En este mundo
traidor nada es verdad ni es mentira; todo es según el color del cristal con
que se mira. Este
principio conocido como la ley de Campoamor [1], es perfectamente aplicable al
Ecce Homo de la ermita de la Misericordia de Borja, Zaragoza.
Si en un primer
momento su autor, del dicho, lo refirió al mundo de la política y del
politiqueo, bien hubiera podido pensarlo, si es que llegó a tener conocimiento de la existencia del
fresco aragonés, del trabajo de otro autor [2] que en apenas un par de horas
pretendió inmortalizar un Ecce Homo sobre una pared de un pequeño templo.
Aquella cara dulce salida de la imaginación personal del pintor valenciano, -y
también del imaginario colectivo reflejado en multitud de imágenes similares en
pinturas, estampas y tallas, desde la antigüedad hasta el siglo XX-, se
compadece mucho menos que el reciente rostro salido de las manos de una anciana
devota [3] con las palabras del profeta que siglos antes anunció la Pasión de
Cristo:
Mirad, mi siervo tendrá éxito,
subirá y crecerá mucho.
Como muchos se espantaron de Él,
porque desfigurado no parecía hombre,
ni tenía aspecto humano;
así asombrará a muchos pueblos,
ante Él los reyes cerrarán la boca,
al ver algo inenarrable
y contemplar algo inaudito.
¿Quién creyó nuestro anuncio?
¿a quién se reveló el brazo del Señor?
Creció en su presencia como brote,
como raíz en tierra árida,
sin figura, sin belleza.
Lo vimos sin aspecto atrayente,
despreciado y evitado de los hombres,
como un hombre de dolores
acostumbrado a sufrimientos,
ante el cual se ocultan los rostros,
despreciado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos
y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo estimamos leproso,
herido de Dios y humillado;
pero Él fue traspasado por nuestras rebeliones,
triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable cayó sobre Él,
sus cicatrices nos curaron.
Todos errábamos como ovejas,
cada uno siguiendo su camino;
y el Señor cargó sobre él
todos nuestros crímenes.
Maltratado, se humillaba
y no abría la boca:
como cordero llevado al matadero,
como oveja ante el esquilador,
enmudecía y no abría la boca.
Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron,
¿quién meditó en su destino?
Lo arrancaron de la tierra de los vivos,
por los pecados de mi pueblo lo hirieron.
Le dieron sepultura con los malvados
y una tumba con los malhechores,
aunque no había cometido crímenes
ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su vida como expiación:
verá su descendencia, prolongará sus años,
lo que el Señor quiere prosperará por su mano.
Por los trabajos de su alma verá la luz,
el justo se saciará de conocimiento.
Mi siervo justificará a muchos,
porque cargó con los crímenes de ellos.
Le dará una multitud como parte,
y tendrá como despojo una multitud.
Porque expuso su vida a la muerte
y fue contado entre los pecadores,
Él tomó el pecado de muchos
e intercedió por los pecadores. [4]
En Internet se puede
leer de todo. El Centro Cultural Borjano puede ahora decir misa, lo mismo que
el ayuntamiento de aquella villa y demás autoridades. Tal vez aprovechen el
tirón mediático y esperen obtener pingües beneficios económicos, tras rasgarse las vestiduras previo el anuncio de la correspondiente denuncia. Puede ser que
empiece hacia allá una corriente peregrina o lo contrario: que camino a o desde
Zaragoza, todas las rutas turísticas eviten pasar por Borja.
Lo de la mofa y la
befa pasará, que es agua de borrajas y flor de un día; como la hierba, nace por
la mañana y por la tarde se seca. [5]
Lo que no pasará, al
menos para mí, es el ejemplo de Cecilia. En ella veo simbólicamente
representadas tantas mujeres de corazón entrañable, que cuidan con tesón,
convicción, mimo, y sin mirar al reloj, aquello que aman. Su silencio, de
siglos, está en lugares donde el turismo no llega, y por tanto tampoco las
autoridades correspondientes. A su solícita atención están encomendados desde
siempre, no sólo la limpieza y adecentamiento, el sostenimiento y la razón de
ser de lugares de culto religioso y de uso cívico que nadie parece apreciar,
pero que si faltaren, echaríamos de menos. Miles de ejemplos se me ocurren, que
omito porque no es momento.
Ella ha hecho por el
Ecce Homo y por Borja más que un ejército de vocingleros. ¿Cómo no dedicarla
aquellas palabras con que Jesús agradeció un gesto de cariño desinteresado?
44Y, volviéndose a la mujer, dijo a
Simón:
-«¿Ves a esta
mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella en
cambio me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo.
45Tú no me besaste; ella, en
cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. 46Tú no me ungiste la cabeza con ungüento;
ella en cambio me ha ungido los pies con perfume. 47Por
eso te digo, sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor: pero
al que poco se le perdona, poco ama». [6]
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[1] Ramón de Campoamor y
Campoosorio (Navia, Asturias 24 de septiembre de 1817 - Madrid, 11 de febrero
de 1901) fue
un poeta español del Realismo.
[2]
Elías García Martínez (Requena, 1858 - Utiel, 1934) fue un pintor español.
[3]
Cecilia Giménez Zueco, vecina
octogenaria de Borja, Zaragoza.
[4]
Palabras del Profeta Isaías, constituyen el Cuarto Canto del Siervo (Isaías 52, 13- 53, 12)
[5]
La estética, por mucho que muchos digan, es cambiante en el tiempo y en el espacio.
Reírse o hacer chirigota sobre este particular es temerario. Mi mamá siempre ha
sido la mujer más guapa del mundo, y quien lo ponga en duda se verá conmigo en
duelo a muerte. El blanco que celebra alegría en occidente, es luto en Oriente.
Donde unos ven amor otros descubren horror; y viceversa. En fin, no es oro todo
lo que reluce, y no hacen falta oropeles ni mantos ni coronas para sentir y expresar
el sentimiento profundo.
Cristos
tenebrosos, Vírgenes melifluas, Santos horripilantes asados o despellejados plagan
el muestrario de la iconografía religiosa en toda la faz del planeta. En todos
ellos prima la fe, que la belleza se deja ver a través del corazón, no de la
mirada curiosa y casquivana.
Más
les valdría a las autoridades de Borja vigilar lo que ocurre ahora en esa
pequeña ermita a su cuidado que tantos quebraderos de cabeza les propinó de un
brochazo. No por mucho visiteo al lugar lo están ensalzando. Un poco de por
favor, y menos cuchufletas y fotos en plan compa y tal.
Si
de verdad quieren recuperar el original, de momento que corran un tupido velo y
se dejen de tanto cachondeo. Seamos serios.
[6]
Palabras que nos transmiten los evangelios como expresadas por Jesús durante una visita que hizo a un principal
judío en su casa, ante las críticas que estaba recibiendo una mujer que le regó
los pies con sus lágrimas, se los enjugó con sus cabellos, los cubrió de besos
y los ungió con perfume (Lucas 7, 44-47). Hubo tan malpensado que pretendió que
aquel dispendio hubiera sido mejor empleado dándoles el importe a los pobres.