La verdad es la verdad




La cita completa es “la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero”. Y forma parte de este texto algo más amplio:
La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.
Agamenón: —Conforme.
El porquero: —No me convence.
«A partir del apólogo con el que Antonio Machado inicia su Juan de Mairena (publicado en 1936), este texto pretende suscitar algunas reflexiones sobre la construcción política, social y pedagógica de «la verdad» y de «la realidad» (Agamenón y su porquero. Notas sobre la verdad del poder y el poder de la verdad. Jorge Larrosa, Universitat de Barcelona. Departament de Teoria i Història de l’Educacio. Trabajo leído como conferencia en el V Seminario Internacional de Reestructuración Curricular organizado por la Secretaría Municipal de Educación de la ciudad de Porto Alegre, Brasil, en julio de 1998).
La frase la he leído muchas veces en los foros de Internet, siempre con la pretensión, eso creo al menos, de robustecer y hacer indiscutible la afirmación que la persona citadora estaba emitiendo.
Esto no tendría mayor importancia si no fuera por las circunstancias que acompañan al suceso. Y el suceso es plural.
Así, por ejemplo, en cierta ocasión un interviniente en un diálogo quiso darse por ofendido al leer porquero. Pensaba, el pobre, que le estaban insultando.
Otro ejemplo. En un diario de tirada nacional, un periodista deportivo, hablando de fútbol, tergiversó la frase tal que así: “La verdad es la verdad, la diga Agamenon o su portero”. Inmediatamente se le echaron encima, y le adornaron con epítetos de inculto y tal.
Último ejemplo. Y este es de mayor hondura. En ABC, periódico culto donde los haya, alguien, periodista o columnista, tras la frase aludió a Platón, en su diálogo Banquete. Aquí no hubo réplica, y se admitió sin más, tal vez porque tan erudita referencia era incontrastable.
El caso es que me ha dado por perder algo de tiempo mientras el partido Madrid-Barça que no he seguido ni por tele ni por radio, y tratar de entender el porqué de ese error. Y he dado con el quid de asunto.
Parece ser que alguien colgó en Internet el libro VII del diálogo República de Platón, (versión procedente de la edición publicada por el Instituto de Estudios Políticos en Madrid 1969, vol. III, pp. 1-48), que incluye en su final un largo Glosario. El autor o “colgador”, pone el siguiente texto explicativo: «LA JUSTICIA EN SÍ.- Se refiere a la Idea de la Justicia. Todo lo que es en sí es Idea, es lo que es, esencia. Por eso, la visión de la Justicia no abre ninguna posibilidad a su interpretación, sino tan sólo a su aceptación en cuanto tal. La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero».
Esta última frase, rotunda, sería pescada al vuelo, y en la creencia de que era el propio Platón quien la emitía, ya no importó si en el Banquete o en la República. ¡Qué más daba!
Debería haber investigado un poco más el citador de ABC, y habría dado con un foro en donde se responde que Platón dijo muchas cosas, pero de porqueros no trató.
A no ser que haya consultado Wikipedia, pero entonces también se hizo un lío. El pobre dio con Sapir-Whorf y su Hipótesis, que trata del relativismo lingüístico. De este señor es la frase “Cuando se trata de la forma lingüística, Platón camina junto con el porquero macedónico; Confucio, con los salvajes cazadores de cabezas de Assam”, en Language: An Introduction to the Study of Speech. (1921: capítulo X)

La paz, Gandhi, y el 4º aniversario de un manifiesto


¡Mamá, tengo hambre! Jesús González Justo, † 17/1/2013 (Oleo sobre tabla y collage de papel de aluminio, 70 x 50 cm)
 

La paz es el camino… y no hay atajos.
¿Sabemos lo que es la paz? ¿Alguna vez se ha dado? ¿Dónde?
Como la felicidad, como la libertad, la paz es aquello que no tenemos pero decimos ansiar tener. Si tuviera sentido la frase “ha estallado la paz” igualmente cabría decir “ha muerto la guerra”. Pero ésta sigue estando viva y coleante, y bien nos ocupamos de que no decaiga.
Si Gandhi tuvo voluntad, ¿por qué nosotros no la tenemos?
No son los hambrientos quienes violentan; los pobres sólo mueren. Ellos son los violentados. Y nosotros quienes les decimos ¡dejadnos en paz!
No, no hay paz en el universo; no la hay en este planeta; no es pacífica la humanidad. Algo no funciona, o lo hace malamente.
Seguiremos soñando… ¿Sólo eso? ¿Eso es todo lo que haremos?
En recuerdo de la muchedumbre blogguera que hace cuatro años nos unimos en un alarde de ingenuidad, buenos sentimientos y estusiasmo a raudales.



MANIFIESTO POR LA SOLIDARIDAD

QUIENES SOMOS:

Los que suscribimos este manifiesto somos ciudadanos en el pleno uso de nuestros derechos civiles, y titulares de la soberanía popular, de la cual emanan los poderes del Estado.

Los firmantes nos dirigimos a todos los ciudadanos del mundo, conocedores de la situación de pobreza, hambre y enfermedad en la que se encuentra gran parte de la población humana en un momento histórico, como el actual, en el que se disponen de los suficientes medios políticos, económicos y científicos que pudieran solucionar estos problemas.

Este manifiesto tiene vocación de universalidad, y va dirigido a toda la humanidad, a cada ser humano que habita el planeta, para que tome conciencia de la terrible situación a la que se enfrentan millones de personas y de alguna manera actúe en consecuencia para terminar con esta insostenible situación. Por ello la versión original en español será traducida a diversas lenguas, pues nuestro propósito consiste en hacer oír la voz de la opinión pública en los lugares en las que se toman las decisiones políticas y económicas del mundo.

A QUIÉN NOS DIRIGIMOS:

Nos dirigimos a la clase política gobernante de nuestros países; así como a los más altos mandatarios de las Organizaciones Internacionales, tales como la Organización de las Naciones Unidas, y a los Presidentes y Gobiernos de los países más poderosos económicamente de la Tierra.


LES MANIFESTAMOS:

1.- Que este texto tiene su origen en la constatación de la extrema situación de necesidad y de hambre que sufre una gran parte de la población de la Tierra y en el desigual e injusto reparto de bienes que existe actualmente en el mundo. Entendemos que la ecuanimidad y la armonía en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana, por lo cual es inadmisible que una gran parte de la población mundial tenga que enfrentarse a una realidad tan precaria, a tal grado de injusticia y desigualdad, a tanta hambre, pobreza y desnutrición.

2.- Que consideramos que dicha situación es intrínsecamente perversa y no admisible ni moral ni éticamente, dado que todos los seres humanos nacen libres e iguales. Igualmente, tenemos presente que todos los ciudadanos del mundo tienen esos derechos desde el mismo instante de su nacimiento y no como una promesa futura cuya conquista dependa de la realidad política, social o económica de sus países.

3.- Que defendemos que es completamente injusto, inmoral y un crimen humanitario punible ante los tribunales internacionales y la Historia que, en pleno Siglo XXI, existan seres humanos que pasen hambre en el mundo, y que mueran por ello. Que es un agravante de ese crimen que, existiendo las leyes internacionales suficientes, así como los medios técnicos, económicos y científicos para corregir dicha situación, los que ejercen el poder en el mundo no lleven a cabo las acciones necesarias para solucionar lo que generaciones futuras calificarán de verdadero genocidio en el que serán culpables todos aquellos que, teniendo los medios para solucionar el problema, no los hayan empleado.

4.- Que consideramos que esta injusta situación es contraria al Derecho Natural, a los Derechos Humanos y a las normas de la más elemental ética, y entendemos que ha llegado el momento de que la voz de la opinión pública exija de sus gobernantes el final de tal estado de cosas.

5.- Que el presente manifiesto no es un manifiesto utópico; y que tampoco es un manifiesto político, ni se pretende con el mismo la instauración de un nuevo orden político o socio-económico mundial, ni ningún menoscabo del tejido empresarial, sanitario y social del mundo desarrollado, sino la más elemental justicia con los desfavorecidos.

POR TODO ELLO, EXIGIMOS A NUESTROS GOBERNANTES:

1.- La adopción de medidas inmediatas y urgentes para paliar tal situación de hambre, enfermedad y desnutrición en el tercer mundo. Consideramos que tales medidas no constituyen una utopía, sino que son perfectamente viables y posibles.

2.- Mantener el compromiso de cumplir los Objetivos del Milenio que, establecidos por Naciones Unidas en el año 2000, definen los principios a los que ha de ajustarse la actuación de los países y del sistema económico internacional para superar, con el horizonte fijado en 2015, las injusticias que aquejan a la humanidad.

3.- La realización de acciones solidarias sistemáticas con los países más desfavorecidos y que se establezca un orden lógico y humano de prioridades en la política económica, con proyectos inteligentes que creen riqueza y puestos de trabajo en los países afectados, facilitando un desarrollo sostenible y un progreso que les ayude a la consolidación de una red sanitaria, económica y social estable que haga posible el retorno a una situación de partida igualitaria.

4.- Que se tomen las medidas necesarias para que los países ricos destinen una parte de sus presupuestos a la creación de riqueza, de empresas y de fuentes de trabajo en los países afectados; así como la adopción de un acuerdo internacional, que debería subscribirse en la ONU de obligado cumplimiento para los países desarrollados.

5.- La implantación de un código ético que regule la estrategia de las empresas multinacionales, así como la eliminación de los paraísos fiscales y la aplicación de la tasa Tobin, ú otra similar, a las transacciones comerciales internacionales, que permita crear un fondo de solidaridad gestionado por Naciones Unidas.

6.- No aceptaremos simples declaraciones de principios que no se traduzcan en políticas concretas. En definitiva, APELAMOS al sentido de la generosidad y humanidad de todos, y fundamentalmente de la clase política internacional económicamente poderosa.

Desde la tierra que espera y cree firmemente en la Solidaridad que construya un mundo mejor y más justo, a 30 de enero de 2009"


Algo paleto sí que soy


No me prodigo en recibir invitaciones. Salvo las consabidas llamadas telefónicas proponiéndome que cambie de operadora y me beneficie de pingües y numerosas ventajas, o incitándome a contratar el gas o la electricidad con la empresa tal que ofrece servicios a domicilio y seguros a todo riesgo, no me llegan sino avisos de reuniones, conferencias, cursos y retiros, de parte interesada, es decir, desde lo diocesano, que es lo propio y conveniente para una persona de mi condición y circunstancia.
Bueno, también, y a veces, voy a bodas, primeras comuniones y bautizos. Pero muy de tarde en tarde. Por eso me ha sorprendido la invitación que he recibido por correo ordinario en la mañana de ayer.
El conferenciante es conocido. El lugar, también. El patrocinador, no; lo siento. Así que trato de indagar un poco en Internet, y sólo me salen avisos de la prensa. Parece ser que ese Foro de Opinión «Nuevo Siglo» salió a la luz en el año 2011, según un diario local. Tiene como presidente a Jesús Manuel Rebolleda, y ha invitado a conferenciar, entre otras personas, a Javier Zaragoza Aguado, fiscal jefe de la Audiencia Nacional; a Carmen Iglesias, académica de número de la Real Academia Española de la Lengua, de la Real Academia de la Historia y consejera de Estado; a la investigadora Margarita Salas; a la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril; a Ángel de Juanes, presidente de la Audiencia Nacional; al magistrado del Tribunal Constitucional Rafael González Arribas; a Matías Rodríguez Inciarte, vicepresidente del Banco Santander; al rector de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA), Ángel Galindo; y un etcétera largo… Ahora es el cardenal emérito Carlos Amigo, de esta tierra y sobradamente conocido.
Intrigado llamo al teléfono indicado y me contestan desde el hotel Meliá. Al parecer allí sólo alquilan salones y ofrecen la cena, del resto no saben nada.
Puesto que, salvo en el caso de las dos últimas personas de la lista que he citado, los asuntos a tratar no tienen relación directa conmigo, concluyo que han dado con un listado de nombres de clérigos, público indicado para un conferenciante como el cardenal Amigo, y me ha tocado… porque sonó la flauta.
No me hago problema. Y dado que supongo, porque no me atreví a preguntarlo, que charla y cena incluyen coloquio y pago de los gastos, en un lugar tan peripuesto no veo qué traje poner sobre mi cuerpo para no desentonar. Si no voy, nadie me echará en falta; y si voy, daré la nota.
Lo dicho, no hay problema. Cenaré en bata y leeré sobre las enfermedades de nuestra viva sociedad en la prensa de la mañana.

“La decisión es suprema e inapelable”


Esta es una frase concluyente: ¡Se acabó! ¡No hay más que hablar! Y está siendo muy utilizada por una o ambas partes de una relación de pareja que ha llegado a su fin y para la que no hay, o no se quiere encontrar, o se ha decidido no buscar más razones y motivos de permanencia. Es tajante y excluye cualquier opción.
En la jerga jurisprudencial se da cuando apelando y apelando, recurriendo y recurriendo, se llega al final de trayecto y ya está: es lo definitivo. Y… est lex, sed dura lex.
Si la expresión suena demasiado rotunda en una charla informal, no por ello se convierte en creíble; sabemos de sobra lo que es volverse atrás, cambiar de opinión y pensarse algo mejor las cosas. ¡Cuántas veces habré gritado, más que dicho, esas u otras palabras semejantes! Y aquí sigo, y en estas estamos los otros y las otras  y yo.
Cuando estas palabras, y no otras, aparecen en un documento oficial, cuyo origen está en una muy alta instancia vaticana, y además está expresada en latín, la lengua muerta en la que viene vehiculado lo más hondo, lo más severo, lo más firme y lo más inalterable que en este mundo puede decirse, ah entonces, la cosa es diferente. No es broma. Hay que tomárselo totalmente en serio.
Roy Bourgeois es conocido mundialmente, aunque en mi pequeño territorio, dígase mundo o aldea, no suena ni poco ni nada. He podido comprobarlo esta misma tarde.
Roy Bourgeois es sacerdote, pacifista y setentón, miembro de Equipo Sur - School of the Americas Watch (SOAW), y candidato al Nobel en 2008. Suficientemente datada su existencia en Wikipedia, a mí sólo me corresponde hacer su cita. Y ya está hecha.
Que se lo estaba buscando, estaba más que cantado. Si no se lo cargaban los unos, por ser “una mosca cojonera” para el orden imperial, se los cargarían los otros, por erosionar el buen orden y la sana doctrina.
Lo confieso: me habría parecido menos brutal un disparo en la sien a manos de un sicario contratado en los bajos fondos de cualquier ciudad por agentes camuflados de la tía o de la abuela, que ese documento con el que, además de excomulgarlo, expulsarlo de su congregación de Mariknoll y reducirlo al estado laical, se lo comunican tres meses después de que un alto tribunal secreto firmara la sentencia y la rubricara como “suprema e inapelable”.
¡Ostras, tú! ¡Estos tíos saben lo que hacen!
Para más información, en castellano, http://www.soawlatina.org/encuentro/parti_soaw.html

Estoy de estreno con Cortés



Me han regalado el último de José Luis Cortés. Y ¡qué mejor día para noticiarlo que hoy, domingo, mientras la luna alcanza su plenitud! Falta para ello exactamente cuatro horas.
Aprovecho la oportunidad para agradecérselo a la persona que me ha obsequiado con tamaño regalo y de paso apunto por donde pudieran ir los tiros en la homilía de la mañana.

Final de subvenciones

 
No creo que esperaran ver ni por asomo lo que en realidad se encontraron. Se trataba de una visita de inspección para comprobar si los dineros que se pedían iban a ser destinados al objetivo señalado y empleados adecuadamente. Pero lejos de inspeccionar, aquello fue un continuo rosario de exclamaciones y sorpresas. ¡Anda, una silla como la que usaba mi abuelita para hacer calceta! ¡Pues mira allá, aquella mesa camilla tiene ya sus años! ¡Hombre, un pupitre de los de agujero para el tintero y canalillo para la pluma! Este armario, ¿no estaba en el viejo hospital provincial? Esa cocina, ¿de dónde la habéis traído?
Todo cuanto veían les recordaba que fueron niños y que en la escuela o en su casa anduvieron con lo justo, y fueron felices.
Armarios roperos convertidos en estantes para libros; alfombras de comedor bueno transformadas en piso cálido; apliques de tubos fluorescentes de la escuela del ayer modificados para alumbrar unos gallineros que habían pasado a ser salas de estudio; sillería de cine años 40 trasladada del centro hasta la periferia para cumplir su función de siempre, servir de asiento; libros viejos colocados por tamaño y temática con estética vanguardista; ventanas y puertas en desigual batalla por encajar en un orden imposible… Y hasta un mostrador de mercería que nunca abrió al público venido a ser barra para cafelitos con gotas de anís o de coñac para los abuelos del hogar.
Aquella cochambre ya estaba en uso, y, aunque hacía aguas en el sentido más literal de la palabra, tenía la pretensión de encarar el tiempo venidero con ayudas o sin ellas, siquiera por unos pocos años o para toda la vida. Pero calladamente, esperábamos que todo cambiara y pudiéramos tener algo bueno y bonito, como estaba ocurriendo en otros barrios. Que ya se sabía de sobra que a tal asociación le habían pagado un edificio nuevecito, y tal otra había estrenado una batería de ordenadores de última generación para llevar la contabilidad y la gestión de sus actividades, y la de más allá con sueldos y gratificaciones había dado trabajo a media juventud de aquella zona… En fin, que era el comienzo del boom de las ongs, y había tiros para situarse y cobrar sus buenas subvenciones.
Quiso la suerte, o la buena voluntad, o lo que fuere, que empezamos a probar eso de disfrutar de los dineros públicos. En principio fueron unas migajas, apenas una limosna. Era 1982 y se conoce que con lo del mundial de fútbol la ciudad tenía otros intereses que cubrir y las cámaras de lo internacional no iban a mirar hacia este rincón pequeño y apartado.
Pero una vez ya puestos, continuó la secuencia en años posteriores y, no siendo mucho el dinero, sí fue suficiente para hacer obras, adecentar el lugar y realizar cuanto estaba en nuestra mano y en nuestro saber.
Fueron veinte años. Y las cuentas siempre estuvieron claras. Y nos convertimos, al parecer, en “la niña bonita”: coqueta y pequeña, donde mirarse y ufanarse.
Cuando llegó el momento de decir ¡hasta aquí! no se lo creían. No les cabía en la cabeza que dejáramos de pedir y de recibir.

* * * * *


Parroquia de Ntra. Sra. de Guadalupe
Calle Villacarralón 9
47008 Valladolid


Gerencia de Servicios Sociales
Consejería de Sanidad y Bienestar Social
Junta de Castilla y León


Miguel Ángel Velasco, Párroco de Nuestra Señora de Guadalupe, por este escrito pone en conocimiento de la Gerencia Territorial de Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León que esta Parroquia ya no va a solicitar subvención para las actividades que realiza en materia de integración social y desarrollo comunitario.
Durante 20 años hemos sido beneficiarios de dichas ayudas, sin las cuales habría sido mucho más difícil llevar a cabo los objetivos en que estamos empeñados.
Agradecemos a las personas que durante todo ese tiempo han contemplado con benevolencia y con su criterio han apoyado cuanto desde esta institución se ha venido realizando.
La realidad social en que desenvuelve su actividad esta Parroquia ha evolucionado positivamente a lo largo de estos años, y creemos que el coste que supone mantener los diversos servicios hacia la población de estos barrios debemos asumirlo ya nosotros mismos. Al tiempo que permitimos que los fondos que pudiéramos recibir, se dirijan hacia otras instituciones que también lo necesiten.
Esta Parroquia continuará en la misma línea de trabajo que ha llevado hasta ahora, en colaboración con otras Entidades (Ayuntamiento–CEAS, Caritas Diocesana, Cruz Roja, Banco de Alimentos, etc.) y por supuesto con esa Gerencia.
Si la decisión que ahora tomamos se viera en el futuro que no ha sido acertada, volveremos a concursar en otras convocatorias.
En Valladolid, a 18 de enero de 2002
Con esta carta dejamos de concursar a las subvenciones que durante veinte años disfrutamos de forma continuada. Nos pareció llegado el momento de prescindir de ayudas públicas y continuar por nuestros solos medios. Aún recuerdo la cara de sorpresa de las funcionarias que atendían aquel servicio de la Junta de Castilla y León. Nos teníamos mutuamente cariño y había confianza. Sabían que trabajábamos en serio y que lo que pedíamos estaba en coherencia con lo que ofrecíamos. Incluso de algún modo nos indicaron que no todas las solicitudes que recibían y que tenían que atender, ofrecían la garantía que nosotros habíamos demostrado a lo largo de los años.
Desde entonces no hemos dejado de experimentar la solidaridad; sólo que ahora ya no hay que presentar facturas, ni justificantes; nadie nos requiere para inspeccionar y por aquí pueden pasar y mirar que no encontrarán detalle que poder airear como noticia de malversación o de lucro o de desvío de fondos…
Ahora que no hay día, ni hora, en que no nos sobresalten sacando a luz pública comadreos, nepotismos y caprichos a costa del contribuyente, nos alegramos de estar fuera de concurso, y tener las manos limpias y los bolsillos a punto para el pase de revista.




La conversión de San Pablo


San Pablo. El Greco, Saint Louis, Missouri, United States

 
Sucedió que, yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía:
-«Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?».
Él respondió:
-«¿Quién eres, Señor?».
Y él:
-«Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer».
Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto; oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Le llevaron de la mano y le hicieron entrar en Damasco. Pasó tres días sin ver, sin comer y sin beber.
Había en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor le dijo en una visión:
-«Ananías».
Él respondió:
-«Aquí estoy, Señor».
Y el Señor:
-«Levántate y vete a la calle Recta y pregunta en casa de Judas por uno de Tarso llamado Saulo; mira, está en oración y ha visto que un hombre llamado Ananías entraba y le imponía las manos para devolverle la vista».
Respondió Ananías:
-«Señor, he oído a muchos hablar de ese hombre y de los muchos males que ha causado a tus santos en Jerusalén y que está aquí con poderes de los sumos sacerdotes para apresar a todos los que invocan tu nombre».
El Señor le contestó:
-«Vete, pues, éste me es un instrumento de elección que lleve mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de Israel. 16Yo le mostraré todo lo que tendrá que padecer por mi nombre».
Fue Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y le dijo:
-«Saúl, hermano, me ha enviado a ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías, para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo».
Al instante cayeron de sus ojos unas como escamas, y recobró la vista; se levantó y fue bautizado. 19Tomó alimento y recobró las fuerzas. (Hech 9, 3-18)

Este texto relata el hecho que hoy se celebra en la Iglesia Católica: la conversión de San Pablo. Curiosamente no hubo caballo, ni jinete descabalgado que festejar. Se trata de un añadido que la tradición ha hecho llegar hasta nosotros, un dato más de los que contribuyen a hacer de Saulo de Tarso un personaje controvertido, un manipulador del evangelio y el inventor de la estructura que hoy conocemos como Iglesia.
San Pedro y San Pablo. Pablo Rabiella y Díez de Aux (s. XVII), Museo de Zaragoza

Pablo sin embargo es lo que está bien simbolizado en tantas portadas de iglesias, en retablos y en la imaginería religiosa en general: el par de Pedro, la otra columna, el vector del todo necesario para hacer de algo surgido en un lugar de límites muy estrechos y encorsetado por normas religiosas rígidas hasta lo imposible, un mensaje abierto y dirigido a toda la humanidad de entonces y de siempre.
San Pablo merece todo reconocimiento, y verse libre de cualquier sospecha, duda o tergiversación.
Este largo texto que añado, de Xabier Pikaza Ibarrondo, tomado de su blog, expone sin pasión y con claridad quién fue el Apóstol Pablo y su trayectoria vital, creyente y misionera.
Pablo es el hombre mejor conocido de la iglesia (y quizá de toda la historia judía y romana, entre el 30 y 64 d. C.). Se llamaba Saúl o Saulo, como el primer rey israelita; pero más tarde tomó un sobrenombre latino «Pablo» (Paulus, el Pequeño) con el que se le conoce. Algunos le toman como un impostor fanático, inventor del cristianismo organizado con una iglesia propia, en línea de poder (en contra de Jesús). Otros le oponen a Pedro y a los representantes de la iglesia jerárquica romana, tomándole como defensor de una libertad puramente individual e interior (en línea con el subjetivismo moderno). Pero él no fue ni una cosa ni otra, sino que fue un judío radical que siguió siendo radical al hacerse cristiano. Fue un judío fariseo (Flp 3, 5) y así conoció y persiguió la misión de los cristianos helenistas de Damasco que, a su juicio, destruían la cohesión "nacional" (legal) del pueblo y negaban la autoridad de Dios, al identificar a su Hijo-Mesías con un crucificado. Convertido en testigo/apóstol del Dios de Jesús y de su gracia salvadora, Pablo irá fundando por oriente comunidades de cristianos mesiánicos y apocalípticos, enraizados en la tradición de las promesas de Israel, pero separados de la autoridad legal del judaísmo, como indicaremos. Fue un creador de Iglesia, pero se mantuvo siempre en comunión con Pedro y Santiago. Estos son los diez momentos básicos de su vida cristiana.
(1) Hasta el año 33. Cristiano antes de serlo. El problema de Pablo: identidad judía, universalidad humana. Pablo era, al mismo tiempo, un judío helenista (de cultura griega) y muy nacionalista (de línea farisea). Había nacido en Tarso de Cilicia y vivía en Damasco, donde conoció y persiguió a la comunidad cristiana helenista que allí había surgido. Su conocimiento de los cristianos debió ser personal y profundo, de primera mano. Sólo así se entiende el hecho de perseguirles. «Yo podría confiar en la carne. Si alguno cree tener de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, irreprensible». (Flp 3, 4-6). No parecía tener problemas de conciencia, podía haberse mantenido en el judaísmo, cuya «carne» (ley nacional) había querido defender al perseguir a los cristianos. Pero en el fondo de esa seguridad se escondía una inseguridad más grande, que se expresaba en la misma violencia con que perseguía a la iglesia. ¿Por qué perseguía a los cristianos? Porque pensaba que ellos rompían la identidad judía, al mezclar desde un oscuro Jesús crucificado a judíos y gentiles. Tenía miedo de perder la identidad judía.
(2) Año 33. Encuentro con Jesús, experiencia pascual. Probablemente persiguió a Jesús porque había en él (y en los cristianos) algo que le atraía: Cómo ser judío siendo universal. Perseguía a los cristianos porque había en ellos algo que le faltaba: Ser universal siendo judío, abrirse a todos los hombres desde la propia tradición de su pueblo. El problema no tenía “solución racional”, en un plano de pura discusión filosófica, política o religiosa. Hacía falta una “revelación” más alta. Ese fue su descubrimiento del “evangelio”, de la buena noticia de la fraternidad universal: «Quiero que sepáis, hermanos, que mi evangelio no es de origen humano. Pues no lo recibí de humanos…, sino por revelación de Jesucristo. Porque habéis oído mi conducta antigua en el judaísmo… Pero cuando el Dios, que me eligió desde el vientre de mi madre… quiso revelarme a su Hijo para que lo anuncie a los gentiles…» (cf. Gal 1, 11-15). Pablo perseguía a los cristianos “helenistas” de Damasco, porque ellos habían “abierto” el judaísmo a los gentiles. Perseguía, en el fondo, su “misión”, su apertura mesiánica, que rompía los confines de la Ley del judaísmo fariseo que él quería defender. En ese sentido, el problema de la “misión”, es decir, de la apertura de Israel a los gentiles y de amplitud universal del mensaje bíblico se encuentra presente en la vida de Pablo antes de su conversión y de su misión posterior cristiana. En su conversión hay dos aspectos básicos:
(a) La visión del Cristo crucificado (un Cristo rechazado por el Israel oficial, un Cristo maldito por la Ley).
(b) La superación de un Israel de la “carne”, es decir, de la Ley Revelación. Pablo no es apóstol por «mandato eclesial», sino directamente por llamada y decisión de Cristo (cf Gal 1, 1). Este elemento de inmediatez forma parte de toda vocación y ministerio: sólo puede ser ministro de la iglesia alguien que «ha visto a Jesús» y ha recibido su tarea. En su origen cristiano, Pablo se sabe y siente directamente avalado y enviado por Cristo a quien ha conocido “directamente” (el Cristo a quien él perseguía) a través de su experiencia de Damasco. «Pero las cosas que para mí eran ganancia, las he considerado pérdida a causa de Cristo. Y aun más: Considero como pérdida todas las cosas, en comparación con lo incomparable que es conocer a Cristo Jesús mi Señor. Por su causa lo he perdido todo y lo tengo por basura, a fin de ganar a Cristo y ser hallado en él; sin pretender una justicia mía, derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que proviene de Dios por la fe» (Flp 3, 7-9).
(3) Años 33-35. Primera misión. El “mundo árabe”. Pablo conocía bien el cristianismo de los helenistas: lo conocía como un riesgo para el judaísmo legal de la rama farisea. Según eso, él sabía quien era Jesús, desde la perspectiva de los misioneros helenistas a quienes él perseguía. Por eso, tras convertirse, no tiene que ir a “aprender” quién es Jesús y qué es la Iglesia, porque ya lo conoce. En ese contexto se sitúan los tres años de lo que podemos llamar su misión árabe. «Pero cuando el Dios, que me eligió desde el vientre de mi madre… quiso revelarme a su Hijo para que lo anuncie entre los gentiles, no consulté con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui a Arabia, y regresé otra vez a Damasco» (Gal 1, 17). Todo nos permite suponer que actúa como miembro de la Iglesia de Damasco y que realiza una misión en la Siria nabatea (Arabia). Los tres primeros años de Pablo como cristiano están vinculados a esa “misión en Arabia”, centrada en la Damasco nabateo-helenista… o en su entorno, en la zona que va de la Decápolis a Palmira. No debió tener mucho éxito. Acabó con la huida de Damasco. «En Damasco, el gobernador bajo el rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme; pero fui descolgado del muro por una ventana en una canasta, y escapé de sus manos» (2 Cor 11, 32-33). Deberíamos conocer mejor lo que significa esa “misión en Arabia”, que terminó con una huída sin retorno. ¿Fue una especie de vuelta al desierto, como quisieron algunas tradiciones proféticas, que hablan del nuevo Israel que nace del desierto (Oseas)? ¿Una esperanza apocalíptica? (Juan Bautista empezó en el desierto, lo mismo que Jesús: ¿puede situarse en esa línea el primer evangelio de Pablo?)
(4) Año 35. Primera subida a Jerusalén. «Sólo en un segundo momento, pasados tres años, subí a Jerusalén para conversar con Cefas y estuve con él quince días. Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Santiago, el hermano del Señor» (Gal 1, 18-19). Ha empezado su misión desde Damasco, quizá en la zona de Oriente, pero, en un momento dado ciertamente quiere contrastar su experiencia con Cefas (=Pedro, Piedra), referencia central de la iglesia; pero no pide que le ordenen (que le hagan presbítero u obispo, en el sentido posterior de la palabra), sino que le acepten en la comunión de los que viven y anuncian el evangelio, lo mismo que a Pedro, lo mismo que a Santiago. No va para someterse, ni siquiera para «encontrar la raíz de la Iglesia en Jerusalén» (lugar de Pascua). Va para “conversar” (historêsai), para situar su visión de la Iglesia a lado de la visión y camino de Pedro y Santiago. Ya desde aquí se entiende la Iglesia en forma de comunión de iglesias y de comunión de “líderes”.
(5) Años 35-48. Segunda misión, desde Antioquía, con Bernabé. Pablo ha ido a Jerusalén para “conversar” con Pedro (y con Santiago), pero no queda allí. ¿Por qué? Quizá porque aquella no es su “iglesia”. No forma parte de la misión de la costa (como Pedro) ni de Samaría (como Felipe), sino que se hace miembro de la Iglesia de Antioquía, de la que se siente solidario. Ésta es la “segunda misión”, de la que Pablo no nos habla nada… Son para él catorce años de silencio misionero, que ha sido “cubierto” por el libro de los Hechos 13-14. En este tiempo, Pablo asume la misión de los “helenistas”, tal como ha sido aceptada también por Bernabé, otro “helenista” de Chipre, afincado primero en Jerusalén y luego en Antioquía. Éste es el tiempo de misión desde Antioquía, la primera iglesia “cristiana” en el sentido posterior de la palabra. Ésta es por tanto la “misión de Bernabé y de Pablo”, ambos actúan como apóstoles de la Iglesia de Antioquía, desde una perspectiva de cristianismo helenista, creando Iglesias universales, desde el judaísmo, pero “liberadas de la ley judía”, abiertas a judíos y gentiles.
(6) Años 48/49. “Concilio de Jerusalén”, comunión discutida. «Después, tras catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también a Tito. Subí por revelación y les presenté el evangelio que predico entre los gentiles, pero en privado a los que tenían reputación, para cerciorarme de que no corría ni había corrido en vano… por unos falsos hermanos que se habían introducido para vigilar nuestra libertad en Cristo Jesús… Y al reconocer la gracia que se me había dado, Santiago, Cefas y Juan, considerados columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la derecha, en señal de comunión, para que nosotros (fuéramos) a los gentiles y ellos a los circuncisos; sólo que recordáramos a los pobres, cosa que nos apresuramos a cumplir» (Gal 2, 1-10; cf. Hech 15). Pablo y Bernabé se reúnen en Jerusalén con Santiago (líder de aquella Iglesia) y con Pedro (que había dejado aquella iglesia en torno al año 44 y que debe haber vuelto por un tiempo o para la reunión). Bernabé y Pablo aparecen unidos como representantes de la “misión a los gentiles”. Frente a ellos y con ella está el “trío” de las iglesias más vinculadas a la ley judía: la de Santiago, la de Pedro y la de Juan, las tras columnas…. Se trata de una comunión discutida. El problema de la unidad y diversidad de las iglesias no se resuelve desde arriba, con un tipo de imposiciones jerárquicas, ni de Pedro (ni de Santiago, que aparece como la autoridad más alta, el primer “papa”), sino a través de un ejercicio de diálogo laborioso, paciente. Este es el gesto básico de la comunión: darse la mano, reconociendo juntos a Cristo, reconociéndose unidos en la gran tarea.
(7) Años 48/49. Disputa no resuelta. Iglesia petrina, iglesia paulina. Tras el llamado Concilio “los problemas siguen”. Bernabé y Pablo vuelven a Antioquía… Pero un tiempo después, entre el 49/50 d. C. viene también Pedro, como representante de la iglesia originaria. «Pero cuando Cefas vino a Antioquía, le resistí a la cara, porque era censurable. Pues antes de venir algunos de Santiago, comía con los gentiles, pero cuando vinieron, empezó a retraerse y apartarse, pues temía a los circuncisos. Y el resto de los judíos se unieron en su hipocresía, incluso Bernabé… Pero cuando vi que no andaban con rectitud según la verdad del evangelio, dije a Pedro ante todos: Si tú, judío, vives como gentil ¿cómo obligas a los gentiles a judaizar?» (Gal 2, 11-14). De manera ejemplar, el fin del relato no es un “idilio” de iglesia que tiene resueltos sus problemas, sino un camino abierto con nuevas disputas: la unidad eclesial no es algo que se logra por la fuerza o que se impone desde arriba, sino un camino paciente y creador, en medio de las dificultades de un camino donde unos y otros parecen tener la razón. Por un momento, queda a un lado Santiago (en Jerusalén). Pedro y Pablo salen y se encuentran en Antioquía, centro y foco de la primera gran misión cristiana. Ambos mantienen sus diferencias, sin perder la comunión de base, como supone Pablo (cf. 1 Cor 1, 12; 3, 22; 9, 5) y el proceso ulterior de la iglesia. Todos (Pablo, Pedro-Bernabé, el mismo Santiago) aceptan la misión a los gentiles, sin necesidad de circuncidar a convertidos, pero se distinguen en la forma de expresar y realizar la comunión entre cristianos de origen judío y gentil. En este contexto, junto a la “experiencia judeocristiana estricta” de Santiago (que despliega una iglesia estrictamente judía, en Jerusalén), podemos hablar de dos misiones: de una misión paulina (con unidad plena entre judíos y paganos, sin obligación de ley judía) y otra petrina, que conserva ciertos elementos de la ley judía, en ritos de unidad y comida.
(8) Años 49-57. La tercera misión de Pablo, misión universal. Éstos son los años de la misión paulina propiamente dicha. Ocho o nueve años que van a cambiar la historia de la iglesia. (1) Pedro queda en Antioquía, asumiendo la misión anterior de los helenistas y del mismo Pablo y Bernabé, haciendo un camino de iglesia “más prudente”: quiere mantener ciertos ritos de los judeo-cristianos, un tipo de vinculación con el judaísmo de la ley; desde ese fondo avanzará gran parte de la iglesia posterior, como suponen Mc y Mt, Jn y el mismo Apocalipsis. (2) Pablo rompe incluso con el mismo Bernabé, que ha sido hasta ahora su hermano mayor y compañero, de manera que siguen caminos diferentes (cf. Hech 15, 36-41, aunque las “razones” que aquí se dan no son las definitivas). Pablo asume y realiza su misión él sólo, con los suyos… Estos son los años de su madurez, años en los que va creando su grandes iglesias, desde Éfeso hasta Corinto, pasando por Galacia y Tesalónica. Son los años de sus cartas auténticas: 1 Tes, 1 y 2 Cor, Gal, Flp, Rom… Ésta es su tercera misión, su misión definitiva, la única que conocemos de verdad. Pablo va creando comunidades… esperando que llegue el final de los tiempos; pues bien, desde la experiencia de la llegada de ese fin (para todos los hombres), él va creando las comunidades en las que se vinculan ya judíos y gentiles. La misma experiencia de la llegada del fin de los tiempos abre un espacio de “universalidad”, una nueva experiencia de humanidad.
(9) Años 57-59. Pablo Preso. Tercera subida a Jerusalén. En torno al año 57 Pablo decide venir a Roma, para pasar al occidente, para que de esa forma el Evangelio se extienda por todo el mundo conocido. Había comenzando en Arabia (oriente); quiere llegar a Hispania (occidente), para que así pueda llegar el Cristo. Pero antes quiere volver a Jerusalén por tercera vez, llevando la “colecta” que ha recogido en todo el oriente, para mantener de esa manera su unidad con la primera iglesia. El tema de esta “colecta” y de su anuncio de la subida a Jerusalén, para reconocer el origen “judío” concreto de la Iglesia está presente en todas las últimas cartas de Pablo, desde Gal 2, 10 hasta 2 Cor 8-9 y Rom 15-16. Sabemos que subió a Jerusalén, con dinero para la iglesia madre, pero ya no conocemos de primera mano lo que allí sucedió, sólo lo que cuenta Hechos (Hech 21-26). Todo nos permite suponer que el encuentro final de Pablo con Santiago pudo ser “dramático”. El caso es que a Pablo le hacen prisionero precisamente en Jerusalén, como a Jesús, por querer mantener la raíz jerosolimitana de su evangelio universal.
(10) Años 60-63. Prisión en Roma, martirio. No sabemos exactamente como fueron las cosas. El relato de Hech 27-28 resulta en principio fiable. Pablo fue llevado prisionero a Roma, para ser juzgado. Es muy posible que fuera juzgado y condenado… Es posible que en su condena intervinieran no sólo las autoridades romanas y las acusaciones de algunos “judíos de Jerusalén”… sino también los celos y divisiones de otros grupos cristianos de Roma (como parece suponer 1 Clemente). No parece que pudiera cumplir su sueño de llegar al occidente (Hispania), como dice en Rom 15. Había cumplido su misión, había llegado su hora. Posiblemente fue martirizado en Roma en los mismos años que Pedro, que también llegó a la capital del imperio. En esos mismos años asesinaron a Santiago, en Jerusalén. Había terminado la primera etapa de la vida de la iglesia.














Mañana de problemas, no problem




Suni tiene cita en el hospital, Baiju está en la India visitando a su madre enferma, y Sara no puede quedarse sola. He aquí el problema planteado; hay que darle solución.
Respuesta: Vamos en el corsa y volvemos de la misma forma.
Problema: Sara necesita silla de tres meses. Hay que buscarla.
Respuesta: J nos la presta. La trajo el miércoles.
[Esta operación requiere que el corsa esté debidamente habitable. Limpieza de pelos y señales de los chuchos, vaciado y retirada de plásticos cubreasientos y demás parafernalia, aspiración general del tapizado… No hubo necesidad de limpiar cristales. Todo resuelto en una hora].
Así estamos y llama Suni diciendo que ella va de camino en autobús, que nos espera a las once en recepción. Estupendo, vamos para allá.
La consulta se realiza con toda la normalidad del mundo, y Sara está acompañada… y defendida de curiosos y curiosas que diciendo ¡qué preciosidad! se la pasan de unos y unas a otros y otras. [No hay como tener la piel cobriza para entusiasmar al personal].
Termina todo y volvemos para casa.
Problema: La silla de ruedas, con que Suni ha traído a Sara es una cosa muy rara, con tres ruedas, como si de un buldózer de obras públicas se tratase, incomprensiblemente incomprensible, no sabemos cómo introducirla en el maletero. [Hay que especificar que la tal sillita vino al almacén como desecho ya no útil, porque la criatura para quien fue destinada en primera instancia ya debe andar o correr. Carece de manual de instrucciones].
Solución: Sara y Suni vuelven en autobús, y nosotros en el corsa.
Moraleja: Si no tienes con qué, no te metas.
Está visto que en este país y en este siglo, tener familia está muy bien. Pero si no tiene euros siquiera para un buga grande, o vas a pie, o vas andando. O en autobús, que es el medio de transporte más racional.

Zurciendo calcetines




El caso es que de vez en cuando me toca repasar las “carreras” de mis calcetines. Eso es lo que hacía mi mamá, con un huevo de madera que conservo, aprovechando las horas de más luz. No estaban los tiempos para estrenar par de medias cada dos por tres. De ella he heredado la costumbre de repasarme las punteras de los calcetines. Mis dedos gordos son poderosos, y suelen taladrarlos. Así que es raro el par que no está remendado.
Alguien dirá… ¡a qué viene ahora recordar aquellos tiempos!
De mismo modo que han empezado a aparecer por mi barrio tiendas de “cosetodo”, debieran volver a ocupar los bajos de las escaleras de vecinos puestos de cogedoras de puntos de media. Seguro que sacaban suficiente para vivir, ahora que está tan escaso el trabajo.
Y trabajo es lo que me da este blog. Rara es la semana que no descubro que alguna entrada pasada ha quedado desfigurada porque algún enlace o alguna imagen ha desaparecido. No es que vuelva a revisar todo lo publicado, sería imposible; tras casi cinco años estoy a punto de alcanzar los 1300 artículos, y no me apetece volver a releerlos ni dedicar tiempo al agua pasada. Sin embargo hay algunas entradas que me gusta disfrutarlas, porque salieron redondas, porque disfruté mientras las escribía, porque se creó a su alrededor un amasijo de comentarios que para bien o para mal las hicieron imperecederas.
Por ejemplo, una de hace tres años, sobre la asertividad, se enriqueció sobradamente con los comentarios de gente amiga. Partí de un material de nuestra catequesis y adopté un material de la red que me ayudaba a completar el tema. Ayer, por una cosa extraña, ha tenido un número de visitas llamativo y he ido allá a curiosear. La encontré pelada de todo lo que pedí prestado.
He pasado un ratejo recomponiéndola con material propio, muy deficientemente por cierto, puesto que he escaneado unas diapositivas con el escáner plano en lugar de hacerlo con la máquina de fotos. Si hoy saco otro ratejo, lo mejoro.
No me gusta dejar atrás las cosas a medio hacer. Tampoco que lo que hice entonces, ahora ya no esté como lo dejé. No importa si tiene visitas o no, con que yo lo encuentre insatisfactorio me basta. Por eso precisamente de un tiempo a esta parte no suelo tomar prestado nada importante, porque no tengo seguridad de permanencia.
Si tomo algo, lo hago de lugares que ofrecen confianza, como wikipedia y páginas oficiales. Y si puedo evitarlo, lo evito. Así me blindo ante visitas indeseables e imprevisibles. Aún tengo en la memoria la imagen de un toro salmantino, que copié ya no recuerdo de donde, que disparó una poesía de mi amigo Andrés hasta las catorce mil visitas. En cuanto lo cambié por uno propio, se acabó el visiteo.
En google recuerdan que, si puedes evitar subir alguna imagen, es preferible tomarla de otra página para no cargar demasiado el peso de la cuenta; pero no merece la pena dejar el trabajo expuesto a la veleidad ajena. Además, cada vez que entro para mirar qué espacio ocupo, resulta que me han doblado gratis la capacidad. O sea que de momento ese no es problema.
El problema reside en tener imágenes propias adecuadas, y el tiempo para subirlas. Porque en este medio la letra sola sabe a poco.
Sin embargo, siempre puede suceder algún percance, y sin hacer nada te sale una carrera en las medias y… o las tiras, o las zurces.

¿Comes carne, miguelangel?



Mi doctora favorita, Milagros, no miró bien mis papeles cuando el otro día me cité con ella para ver los resultados de mis análisis anuales. Si lo hubiera hecho, no habría formulado la pregunta. Porque el año pasado ya le preocupó algo mío respecto a la vitamina B12, e insistió con una prueba adicional, que dicho sea de paso, resultó normal del todo.
Aún así se abstrajo durante un buen rato mirando cifras y porcentajes… Apuntó lo bajo del azúcar, para añadir a continuación que posiblemente tuviera que ver con el largo ayuno previo a la extracción… Sí, dije yo, DOCE horas sin probar bocado, y además un paseo al amanecer con mis amiguitos trotando por los campos.
Total, que todo estaba bien. ¿Y los marcadores prostáticos? inquirí como si fuera yo el galeno ante su paciente. Pues lo pedí, pero no lo han mandado. ¿Tienes molestias? Ni una. En realidad hasta los sesenta y cinco no hace falta mirarlo, salvo que notes alguna anomalía. Más o menos así respondió ella.
Como iba a dar la consulta por concluida, pregunté: ¿Y el electro? Ah, sí, tenemos un electro… Pues tienes que esperar a que lo suban, porque se han olvidado de traerlo.
Volví a salir al pasillo y estuve de palique con el personal de fuera, que esto es como un barrio y nos conocemos hasta las enfermedades de cada quien.
Llegó el electro, me volvió a llamar y tras un exhaustivo examen de los gráficos y cifras me espetó: tienes bradicardia. Luego, con voz suave, continuó: estás bien, pero ahí hay un pequeño detalle que tengo que estudiarlo más despacio; el miércoles vienes a las nueve menos cuarto y, sin esperar,  lo vemos.
De allí vengo ahora, de hablar con mi doctora. Y esto es lo que ha dicho: Bloqueo AV de primer grado, crecimiento de aurícula izquierda. Placa de tórax y vienes la semana que viene.
Y luego vino la explicación: los impulsos eléctricos de tus aurículas tardan en llegar a los ventrículos. No tiene, en principio, más importancia que saberlo por si hubiese alguna contraindicación con alguna medicación o tratamiento que te indicara.
Ya en casa miro en Internet, la enciclopedia de los ignorantes (que no tienen vergüenza en reconocerlo), y veo que, (a parte de cosas mucho más graves), esto suele ocurrir en deportistas muy entrenados en los que va asociado a bradicardia en estado de reposo, y en personas mayores de 60 años. O sea, que estoy estuphendamente.
No obstante, expondré este asunto a mi cardiólogo preferido, el doctor Carlos.

Perder es un verbo transitivo


Porque implica un complemento directo, según me lo enseñaron cuando estudiaba gramática y literatura. Admite también una forma refleja o reflexiva, cuando el sujeto de la acción coincide con el complemento: se perdió…
Señal sacada con falsh
Tornillo en el suelo
Se perdieron un tornillo el otro día unos operarios municipales. Cambiaron las señales que marcan la “reserva de aparcamiento” a la puerta del templo parroquial, y al poner las nuevas también repusieron los tornillos que las sujetaban. Al recoger los bártulos, se ve que los tornillos viejos no les hacían falta y uno quedó perdido en el asfalto. Hoy, al salir con la mirada al cielo para disfrutar la nieve que caía rala y mansamente, piséle y manquéme. Miré, y esto vi:
El que perdió el tiempo esta mañana fui yo. Aprovechando que iba al centro a una gestión, intenté encontrar sustituto para un grifo de fregadero modelo 1970; imposible dar con aquellas tiendas y almacenes de fontanería y accesorios de saneamiento que surtían al vecindario. Han sido trasladadas a los polígonos exteriores o simplemente sustituidas por las grandes superficies, donde venden de todo. A lo que pude comprobar, no sólo perdí yo, también la ciudad se ha quedado sin servicios a la vuelta de la esquina.
Señal sacada sin falsh
Hay otros, sin embargo, que han perdido oportunidad de estar callados. Han quedado en evidencia. Veremos ahora cómo salen de ésta. Y no sólo gente de la política; también de la economía y de la religión. Incluso en el deporte también se “larga” más de la cuenta.
Una que no perdió el tiempo esta mañana: Moli. En cuanto vio que además de llover, nevaba, hizo lo que tenía que hacer para manifestar que no quería más paseo. ¡A sus órdenes! Y nos volvimos. Tampoco Berto, que antes de que me tumbara para sestear, se colocó él y me quitó el sitio. Gumi, sin embargo, le da lo mismo perder que ganar; haga lo que haga, nunca pierde.
Yo no perderé más tiempo por hoy. Ahora mismo llamo al Jefe y le felicito. Es San Vicente, diácono de Zaragoza y mártir. Voy pa’llá.
Una cosa más, antes de cerrar. Esa señal de tráfico, completamente nueva, sirve exactamente igual que la vieja: no la hace caso nadie. Por eso el chirimbolo sigue estando donde está, para que estorbe y moleste a quien no quiera obedecer al código de la circulación ni respetar una rampa de acceso para discapacitados y otras necesidades y circunstancias.

¿Sólo palabras? Karl Rahner


 
Una tarde de domingo permite recuperar viejos textos y leer a pensadores clásicos. Su pensamiento está vivo. Y seguirá estándolo si no dejamos que su memoria se pierda.
No es este el caso. Karl Rahner lo dejó escrito casi todo.
Pongo de muestra este pequeño texto de su magna obra. Pertenece a un artículo suyo publicado en Escritos de Teología, volumen III. Su título “Sacerdote y poeta”:

 

Hay palabras que dividen y palabras que aúnan. Palabras que explican un todo desintegrándolo y palabras que transmiten su mensaje como un conjunto a la persona –no sólo a la inteligencia– auditora. Las hay de origen artificial, susceptibles de arbitraria definición, y las hay que siempre fueron recién nacidas –no fabricadas–, como un milagro; que nos iluminan –no nosotros a ellas–, que nos pueden, porque son regalos de Dios (aun cuando en boca humana) y no factura de los hombres. Hay palabras que aíslan y limitan. Otras que hacen transparecer en un solo objeto la total, inmensa Realidad, menudas conchas en las que resuena el océano de la infinitud. Unas palabras son claras por chatas y superficiales; otras, en cambio, son oscuras, porque claman el deslumbrante secreto de lo dicho. Existen palabras para la cabeza, instrumentos con que dominar a las cosas. Pero las hay también que brotan del corazón rendido y adorante ante el misterio que nos avasalla. Unas que aclaran lo pequeño, iluminando un retazo tan sólo de realidad, y otras que nos confieren sabiduría al dar un todo unánime a lo múltiple. A estas palabras aunantes y conjuradoras, mensajeras ante todo de la Realidad, señoras de nosotros, nacidas del corazón, proclamadoras, regaladas, a éstas quisiera yo llamar palabras originales o protopalabras. A las otras podríamos denominarlas las confeccionadas, técnicas palabras útiles.
Claro está que no puede tratarse de una división definitiva de las palabras en estas dos clases. Se refiere más bien al destino de los vocablos que, como el de los hombres, levanta y postra, beatifica y condena, ennoblece y rebaja. Las palabras tienen su historia. Y el señor de esta historia, como de la humana, es sólo uno: Dios; señor y portador incluso de ella al pronunciar, en carne terrenal, estas palabras y ordenar que como suyas se escribieran. Existen, pues, innúmeras palabras que ascienden –o descienden– a una u otra categoría según sea el empleo que el hombre haga de ellas. Cuando el poeta o el pobre de Asís invoca el agua, dice algo más vasto y originario que el H2O a que la rebaja el químico. No se puede llamar H2O al agua que, como dice Goethe (Seele des Menschen), se asemeja al alma. El agua que el hombre ve, que el poeta canta, con que el cristiano bautiza, no es una poética exaltación del agua del químico –como si éste fuera el verdadero realista–. Al contrario, el agua del químico es un restringido derivado técnico, secundario, del agua del hombre. Una protopalabra ha caído por obra del destino –un destino que contiene el sino milenario de una Humanidad– a la palabra útil, tecnicista, perdiendo en el salto más de la mitad de sus sustancia.
Sería estulta superficialidad considerar indiferente el volumen de contenido de una palabra; creer que, con saber su sentido y el de la idea expresada, no hace falta más y tanto vale un vocablo como otro. No, las protopalabras escapan precisamente a toda definición y sólo matándolas se las desentraña. ¿O es que hay quien crea que todo se puede definir? Pues si así no es, si definir es recurrir a otras palabras a su vez indefinibles, si estas palabras últimas (ya lo sean absolutamente, ya como remate histórico–fáctico de la automanifestación, refleja y analítica, del hombre) poseen una «simplicidad» que encierra en sí todos los misterios, nos vemos forzados a reconocer la existencia de protopalabras, base de la existencia espiritual humana, que el hombre ha recibido, no creado a su arbitrio, que no se dejan seccionar («definir») en piezas fragmentarias.
Se dirá que todo esto es oscuro. Cierto. Un discurrir dividente, de mosaico, es más claro y distinto. Pero ¿es también más verdadero, más saturado de realidad? ¿Es el «ser» claro? Naturalmente, dirá el simplista. El «ser» es aquello que no es «nada». Buen, pero ¿qué es «es» y qué «nada»? Se escriben libros sobre ello sin acertar a extraer del océano de estas palabras más que un pequeño cántaro de agua insípida.
Las protopalabras son precisamente la casa encendida de la que salimos, aunque es de noche. Están siempre repletas como de un leve son de infinitud. Hablen de lo que hablen, murmura en ellas todo. Quien pretende recorrer su ámbito se pierden en lo intransitable. Son como parábolas, apoyadas en un punto y disparadas al infinito. Son vástagos de Dios que guardan en sí un poquitín de la clara oscuridad de su Padre. Un conocimiento que se enfrenta con el misterio de la unidad en la pluralidad, de la esencia en la apariencia, del todo en la parte y la parte en el todo, será siempre oscuro y confuso, como lo es la realidad misma, que en tales palabras se adueña de nosotros y nos hunde en sus incalculables abismos. En estas protopalabras, espíritu y carne, significado y símbolo, idea y vocablo, objeto e imagen son todavía original, auroralmente una misma cosa (lo cual no quiere decir «la misma» cosa). «Oh estrella y flor, espíritu y veste, amor, dolor, tiempo y eternidad», exclama Brentano, el poeta católico. «Qué significa esto? ¿Puede acaso hablarse así? ¿O se trata de palabras originales que deben entenderse sin pretender explicarlas con términos baratos y «más claros»? Dado que la docta penetración las aclarase, ¿no tendríamos que volver de nuevo a estas palabras del poeta, a estas protopalabras, para comprender y captar en su íntima verdad qué quería decir propiamente el extenso comentario? Flor, noche, estrella y día, palabra, beso, rayo, calma, respiro, estas y otras mil palabras de los primeros pensadores y poetas son protopalabras, más hondas y verdaderas que las gastadas monedas verbales de nuestro cotidiano comercio espiritual; esas que gustamos de llamar «ideas claras» porque la costumbre nos ha dispensado de reflexionar en lo que significan.
Cada protopalabra revela un fragmento de realidad por el que se nos abre, misteriosa, la puerta que conduce a la insondable hondura de la auténtica Realidad. El tránsito de lo singular a lo ilimitado, en el movimiento sin fin que los pensadores llaman trascendencia del espíritu, entra tan de lleno en el contenido de estas palabras, que las hace más que palabras: sonido dulce de la incesante moción del espíritu y del amor a Dios levantada desde el menudo objeto terrenal –lo único al parecer montado por el vocablo.
Las protopalabras poseen –así podríamos aclarárselo al teólogo– un sentido literal y uno espiritual sin el cual el primero deja de ser lo «propiamente» significado. Son palabras del infinito tránsito fronterizo, es decir, palabras de las que en algo pende incluso nuestra salvación.
… Estamos tal vez aquí para decir: casa,
puente, manantial, puerta, jarra, frutal, ventana,
o a lo sumo: columna, torre… para decir, entiéndelo
decir, oh, de manera como las cosas mismas
interiormente nunca creyeron ser…
(Rilke, Novena Elegía)
Sólo quien comprende estos versos es capaz de captar lo que queremos decir al hablar de «protopalabras». Y por qué pueden éstas con razón –y deben– ser oscuras. No decimos que no puedan ser utilizadas para disfrazar de hondura una superficie confusa; ni que sea osa de hablar oscuramente lo que pudo expresarse con claridad. Lo que afirmamos es que las protopalabras espejan al hombre en su irrevocable unidad de espíritu y materia, de trascendencia y concreción, de metafísica e historia; que existen palabras originales, porque todo se enlaza en una misma urdimbre, y así cualquier palabra auténtica y verdadera ahonda sus raíces en las profundidades sin fin.
Una peculiaridad de ellas será preciso enfocar aquí con más detenimiento. Las protopalabras constituyen, en sentido propio, la presentación, la «puesta ahí» de la cosa misma. No se limitan a señalar algo sin mudar su relación al oyente; no hablar acerca de una relación entre lo nombrado y el auditor. La protopalabra trae la realidad enunciada, la torna presente, la pone ahí. Naturalmente, el modo como esto se verifica es múltiple según sea la realidad nombrada y la potencia de la palabra. Pero un fenómeno sucede siempre que se pronuncia una palabra original: el advenimiento para el oyente del objeto mismo. Y ello no sólo por el hecho de que el hombre, como ser espiritual, sólo posee la realidad en cuanto que sabe de ella. Esto es evidente. Pero no se trata sólo de que el cognoscente se adueña por la palabra de lo conocido. Es lo conocido también lo que ase al cognoscente –y amante– por medio de la palabra. Por ella se inserta lo conocido en la órbita existencial del cognoscente, y este ingreso importa una plenitud de realidad del propio conocido.
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