Sin engaño ni doblez


San Bartolomé. Capilla Sixtina. Miguel Ángel


Una vez que nos hemos metido en pleno fregado pictórico con motivo del retoque en el Ecce Homo de Borja, Zaragoza, Spanien, no está de más recordar esto otro, que viene a cuento, porque hoy es San Bartolomé, Apóstol, a quien el gran Miguel Ángel Buonarroti pintó con su pellejo entre las manos.
En esto de representar a personajes de los que no se sabe cómo eran, y se trabaja con los sentimientos y la propia imaginación, hay para dar y tomar. Si además hay tradiciones orales o escritas que añaden detalles, circunstancias y opiniones, el resultado puede ser sorprendente.
A mí San Bartolomé me llega por lo que dijo de él Jesús, según lo trasmite el cuarto evangelio, el de Juan:
35Al día siguiente, estaba Juan con dos de sus discípulos 36y, fijándose en Jesús que pasaba, dijo:
-«Éste es el Cordero de Dios».
37Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. 38Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les preguntó:
-«¿Qué buscáis?».
Ellos le contestaron:
-«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?».
39Él les dijo:
-«Venid y lo veréis».
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde.
40Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; 41encuentra primero a su hermano Simón y le dice:
-«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)».
42Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
-«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)».
43Al día siguiente, Jesús decidió partir para Galilea. Encontró a Felipe y le dijo:
-«Sígueme».
44Felipe era de Betsaida, el pueblo de Andrés y de Pedro. 45Felipe se encontró con Natanael y le dijo:
-«Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en el libro de la ley, y del que hablaron también los profetas: es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret».
46Exclamó Natanael:
-«¿Nazaret? ¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?».
Felipe le contestó:
-«Ven y lo verás».
47Cuando Jesús vio a Natanael, que venía hacia él, comentó:
-«Este es un verdadero israelita, en quien no hay doblez alguna».
48Natanael le preguntó:
-«¿De qué me conoces?».
Jesús respondió:
-«Antes de que Felipe te llamara, te vi yo, cuando estabas debajo de la higuera».
49Entonces Natanael exclamó:
-«Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
50Jesús prosiguió:
-«¿Te basta para creer el haberte dicho que te vi debajo de la higuera? ¡Verás cosas mucho más grandes que ésa!».
51Y añadió Jesús:
-«Os aseguro que veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre». (Jn 1, 35-51)
“Sin doblez” es mucho decir de una persona, y Jesús lo dijo de este hombre a quien Juan llama Natanael, y nosotros conocemos como Bartolomé. La cuestión del nombre no tiene mayor importancia, habida cuenta de que por entonces los judíos podían y gustaban usar el griego junto con el hebreo. En ambos casos el personaje en cuestión “era hijo de” alguien, en este caso Ptolomeo, y le adornaba algún valor, “don de Dios”; entonces los nombres significaban, no sólo sonaban.
El caso es que Natanael o Bartolomé llegó hasta Jesús de la mano de Felipe. ¡Qué bueno es ir de la mano de alguien que te sepa llevar!
Así, pues, si no tenía doblez y encima era dócil, pudo haber corrido otra suerte bien distinta; de tan confiado, con otro guía, podría haber terminado en nada. Pero la fortuna le acompañó. Y hoy, dos milenios después, le recordamos.
Parece ser que evangelizó en la India y vino a morir en Armenia, mártir y desollado.
Poco más se sabe de él, y esta descripción no tiene ningún valor científico, pero por si acaso no viene mal tenerla en cuenta; pertenece a Santiago de la Vorágine, beato del siglo XIII y obispo de Génova entre 1292 y 1298: Bartolomé “es un hombre de estatura corriente, cabellos ensortijados y negros, tez blanca, ojos grandes, nariz recta y bien proporcionada, barba espesa y un poquito entrecana... Su semblante presenta constantemente aspecto alegre y risueño”.
Pero enseguida se da cuenta de que el aspecto físico no es apenas importante y añade esto otro, que, aun cambiando el tiempo presente por el pasado, es más enjundioso: “Se mantuvo ajeno al amor de las cosas en este mundo, vivió pendiente de los amores celestiales y toda su vida permaneció apoyado en la gracia y auxilio divino, no sosteniéndose en sus propios méritos sino sobre la ayuda de Dios”.
De San Bartolomé tengo la imagen que José Ribera nos ofrece a través de su pintura.
Martirio de San Bartolomé. José Ribera. Museo Nacional de Arte de Cataluña


Y ojito con no confundir a Bartolomé con Felipe, aunque ambos fueran juntos y de la mano, y a los dos pintara el valenciano.
Martirio de San Felipe. José Ribera. Museo del Prado, Madrid
 
Como, por más que me esfuerzo, no consigo recordar si he conocido a alguien que llevara este nombre por ver si a través de su persona lograra yo tener una idea más completa de este apóstol, he de recurrir a lo que dicen de un texto apócrifo; el Evangelio de San Bartolomé, del que se conserva un texto griego y varias traducciones latinas, narra el apostolado y el martirio del santo, y para nada hace mención a que San Bartolomé fuera despellejado vivo antes de ser decapitado, pero el dato se halla en el Breviarium Apostolorum, incluido en ciertos manuscritos del Martirologio Jeronimiano.
Tal vez por eso mismo este evangelio apócrifo de San Bartolomé es uno de los textos que condenó el decreto seudogelasiano, s. VI; por callar lo que no debiera y no contribuir a la causa.
En fin que, como en tantas otras cosas, sobre San Bartolomé desconocemos prácticamente todo y no nos queda sino confiar y fiarnos de lo que tenemos, aunque sea bien poco.
San Bartolomé. Gregorio Bausá. Museo de Bellas Artes de Valencia

3 comentarios:

  1. ¡Es lo que tiene la fe! te lo crees y eres creyente, no te lo crees y eres ateo, así de fácil. Pero las historietas contadas para según qué publico están muy bien, se sensibiliza sobre lo que conviene y para la causa que conviene.

    Por cierto, hay un dato que, o lo he entendido mal o es un asincronismo importante, a saber :"Santiago de la Vorágine, beato del siglo XIII y obispo de Génova entre 1292 y 1298: Bartolomé “es un hombre de estatura corriente, ..." ¿Lo describe con tanta precisión trece siglos después? En fin, esto es lo que también tienen los relatos hechos en aquellos tiempos y de aquella manera.

    Hay que tener fe, está claro.

    Besos

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  2. Es que ese señor de la Vorágine debió ser un tío muy documentado. A pesar del tiempo que ha transcurrido desde entonces, nadie ha conseguido enmendarle la plana en nada de lo que dejó escrito. Si se lo inventó, lo hizo muy bien; y si eran datos verídicos, nadie ha conseguido contrastarlos. Claro que hasta que se empezó a tener constancia por escrito de las cosas se funcionó muy bien con el boca a boca. Eso sería.
    Y por supuesto, como tú bien dices, hay que tener fe.
    Besos.

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  3. Adelante hombres de fe, que solo ellos, los débiles mentales, alcanzarán el cielo.

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