¡Samuel! ¡Samuel!


 

Llegó la familia entera, el matrimonio y dos niños. Preguntaron qué había que hacer para bautizar al pequeño. Eran nuevos en la zona y se habían acercado a una parroquia de una urbanización cercana, donde les dijeron que pertenecían a ésta. Y aquí estaban.
Como ya va siendo habitual ni me conocían ni les conocía. A su pregunta les respondí lo usual: hablar.
Sobre qué, preguntaron. Sobre vosotros, que venís a pedir el bautismo. Y charlamos. Se explicaron como pudieron. Cristianos desde siempre, primero en el pueblo y ahora en la ciudad. Trabajan los dos y tienen niña y niño. Cumplen como y cuando pueden. No quisieron ni escucharme cuando les propuse dejar el bautismo para cuando el niño llegue a pedirlo por sí mismo, contando con que ellos le ayudarían a tomar la decisión con el debido acompañamiento. Nuevamente pusieron cara de sorpresa. Insistí, les dije que en la catequesis parroquial hay varios niños sin bautizar, que están preparándose para pedirlo o no, según. Se plantaron y dijeron que nones, que ellos ahora quieren bautizar y punto.
Bueno, y ¿cómo se llama? Samuel, dijo ella. ¡Ay!, ¡Samuel, Samuel!, dije yo. Primero ella y luego él hicieron gestos de extrañeza, como no entendiendo. Al darme cuenta les pregunté si no sabían quién era Samuel. No respondieron más que con la cabeza, negando. Y se la conté. E insistí en el dato de que a pesar de haber llegado tan tempranamente al templo,  Samuel fue llamado por Dios cuando ya era mayorcito. ¿No podría ser también el caso de su hijo, y así le darían la oportunidad de decidir sobre sí mismo? Su no fue tan rotundo, que desistí definitivamente. Y pasamos a tomar los datos familiares y a hablar de los padrinos. Fijamos la fecha y acordamos la hora.
Antes de despedirnos, y como no me callo ni aunque me maten, les manifesté cuán raro me resultaba que nunca hubieran oído hablar de Samuel cuando estuvieron en Catequesis. Samuel es un profeta que sale tantas veces en los textos litúrgicos de los domingos que cómo no iba el cura del pueblo a decir siquiera alguna palabra sobre este profeta de Israel.
Pero ellos así se expresaron, y desde luego de Samuel sólo sabían que era el nombre que querían para su hijo.
Es posible que aquí pase tres cuartos de lo mismo, y venga a visitar este blog alguien que no sepa esa historia de la Biblia que en mis tiempos aprendíamos en primaria, en una asignatura que se llamaba Historia Sagrada.
En su provecho, la cuento.
El profeta Samuel unge a David

Samuel significa "Dios me ha escuchado" (Samu: me ha escuchado El: Dios).
 
En la S. Biblia la historia de Samuel es una de las más interesantes y hermosas. Está narrada en los libros que se titulan 1º y 2º de Samuel, en el Antiguo Testamento.

Era hijo de Elcana y Ana, dos israelitas muy creyentes. Ana tenía la enfermedad de la esterilidad que le impedía tener hijos y por eso la otra esposa de su marido la humillaba continuamente. Ana lloraba de continuo y ya no quería ni comer.

Y sucedió que un año cuando subieron a rezar en la Casa de oración de Israel en Silo, Ana se quedó mucho tiempo junto al altar rezando con mucha fe y gran fervor. Y el sacerdote Helí al verla mover tanto los labios le dijo: "Ud. debe estar borracha y así no debería venir acá". Ella le respondió: "No estoy borracha, lo que estoy es muy angustiada y he venido a implorar el favor de mi Dios". El sacerdote le dijo: "Vete en paz, que el Señor ha escuchado tu oración".

Entonces Ana le hizo a Dios este voto o promesa: "Si me concedes un hijo varón, te lo ofreceré para que se dedique a servirte a Ti en la Casa de oración". Y se volvió contenta a su casa lejana.

Y al año le dio Dios a Ana su primer hijo, al cual le puso por nombre Samuel, que significa "Dios me ha escuchado", porque ella decía "Dios ha escuchado la oración que yo le hice pidiéndole un hijo".

Cuando el niño ya fue grandecito, la mamá lo llevó a la Casa de oración en Silo y se lo ofreció a Dios para que se dedicara para siempre a servir junto al altar. Y llevó de regalo al templo un novillo de tres años, un bulto de harina y una vasija de vino y entonó un hermoso himno diciendo: "Mi corazón se regocija por el Señor, porque no hay santo como nuestro Dios, pues El a la mujer estéril le permite tener hijos. El Señor hunde en el abismo y levanta; da la pobreza y la riqueza; humilla y enaltece. El levanta del polvo al desvalido; alza de la basura al pobre. El guarda los pasos de sus amigos. El es un Dios que sabe; El es quien pesa todas las acciones".

El sacerdote del templo se llamaba Helí y tenía dos hijos muy atrevidos que cometían muchas fechorías y maldades y el papá no se atrevía a corregirlos. Los pecados de esos jóvenes disgustaban mucho a Dios y el se propuso enviarles un castigo.

El niño Samuel se quedaba cada noche a dormir en la Casa de oración para cuidarla. Y una noche oyó que lo llamaban diciendo: "¡Samuel! ¡Samuel!". El jovencito creyó que era Helí el que lo llamaba y corrió a donde el sacerdote y le dijo: "Aquí estoy señor. ¿Me ha llamado?". Helí le dijo: "No te he llamado. Vete a dormir en paz". Pero la voz de Dios volvió a llamar: - "¡Samuel!, ¡Samuel!". El jovencito corrió otra vez donde Helí para ver para qué lo necesitaba. Y así sucedió por tres veces. Entonces Helí se dio cuenta de que era Dios el que lo llamaba y le dijo: "Si te vuelve a llamar le dirás: Habla Señor que tu siervo escucha". Y así lo hizo Samuel cuando Dios lo volvió a llamar y entonces oyó que Dios decía: "Voy a castigar a Helí y a sus hijos con terrible mal, porque los hijos hicieron grandes males y el padre no los ha corregido".

Y sucedió entonces que los filisteos atacaron al pueblo de Israel. Y los hijos de Helí se fueron con todo el ejército a defender la patria. Y se llevaron el Arca de la Alianza (donde estaba el Maná y las tablas de la Ley con los 10 Mandamientos) y se dio una gran batalla y los filisteos derrotaron a los israelitas e hicieron una gran matanza y asesinaron a los dos hijos de Helí y se robaron el Arca de la Alianza. Cuando un mensajero llegó a contar a Helí que se habían robado el Arca y habían matado a sus dos hijos, el pobre anciano que estaba sentado en una silla, se fue de para atrás del susto y se desnucó.

El pueblo eligió entonces como sacerdote al joven Samuel y Dios empezó a traerle sus mensajes y a guiarlo en todo, porque Samuel era un santo. Los filisteos devolvieron el Arco y hubo paz.

El Pueblo pidió que se le diera una rey. Samuel consultó a Dios, y el Señor le dijo que el rey sería Saúl, el cual era el última de la última familia, de la más pequeña tribu de Israel. Samuel lo llamó y le echó aceite sagrado sobre su cabeza y lo proclamó rey anto todo el pueblo.

Y sucedió que Saúl empezó a desobedecer a lo que Dios ordenaba, y entonces el Señor le dijo a Samuel: "He retirado mi espíritu de Saúl y lo he pasado a David. Irás a Belén y ungirás a ese joven como rey".

Samuel se fue a Belén a buscar a David. Este era un pastor de ovejas y estaba en el campo cuidando los animales. Samuel lo hizo venir y echando aceite sagrado sobre su cabeza lo ungió, y desde entonces el espíritu de Dios vino a David y lo fue guiando en todas sus acciones.

Ya anciano, Samuel reunió a todo el pueblo y les dijo: "Durante 40 años los he guiado espiritualmente. Ahora les pido que si alguno tiene alguna queja contra mí la diga claramente. Y si a alguno le he quitado algo o le he hecho algún mal, que lo diga sin más". Y el pueblo entero le respondió: "Ningún mal nos has hecho y a nadie le has quitado nada, y nadie tiene la menor queja contra ti".

Y así terminó santamente su larga vida este hombre que desde muy pequeñito fue llevado por su madre a servir junto al altar a Dios y que cada día y cada hora, tuvo por único fin de su existencia agradar a Nuestro Señor.
Relato tomado de ewtn

Pero si esto fuera Catequesis, yo utilizaría esta otra manera, haciendo una pequeña introducción, tal vez cantando algo, e invitando a la concurrencia a permanecer atenta a la pantalla, porque es un poco largo. Preferentemente lo dividiría en partes, por lo menos dos, y aprovecharía después un rato para comentar lo visionado. Juntos posiblemente sacaríamos algunas conclusiones.

2 comentarios:

  1. Yo estudié historia sagrada en el bachillerato. Siempre me llamó la atención cómo dios interviene en la esterilidad de algunas mujeres para que surjan luego individuos que serán importantes en la historia del pueblo de Israel, como es el caso de Samuel e Isaac.

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  2. Pues parece que esa materia, como otros saberes no menos interesantes, ya no están en el curriculum escolar.

    No sólo es llamativo lo que apuntas, parece además intencionado. Todo personaje importante de la historia bíblica nace, si no "virginalmente" sí por acción directa de Dios, que hace "fértil" lo estéril o "rejuvenece" lo anciano.

    En otro orden de cosas, Samuel es el profeta "republicano" de la Escritura. A través de él se inicia el reinado en Israel, pero lo hace a regañadientes para atender a la petición del pueblo. Antes el gobierno había correspondido a personajes manifiestamente preparados: Moisés, Josué, los Jueces… Elegidos como idóneos para las circunstancias concretas que tuvieron que vivir. Tal parece que la monarquía no es del agrado de Yahvé; de la lista de reyes incapaces, sólo destacan David y Salomón; e incluso estos dos tuvieron serios fallos, que la Biblia no duda en señalarlos.

    Me permito transcribir aquí este texto llamativo del libro 1 de Samuel (8 4-22): «Se reunieron, pues, todos los ancianos de Israel y se fueron donde Samuel a Ramá, y le dijeron: “Mira, tú te has hecho viejo y tus hijos no siguen tu camino. Pues bien, haznos un rey para que nos juzgue, como todas las naciones.” Disgustó a Samuel que dijeran: “Danos un rey para que nos juzgue” e invocó a Yahvéh. Pero Yahvéh dijo a Samuel: “Haz caso a todo lo que el pueblo te dice. Porque no te han rechazado a ti, me han rechazado a mí, para que no reine sobre ellos. Todo lo que ellos me han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, abandonándome y sirviendo a otros dioses, te han hecho también a ti. Escucha, sin embargo, su petición. Pero les advertirás claramente y les enseñarás el fuero del rey que va a reinar sobre ellos.”
    Samuel repitió todas estas palabras de Yahvéh al pueblo que le pedía un rey, diciendo: “He aquí el fuero del rey que va a reinar sobre vosotros. Tomará vuestros hijos y los destinará a sus carros y a sus caballos y tendrán que correr delante de su carro. Los empleará como jefes de mil y jefes de cincuenta; les hará labrar sus campos, segar su cosecha, fabricar sus armas de guerra y los arreos de sus carros. Tomará vuestras hijas para perfumistas, cocineras y panaderas. Tomará vuestros campos, vuestras viñas y vuestros mejores olivares y se los dará a sus servidores. Tomará el diezmo de vuestros cultivos y vuestras viñas para dárselo a sus eunucos y a sus servidores. Tomará vuestros criados y criadas, y vuestros mejores bueyes y asnos y les hará trabajar para él. Sacará el diezmo de vuestros rebaños y vosotros mismos seréis sus esclavos. Ese día os lamentaréis a causa del rey que os habéis elegido pero entonces Yahvéh no os responderá.” El pueblo no quiso escuchar a Samuel y dijo: ¡No! Tendremos un rey y nosotros seremos también como los demás pueblos: nuestro rey nos juzgará, irá al frente de nosotros y combatirá nuestros combates.” Oyó Samuel todas las palabras del pueblo y las repitió a los oídos de Yahvéh. Pero Yahvéh dijo a Samuel: “Hazles caso y dales un rey.” Samuel dijo entonces a todos los hombres de Israel: “Volved cada uno a vuestra ciudad.”»

    Me pregunto si no será Samuel un antecedente de Platón, para quien la forma perfecta del gobierno era la aristocracia: el gobierno de los filósofos…

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