Ruth y José. / EUROPA PRESS |
No parece que sea
este el sentido que le da el DRAE a la palabra. Pero no hay otra. Tanto si es
natural como si ejecución, no sabemos describir a la persona que sufre la
muerte de sus hijos o directamente la perpetra. Parricida en este caso no vale
por demasiado genérica.
Fue la noticia que
alcancé a oír nada más despertarme: se confirmaba que los restos de una hoguera
de la finca “Las Quemadillas” contenían rastros humanos. Entre eso y que además
no calenté la leche el desayuno me cayó como un tiro.
Enseguida se me vino
el rostro del padre: inexpresivo, hermético, mirada fija, boca recta y
apretada, entradas amplias o frente alta, pelo corto, nariz importante y no me
importa qué estatura.
¿Puede un padre matar
a sus hijos? Sí, puede.
¿Puede una madre
matar a sus hijos? Sí. En Valladolid ha ocurrido hace algo más de un año.
Pero prometo no
pensar mal de cualquier persona con la que me cruce esta mañana por la calle. No todo ser humano tiene que ser padre o madre, como tampoco llegar a ser un
asesino.
Esta muy bien eso de no pensar mal aunque lo que mejor funciona consiste en saber discernir, algo aparentemente harto difícil para nuestra especie.
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