El caso es que de vez
en cuando me toca repasar las “carreras” de mis calcetines. Eso es lo que hacía
mi mamá, con un huevo de madera que conservo, aprovechando las horas de más
luz. No estaban los tiempos para estrenar par de medias cada dos por tres. De
ella he heredado la costumbre de repasarme las punteras de los calcetines. Mis
dedos gordos son poderosos, y suelen taladrarlos. Así que es raro el par que no
está remendado.
Alguien dirá… ¡a qué
viene ahora recordar aquellos tiempos!
De mismo modo que han
empezado a aparecer por mi barrio tiendas de “cosetodo”, debieran volver a
ocupar los bajos de las escaleras de vecinos puestos de cogedoras de puntos de
media. Seguro que sacaban suficiente para vivir, ahora que está tan escaso el
trabajo.
Y trabajo es lo que
me da este blog. Rara es la semana que no descubro que alguna entrada pasada ha
quedado desfigurada porque algún enlace o alguna imagen ha desaparecido. No es
que vuelva a revisar todo lo publicado, sería imposible; tras casi cinco años
estoy a punto de alcanzar los 1300 artículos, y no me apetece volver a
releerlos ni dedicar tiempo al agua pasada. Sin embargo hay algunas entradas
que me gusta disfrutarlas, porque salieron redondas, porque disfruté mientras
las escribía, porque se creó a su alrededor un amasijo de comentarios que para
bien o para mal las hicieron imperecederas.
Por ejemplo, una de hace tres años, sobre la asertividad, se enriqueció sobradamente con
los comentarios de gente amiga. Partí de un material de nuestra catequesis y adopté un
material de la red que me ayudaba a completar el tema. Ayer, por una cosa
extraña, ha tenido un número de visitas llamativo y he ido allá a curiosear. La
encontré pelada de todo lo que pedí prestado.
He pasado un ratejo
recomponiéndola con material propio, muy deficientemente por cierto,
puesto que he escaneado unas diapositivas con el escáner plano en lugar de
hacerlo con la máquina de fotos. Si hoy saco otro ratejo, lo mejoro.
No me gusta dejar
atrás las cosas a medio hacer. Tampoco que lo que hice entonces, ahora ya no
esté como lo dejé. No importa si tiene visitas o no, con que yo lo encuentre
insatisfactorio me basta. Por eso precisamente de un tiempo a esta parte no
suelo tomar prestado nada importante, porque no tengo seguridad de permanencia.
Si tomo algo, lo hago
de lugares que ofrecen confianza, como wikipedia y páginas oficiales. Y si
puedo evitarlo, lo evito. Así me blindo ante visitas indeseables e
imprevisibles. Aún tengo en la memoria la imagen de un toro salmantino, que
copié ya no recuerdo de donde, que disparó una poesía de mi amigo Andrés hasta
las catorce mil visitas. En cuanto lo cambié por uno propio, se acabó el
visiteo.
En google recuerdan
que, si puedes evitar subir alguna imagen, es preferible tomarla de otra página
para no cargar demasiado el peso de la cuenta; pero no merece la pena dejar el
trabajo expuesto a la veleidad ajena. Además, cada vez que entro para mirar qué
espacio ocupo, resulta que me han doblado gratis la capacidad. O sea que de
momento ese no es problema.
El problema reside en
tener imágenes propias adecuadas, y el tiempo para subirlas. Porque en este
medio la letra sola sabe a poco.
Sin embargo, siempre
puede suceder algún percance, y sin hacer nada te sale una carrera en las
medias y… o las tiras, o las zurces.
Pues sabes lo que echo de menos, los zapateros remendones. Ahora también están en las grandes superficies y a mi no me da la gana de llevarles los zapatos para que me pongan tacones que no taconeen. Los que había en mi barrio han ido desapareciendo porque la gente tira los zapatos y no los remienda (léase poner medias suelas, tacones y así...) De manera que tengo unos zapatos de hace dos años que están más que nuevos porque taconean y no me gusta nada ir dando el soniquete por todas partes. En fin, no sé qué voy a hacer si no encuentro pronto un zapatero remendón de barrio. Lo que sí me encanta es ver que vuelven las que tú llamas "cosetodo". Está muy bien, igual te suben un bajo que te estrechan una chaqueta y todo vuelve a tener uso. Lo de las cogedoras de puntos a las medias lo veo más difícil porque cuestan menos unas nuevas que su arreglo, sobre todo si la carrera es larga... hay cosas que no volverán... que te voy a contar que no sepas.
ResponderEliminarHe vuelto a leer la entrada a la que aludes, me ha gustado mucho de nuevo. Otra cosa que me gusta mucho es la foto de la arregladora de medias, me recuerda a una chica que en San Sebastián, en mi barrio, se dedicaba a eso en la tienda de su madre, una mercería... doce o trece años tenía yo entonces, me parecía una cosa fascinante cómo lo hacía de rápido!!!!. Lo que te digo, eso no volverá
Besos
En efecto, hay cosas que no pueden volver. Todo es diferente cuando cuesta más poner tapas a los tacones que comprar zapatos nuevos. Estamos en la era del usar y tirar… ¿Llegaremos también nosotros a ser desechables?
ResponderEliminarDe momento en este blog no paro de reponer cosas, porque las páginas de deonde las tomé han desaparecido. Y prefiero actualizar mis páginas antes que borrarlas: no las quiero incompletas.
Tuve suerte al encontrar esa foto, es única.
Besos