrid, 22 – X - 2011


 

[Acabo de recibirlo por correo electrónico. También yo me adhiero a este comunicado y manifiesto mi alegría.
Sé que la Paz es asunto pendiente, y que buscarla y pregonarla no es sólo cuestión de palabras. “Si os dicen está aquí o está allí, no lo creáis” (Cf. Mateo 24, 23). Soluciones como la de Libia miedo me meten en el cuerpo. Asesinar es caminar en la dirección contraria. El único camino que lleva a la Paz es el de la Justicia. No hay Justicia sin Perdón. Y las armas y la violencia y la guerra no entienden de cosas justas, sino de fuerza ciega y, la mayoría de la veces, inhumana.
No obstante, a partir del día 1 de noviembre, Festividad de Tod@s l@s Sant@s, retiraré mi cartel protesta de este blog, porque mis visitas no necesitan que se les recuerde lo que también están deseando alcanzar.]

Excusatio non petita, accusatio manifesta

 

Las personas que visitan este blog asiduamente habrán notado algo extraño durante la tarde/noche de hoy. Aparecieron veintisiete entradas en tan corto espacio de tiempo que parecían encadenadas; un rato más tarde no era fácil localizarlas dentro del blog.
Voy a intentar explicarme.
“Fui invitado a tomar parte de un blog comunitario. En el grupo inicial ya se conocían entre sí de tiempo atrás, y llevaban juntos el blog desde hace aproximadamente un año.
Quiso el destino que entrara para saludar a emejota, y me llegó de improviso una invitación para incorporarme. Digo yo que a modo de “bloguero invitado”. Y digo así porque cuando las cosas se torcieron –y a fe mía que aún ignoro cómo pudo ocurrir tal cosa– me vi sin más en la calle. Es decir, la puerta estaba cerrada y yo sin poder acceder a mis escritos.
Pero también la suerte ha querido que exista una cosa que se llama Reader, de Google, que memoriza todo cuanto pilla. Y así he pillado mis trabajillos.
No son gran cosa, pero son míos. Así que voy a recuperarlos y ponerlos aquí, sólo para que nadie me los birle. Aparecen con el rótulo en las etiquetas de “Sopa”.
He dicho.”
Este texto lo añadí a la primera entrada que copié. A continuación copi/pegué las veintiséis restantes. Aparecieron pues como publicadas aquí en la tarde del día 24 de octubre.
Tras la cena, pensé que de esa manera estaba recargando el poco tiempo de que disponemos los que estudiamos/trabajamos/blogueamos y además hacemos labores domésticas, y al mismo tiempo dando una impresión del blog que ni es la suya ni la que a mí me gusta. Y decidí volver a editarlas como “borrador” con su fecha original, contando que la primera fue realizada el 4 de septiembre. Hete aquí que cuando abrí el ordenador encontré que ya había comentarios. No podía ocultarlos. Y entonces las volví a publicar con sus fechas propias.
Es posible, pues, que a primera vista alguien que dejara un comentario, ahora no atine a encontrarlo. Habida cuenta de que estas entradas tienen poca chica, el asunto no es grave. Pero los comentarios se conservan, y con un poco de paciencia se encuentran.
Ya está dicho, accusatio manifesta. Perdóneseme, pues, el atrevimiento.

¿Alguien ha perdido esta sopa? ¡La tengo yo!

¿Alguien ha perdido esta sopa? ¡La tengo yo!




Cubiertas de polvo de caminos lejanos,
así llegaron ellas, fatigadas, polvorientas.
Se acomodaron lo justo para ser correctas,
pero, las palabras  estaban molestas, tal vez,
por su forma, por su fondo, por su simulación.

Alguna atrevida ,mostró su disgusto
levantó la voz,  un tono, lo justo.

Yo prefiero el viento que abre la vela,
que me lleve lejos, con o sin marea,
no me siento eco de cosas tan ciertas.

 Son… eso, palabras que viajan y asertan
historias de amor, vidas y leyendas.

Viajan con nosotros. Si las escuchamos reviven
sonríen, otras veces lloran; son palabras
vivas, también extenuadas, de horas dormidas,
de horas marcadas.
Escritas con sangre, gravadas muy lentas,
palabras latentes, conscientes, prudentes… ¿Cómo expresarlo?


 aloe.


[Míguel anda liado trabajándose lo de mañana. Y hadejado el cacharro abierto y lo he estado olisqueando. Como si fuera un conejo,entró una cosa, y luego desapareció. Y luego llegaron más cosas que tambiéndesaparecieron.
Y me dije: ¡Guau! ¡Un conejo no es! Y me picó lacuriosidad.
Yo no entiendo la poesía, y a Míguel le nacieron sin venapoética, pero sé que a escondidas lee cosas que le gustan, y por la cara quepone yo diría que siente envidieja.
Así que me dije, que ya voy aprendiendo algo a pesarde ser el pequeñín: mira, cójelo y vuelve a ponerlo. Si te riñen, dices que túno sabías nada, que lo viste caído en el suelo y lo colocaste sobre la mesa. Enfin, a ver si cuela. ¡Guau! Y en último término, como eres el pequeñín, y a tíno te obliga lo de copirai, porque como el rey de España tú tampoco eresimputable, pues no va a pasar nada.
Así que lo hago y me vuelvo a hacer el dormido, antesde que Míquel me pille y me atice una colleja.]

Sólo fuimos a por un bombín


Nada de visita turística, ni a ver las Edades del hombre, ni siquiera a quedar con la familia. Simplemente nos hacía falta cambiar el bombín de una cerradura. Ya se sabe que en esta tierra mía en los pueblos ya queda bien poco: las fuerzas “vivas” vienen de la gran ciudad, cumplen y se marchan. Salvo el pan y poco más, todo, absolutamente todo hay que ir a buscarlo a la cabecera de la comarca. Y nuestra cabecera es, tachán……
Pero ¡cómo acercarse a la Ciudad de los Almirantes de Castilla y no dar un paseo largo y pausado por sus calles y echar un vistazo a algunos de sus monumentos! Ir y pasar sólo por la ferretería sería un pecado de “lesa majestad”. No nos estaba permitido.
De modo y manera que con el bombín en el bolsillo, el pan de trigo candeal bajo el brazo, comiéndonos un pastel de “marina” y tras pasear bajo los soportales, recogimos estas pocas muestras de esta villa que lo fue todo o casi todo, y que como dice el dicho… todavía tiene, porque «quien tuvo, retuvo».


















DEL ESCULTOR RIOSECANO ÁNGEL MARTÍN
«Empiezas siendo un trozo de hierro, quizás furtivo, que poco a poco te van moldeando, formándote, creándote, casi pariéndote en un candente momento, fraguado como la vida misma a golpe del instinto y sabiduría de tu creador, sigilosa presencia.
Golpe voraz de fuego que golpea sus rostros hasta ir formando sus semblantes tapados. Sus ojos agujereados sin poder ver, ciegos, pero sabiendo lo que ocurre a su alrededor, en su ciudad llena de cultura, historia y vida. Y ahí están ellos para contarla. ¡¡¡ Preguntarles !!!, hablan, tienen vida, la vida que su forjador les enseñó. Arribasteis de la nada y ahora sois un bloque, pero formado, con vida propia, aunque vuestra figura es muda, callada. Grillete perdido de la sociedad fría y deshumanizada.
Por la noches caminan a la deriva, por ese Museo de los Pasos, piezas de incalculable valor, de recuerdos sin almas, pero almas abiertas las 24 horas, inertes, que en su día volverán a salir por esas calles de Medina de Rioseco, detrás, al lado, junto a…… esta pareja de metal, creados para ser compañeros en la vida y mas allá de la vida».
[f5,6 (Mario)]

  Resumiendo:

  1. Soportales de la Rúa (calle de Lázaro Alonso)
  2. Iglesia de Santa María. Torre
  3. Iglesia de Santa María. Fachada
  4. Paso del Descendimiento
  5. Paso de La Lanzada
  6. Cristo atado a la columna
  7. Coro de Santa María
  8. Coro de Santa María
  9. Retablo de Santa María
10. Artesanía popular
11. Iglesia de Santiago. Torre
12. Iglesia de Santiago. Fachada
13. Iglesia de Santiago. Portada principal
14. Iglesia de Santiago
15. Calle típica, con ruinas
16. Iglesia de Santa Cruz. Museo de la Semana Santa
17. Monumento al cofrade

«Todo es suyo; mío, sólo la firma en la última página»

 
 Tarde empecé a escuchar a Leonard Cohen. Tanto que casi me avergüenzo. Durante demasiado tiempo le conté en esa izquierda divina de los intelectuales que sólo se dirigen a los cultos y exquisitos, siempre alejados del pueblo.
Tuvo la culpa mi vecina, que me hizo pararme y mirar, escuchar y degustar, repetir e insistir, saborear, sentir… disfrutar y sufrir.
A partir de entonces Leonard Cohen entró en el olimpo de mis dioses, todos de barro, con sudor en los sobacos, tan humanos como yo, pero todos ellos adorables a pesar de sus excentricidades, equivocaciones y pecados.
No hice nunca alarde de ellos, pertenecían a mi más profunda intimidad, y en lo recoleto de mi habitación los escuchaba con emoción, el corazón agradecido y los ojos húmedos de nostalgia.
Tal vez en Cohen admire su elegancia reverente, su distancia calculada,  su poesía inalcanzable y la destreza con que ese sombrero le cubre sin ocultarle.
No podrá ser jamás amigo mío; ¿seríamos capaces de entendernos? Sin embargo, me reconforta escucharlo, sin entenderle tantas veces… Decididamente siempre le tendré conmigo.
 
Es un honor estar aquí esta noche, aunque quizá, como el gran maestro Riccardo Muti, no estoy acostumbrado a estar ante un público sin una orquesta detrás. Haré lo que pueda como solista. Anoche no logré dormir, pasé la noche en vela pensando en qué podía decir hoy aquí. Después de comerme todas las chocolatinas y cacahuetes del minibar garabateé unas pocas palabras pero dudo que haga falta referirse a ellas. Obviamente, estoy muy emocionado por el reconocimiento de la fundación. Pero he venido esta noche a expresar otro tipo de gratitud que espero poder contar en tres o cuatro minutos.
Cuando estaba haciendo el equipaje en Los Ángeles me sentía inquieto porque siempre he tenido cierta ambigüedad sobre la poesía. Viene de un lugar que nadie controla, que nadie conquista. Es decir, si supiera de dónde vienen las canciones las haría con más frecuencia. Es difícil aceptar un premio por una actividad que en realidad no controlo. Haciendo el equipaje para venir, cogí mi guitarra Conde, hecha en España hace 40 años más o menos. La saqué de la caja y parecía hecha de helio, muy ligera. Me la puse en la cara y la olí, está muy bien diseñada, la fragancia de la madera viva. Sabemos que la madera nunca acaba de morir y por eso olía el cedro, tan fresco, como si fuera el primer día, cuando compré la guitarra hace 40 años. Y una voz parecía decirme: "Eres un hombre viejo y no has dado las gracias, no has devuelto tu gratitud a quien la merece: el suelo, la tierra, al pueblo que te ha dado tanto. Porque igual que un hombre no es un DNI, una calificación de deuda tampoco es un país. Ustedes saben de mi fuerte asociación con Federico García Lorca y puedo decir que mientras era joven y adolescente no encontré una voz y solo cuando leí a Lorca, en una traducción, encontré una voz que me dio permiso para descubrir mi propia voz, para ubicar mi yo, un yo que aún no está terminado.
Al hacerme mayor supe que las instrucciones venían con esa voz. ¿Y qué instrucciones eran esas? Nunca lamentar. Y si queremos expresar la derrota que nos ataca a todos tiene que ser en los confines estrictos de la dignidad y de la belleza. Así que ya tenía una voz, pero no tenía el instrumento para expresarla. No tenía una canción. Y ahora voy a contarles brevemente la historia de cómo conseguí mi canción.
Yo era un guitarrista indiferente. Solo me sabía unos cuantos acordes. Me sentaba con mis amigos, bebía y cantaba, pero nunca me vi como un músico o un cantante. Un día, a principios de los años sesenta, estaba de visita en casa de mi madre. Su casa estaba cerca de un parque con una pista de tenis donde íbamos a ver jugar al baloncesto. Era un lugar que conocía de mi infancia. Me paseé por allí y encontré a un joven tocando una guitarra flamenca. Me encantó, estaba rodeado de algunas chicas y me senté a escucharlo, me cautivaba, yo quería tocar así, aunque sabía que nunca lo lograría.
Me acerqué a él y nos entendimos medio en francés medio en inglés y pactamos unas clases en casa de mi madre. Era un joven español. Al día siguiente se presentó. Me dijo: "Déjame escucharte tocar algo". Lo hice y declaró que no tenía ni idea. Él cogió la guitarra, la afinó, me la devolvió y dijo: "No suena mal. Ahora tócala de nuevo". No cambió mucho. La cogió otra vez y me dijo: "Te voy a enseñar unos acordes". Tocó una secuencia rápida de acordes y luego me explicó dónde tenía que poner los dedos y me dijo otra vez: "Ahora toca". Pero fue un desastre.
Al día siguiente, empezamos de nuevo con esos seis acordes. Muchas canciones flamencas se basan en ellos. Al tercer día la cosa mejoró. Aprendí los seis acordes. Al día siguiente el guitarrista no volvió por casa. Dejó de venir. Como yo tenía el número de la pensión donde se alojaba fui a buscarlo para ver que le había pasado. Allí me contaron que aquel español se había suicidado, que se había quitado la vida. Yo no sabía nada de él, de qué parte de España era, por qué estaba en Montreal, por qué estaba en la pista de tenis, por qué se había quitado la vida.
Sentí una enorme tristeza. Nunca antes había contado esto en público. Esos seis acordes, esa pauta de sonido, ha sido la base de todas mis canciones y de toda mi música y quizá ahora puedan comenzar a entender la magnitud del agradecimiento que tengo a este país. Todo lo que han encontrado favorable en mi obra viene de esta historia que les acabo de contar. Toda mi obra está inspirada por esta tierra. Así que gracias por celebrarla porque es suya, solo me han permitido poner mi firma al final de la última página.
Discurso pronunciado por Leonard Cohen en la entrega de los premios Príncipe de Asturias.

 
También yo usé guitarra, unos poquitos acordes, casi nada de inspiración y muy pobres maneras, aunque muchas ganas de expresarme con las letras y las melodías ajenas. Cada quien usa lo que tiene para hacer hasta lo imposible por expresarse y que le entiendan los demás. Leonard Cohen lo ha hecho con suficiencia manifiesta. Es un maestro. Ahora descubro que además es humilde.