Febrerillo el corto



Por culpa de la astronomía, Gumi este mes no cumple. A febrero le falta algo, acaba antes de tiempo. ¡Qué le vamos a hacer!
La cosa no tendría más importancia si no fuera porque ¿cómo contaré el mes completo para darle sus medicinas? El prospecto es taxativo, a pesar de estar en letra diminuta: “administrar una vez al mes”. Podría haber estado escrito: “cada treinta días”. Pero no, no lo pone así. Y hay que tener cuidadín con estas cosas de la química y la farmacopea, que si te pasas o no llegas, las consecuencias pueden ser irreparables.
Tendré que hacer como con mi vecina, que también cumple un 29 de febrero. Sólo la felicito cada cuatro años en el día indicado; el resto lo hago el 28, si me acuerdo, o a partir del 1 si lo hago tarde. Al final quedamos tan contentos. Aunque ayer por la mañana, cuando se lo comenté, se encogió de hombros.
Es una lata esto de faltarle un día, o dos, según se mire.
Pasa algo parecido con las semanas y los quince días. Solemos decir, nos vemos dentro de ocho días, pero en realidad son siete, porque en la semana no caben todos. Y también nos encartamos para dentro de quince días, cuando en realidad son 14, porque dos semanas no se pueden estirar.
¡Vaya problema añadido que traía este bichejo ojopicha en la cartera!
Lo compensa con creces con su simpatía y vivacidad.

Gumi trastoca la torpe lentitud de su padre, Berto, que, mientras se lo piensa y se decide, se queda sin la galleta, porque aquél se encarga de zampársela sin ningún miramiento.
Gumi alegra la serena vejez de Moly, forzándola a jugar como si fuera una perrilla quinceañera, a sus… noventainosécuántos.
Y Gumi me exige poner  en danza todas mis escasas fuerzas, para impedir que se me escurra entre las piernas cada vez que entro o salgo de casa.
Febrero se nos va antes de tiempo, y nada podemos hacer para evitarlo. De poco o de nada vale ahora echar la culpa a los emperadores romanos Julio César y César Augusto por alargar sus meses respectivos, julio y agosto naturalmente, a costa del pobre febrero. No tuvieron redaños suficientes para quitárselos a cualquier otro mes, más que nada por no desairar a las deidades correspondientes. Eso pasa frecuentemente: quien no tiene padrino, no se bautiza. Y febrero carece de dios protector, es el mes huérfano.
Pues que se largue, y que nos deje entrar en marzo, tal vez los idus esta vez nos sean favorables. Pero si no lo fueran o fuesen, tampoco pasaría nada, porque siempre nos quedará abril, que ese sí que es un mes de categoría, y tiene unos idus como dios manda. Es el mío, ¿no se nota?
(Fotos añadidas, ya entrada la mañana del 28/2/2011, para redondear, eso creo, este artículo sin sustancia.)

Aquí dejo la imagen de mi olivo. Ha traspasado la barrera invisible e incierta de los trece meses desde que lo trasplantara, y tal parece que lo tiene superado. No ha requerido ningún cuidado especial.  Tampoco lo ha pedido. Él solito se ha apañado para acomodarse a la nueva situación y, aunque parece que lleva su buen tiempo sin decir esta boca es mía, estoy casi seguro de que no tardando mucho él mismo me va a indicar qué ramitas le sobran y cuáles deben permanecer. Estoy alerta a sus indicaciones. Es también un superviviente.
En cuanto a Moly, que por ahí olisquea rastros, os tengo que decir que tiene una muy seria desavenencia con los gatos de la vecindad. Sí, ya comprendo que desavenencia y vecindad  pueden parecer contradictorios, pero es lo que hay; vienen a nuestro patio en plan colonizador y prepotente, usándonos como  retrete y acomodo para sus escarceos nocturnos, y ella no gusta nada de nada de semejante intromisión y absoluta falta de respeto. Alguno se va a llevar un disgusto…

Entre inocencia y humildad, me quedo con las dos


Esta entrada me la ha sugerido un comentario hecho en otra entrada mía, allá por el mes de diciembre (“Un corazón hecho de amor”), en la que relaté una experiencia en la catequesis infantil de la parroquia.
«Es muy bella la inocencia de los infantes por espontánea, aunque a veces me planteo si prefiero la humildad de los ancianos, porque muchas veces está bruñida en experiencias mil», era la rúbrica que entonces se me dejó.
No voy a discutirlo; puede que la humildad, esa virtud tan pequeñita, no esté repartida debidamente, y que puestos a investigar sea posible que no la encontremos donde la busquemos, al menos con la justa distribución con que debiera acontecer. Para mí que ni entre niños, ni entre viejos. ¿Estará entre los de edad incierta?
Por esas cosas de la vida me toca chuflar con unos y con otras, con toda edad y condición, y me bato el cobre en un único idioma. Digo esto último para que se comprenda que no debiera haber lugar a dudas de malas interpretaciones, que si dije esto pero quería decir lo otro, que si me entendiste mal porque hablé muy deprisa, que si es que me expreso en un lenguaje poco habitual…
Para mí la humildad no se da entre los infantes, como tampoco se da en la edad provecta. Sencillamente porque no se trata de ningún fruto que madure por sí mismo y caiga al suelo de puro estar en sazón. Así es posible que ocurra con otras características humanas, llámense o no virtudes.

La violeta dicen que es el paradigma de la humildad. Su olor se percibe en medio del bosque mucho antes de que nuestro ojo llegue a descubrir dónde se oculta. No hizo nada la violeta para ser humilde, así nació, así es.
La humildad es una trabajosa ganancia que sólo se consigue a fuerza de negarse a sí mismo una y otra vez. No es suficiente que te nieguen otros. No basta carecer de todo para ser humilde. No es el resultado de un proceso reflexivo como el que dice, pues visto lo visto, y ya que no cabe otra cosa, vamos a ver si siendo humilde soy alguien.
La humildad exige elección. Hay que decidirse a ser humilde, elegir serlo, ponerse en el lugar del humilde, revestirse de humildad, convertirse a la humildad. La humildad ha de salir de lo más profundo, y no importa tanto cómo y por dónde aparezca; sí importa que sea. Y desde luego si aparece, y lo hace a la primera, mala humildad será; porque la humildad es la virtud de la invisibilidad, quien lo es, sencillamente no aparece en escena, está “desaparecido”, no cuenta para nada.
La persona humilde no se desprecia, pero aprecia a cualquiera por encima de sí. El ser humilde no es servil, pero está al servicio de todos. El humilde se conoce, vaya que sí, y sabe de sus limitaciones y carencias; por eso aprecia tanto las virtudes y valores de los demás. Valora, cómo no, su vida, pero mucho más la vida de los otros, incluso puede llegar a ofrecerse por ellos, poniéndose en su lugar. Hace cosas, es persona trabajadora, incluso una pizca más que la media, pero en su apreciación el esfuerzo de los otros es siempre mayor que el suyo, y el resultado, ¡dónde vamos a parar!, siempre el de los demás alcanza la excelencia.
No es una persona falsa, la humilde, que mienta, engañe y oculte; que va, no es capaz. Pasa perfectamente por tonta del bote, incluso puede llegar a ser el hazmerreír del grupo, un necio, loco de remate. Ella lo verá con naturalidad y en absoluto se molestará si causa risa o mofa. Llegado el momento, perdonar es lo suyo, olvidar por completo; y pedir perdón, eso también. Por todo y por nada, por ser, por estar, por no encajar…
No han tenido tiempo los infantes de ser humildes, con el tiempo, todo se andará. De momento dejemos que sean inocentes, que ya es bastante.
No aprovecharon bien el suyo los ancianos, por el hecho de serlo, para llegar a la humildad; se han podido quedar en muchos casos en “humillados”, que no es lo mismo.
Pero quien en la infancia, en la adolescencia, en la juventud, en la madurez o en la ancianidad logra ser humilde, hace dichosos y dichosas a cuantos y cuantas se rozan con él. Es una suerte de tal categoría, que yo lo prefiero al oro acrisolado.
Bien es verdad que hay un campo abonado donde la humildad puede florecer con más naturalidad: allá donde nada se tiene, nada se figura, nada se espera, sólo se vive el presente y el futuro vete tú a saber en qué consistirá. Ahí todo es posible, incluso la humildad.

Tu nombre me sabe a hierba. Mejor, tu nombre eres tú


Casi sin darme cuenta, soy un chiflado de los nombres. Nombres para nombrar cosas, animales y personas. Es importante el nombre con el que identificamos e individualizamos todo aquello con lo que nos relacionamos. Incluso cuando me dirijo a mí mismo, siempre lo hago con mi nombre: Mira, Miguel Ángel, me digo por ejemplo, has estado muy brusco, piénsatelo.
Llevo algún tiempo intentando escribir algo sobre esto, pero alguien con mejor estilo, más sensibilidad y desde luego bastante más sabio que yo, lo acaba de hacer. Aquí está: José Arregui. De modo que no me atrevo ni siquiera a intentarlo.
¿Qué nombre habéis escogido para vuestra hija? es una pregunta que me toca hacer con alguna frecuencia. Percibo que lo hago de manera casi rutinaria, y que me contestan también del modo reglamentario. Y sin embargo poner el nombre a alguien es mucho más que cumplir un rito o fichar y registrar una vida nueva; es casi como darle la existencia, más incluso que sólo reconocerle. «El hombre puso nombre a los animales» dice el primer libro de la Biblia, el Génesis, como diciendo que el hombre también es creador, y al nombrar a la hiena, la saca de la inexistencia para entregarle el ser. «Y Yahvéh Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera» (Gen 2, 18). Adán puso nombre a Eva después de que Yahweh se lo pusiera a Adán. Adán y Eva nombraron a sus hijos, Caín y Abel; y así sucesivamente hemos ido deviniendo todos los que formamos esta calamitosa humanidad, poniéndonos nombre, identificándonos, distinguiéndonos, relacionándonos.
Porque el nombre hace todo eso y mucho más. Los antiguos lo sabían, y elegían nombres con sentido. Por el nombre definían a la persona, la predestinaban, la situaban cara a su futuro. No es que el nombre fuera a determinar lo que habría de ser la persona nominada, de modo que si no llegara a cumplir las expectativas habría fracasado en su destino. Sino que al nombrarla de una u otra determinada manera es como si se le ofreciera un encuadre vital dentro del cual pudiera ejercer su libertad y al mismo tiempo satisfacer los deseos de quien le denomina.
Nombres hay que significan por sí mismos:
Alberto, que brilla por su nobleza
Bernardo, audaz como un oso
Cleopatra, la que es gloria de su patria
Diego, que es muy instruido
Elvira, la señora princesa
Felipe, que es amigo de los caballos
Gloria, invocación a Dios
Héctor, que protege
Isabel, que ama a Dios
Jesús, salvador
Karina, la muy amada
Luis, el guerrero
María, la amada de Dios
Miguel, quién como Dios
Nicanor, el conquistador
Obdulia, la servidora de Dios
Pablo, el menor
Quintina, la hija nacida en quinto lugar
Ramón, el protector
Samuel, al que Dios oye
Teresa, la cazadora divina
Ubaldo, el inteligente
Viviana, la pequeña
Wilson, resuelto a la defensa
Ximena, la que escucha
Yasmín, bella como un jazmín
Zoilo, el que está lleno de vida
Hay también nombres que significan por quienes los llevaron antes. De esta manera mis mayores imponían siempre junto al nombre elegido alguno sacado del santoral del día; era como poner bajo su protección, indicar un modelo ejemplar, definir de alguna manera el futuro campo de acción del nominado. Así se han perpetuado nombres que hoy rechiscan por antiguos, raros o imposibles de pronunciar: Produberto, Almaquio, Concordio, Taciana, Sátiro, Zótico, Rogato, Tigrio, Eutropio, Aelrecto, Servideo, Hermilo, Estratónico, Eufrasio, Macrina, Prisco, Engelmaro, Torsicia, Macario, Miqueas, Habacuc, Efigio… Y, por no buscar más lejos, algunos santos de hoy, como  Alejandro, Néstor, Diodoro, Papías, Claudiano, Flaviano, Auspicio, Agrícola, Arnoldo y Porfirio, según la hoja del taco.
Y hay nombres que simplemente "suenan" o tienen "sabor", como le ocurre a Serrat con la hierba de sus campos familiares; o encajan  como un guante dentro del ambiente kirch en que se usan, como pudiera ser con nombres como Hortensia, Dulce o Narciso.
Luego está lo de conservar el nombre de una saga, de forma que el mismo nombre cambia de persona con un dígito añadido, indicando el orden sucesorio. En mi familia, Marceliano ya llega al ordinal IV.
A veces ocurre que a alguno de los progenitores les sucedió en las cercanías del parto alguna circunstancia extraña que se convierte -por su capricho- en el nombre de pila del retoño: Sorpresa, Gatillazo, República, Sambenito…
Mención aparte y sin más comentarios: las series televisivas y los personajillos de la farándula. Son también un buen filón de donde salen algunos de los nombres que, como en oleadas, nos asaltan con alguna frecuencia.
Sea como sea, resulta altamente honroso tener la suerte de decidir cómo se ha de llamar algún ser vivo. Aunque no te unan a él lazos de sangre, por ese mismo hecho pasa a ser parte de ti mismo, es como si lo hubieras parido. Unidos en su origen, estáis llamados a tener un destino común.

He tenido un mal sueño





Vanagloríame yo de no soñar… nunca. Pues esta noche he soñado. y ¡vaya sueñecito!
 Soñé que venía de viaje de no sé dónde. Cuando llegamos a casa mi tropa y yo, me dispuse a bajar los bártulos del maletero. En que comencé a hacerlo, apercibíme de que dentro había más cosas de las que yo había metido allí. Unas como lombrices, negras, largas y estrechas, que se movían como si se desperezasen,  asomaban entre el batiburrillo que resulta ser el maletero de mi buga cuando me pongo en carretera.
Asombrado descubrí que eran éstas las cosas que transporté sin yo saberlo.


No contento con tener en casa a Moly, Berto y Gumi, alguien a quien creo conocer tuvo la mala foyá de encasquetarme ocho bocas más, para que cuide de ellas y me responsabilice de sus fechorías.
No me desperté del susto; tan atontao me quedé, que sonó el despertador y yo seguí durmiendo.
Esta mañana han tenido que arrancarme de la cama.
Lo dicho, un mal sueño.

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Va a hacer un año que Trufa tuvo ocho cachorros.
Ahora serán ya unos mocetones, buenos cazadores como su madre, y unos gamberros, también como su madre. Entonces me libré de cargar con alguno de ellos, porque ya habíame hecho cargo de Gumi, que es una carga ya de por sí excesiva. Y mira tú por cuanto, esta noche me he encontrado, -bien es verdad que sólo ha sido un sueño-, con que me había tocado en suerte cargar con toda la tropa. No os extrañe, pues, que no quisiera que amaneciera.

¿Deteniendo la primavera?

 
Me apropio de la frase de ayer de El Roto en su viñeta para hacer este escarceo matutino, porque ha sido tal mi alegría que no me puedo resistir.
Tras unas mañanas especialmente frías y nublosas, me lo encontré de sopetón, cuando tiraban de mí sin misericordia el tandem Berto-Gumi, que habían pescado un apetitoso rastro y se metieron por camino poco transitado.
Así fue como lo vi:
Foto sacada a las 08:15 horas del 23/02/2011
Es todo un adelantado. Sus hermanos, justo al lado, aún duermen, o eso parece. Pero él ha roto sus yemas el primero, como si lanzara un grito de protesta o de autoafirmación.
Foto sacada a las 08:13 horas del 23/02/2011
Está visto que la primavera vence al invierno, no importa cómo se ponga de flamenco y chulo este vejestorio.
Si esto lo lleváramos, en plan moralina, a otros terrenos, habría que ser necesariamente optimistas. No nos queda otro remedio. Eso, o morir.

Y puesto que esto va a resultar ser inevitable, no adelantemos acontecimientos y dejemos que llegue cuando tenga que llegar. De momento, que nadie se quede quieto, y vivamos, que no es poco.




En la inmensidad


http://www.diputaciondevalladolid.es/cgi-bin2/turismo/muestra_imagen.php?image=4488&maxWidth=320&maxHeight=320Según entraba en el espacioso templo las manos me empezaron a gritar de frío. No había alternativa. Paco se merecía que en sus funerales no tuviéramos la debilidad de aligerar el rito por una razón tan nimia.
Hace apenas medio año me llegó la voz: Paco está fastidiado. Luego ya estuvo el asunto claro del todo, un cáncer había mordido en su recia y destartalada humanidad. Ahora, recién jubilado, ha sido derrotado, pero no vencido. De sobra sabía que nada había que hacer, ni donde su madre quería tratarlo, ni donde su compañera, Angelita, mi prima, deseaba cuidarlo y probar a ver. Él lo sabía, y dejó hacer.
Hoy veníamos a despedirlo en Moral de la Reina, donde nació, donde de verdad era alguien, y lo hacíamos resignados, era uno más de una lista que ya empezaba a ser larga para algunos de nosotros, de perder de vista a allegados y amigos desde que Ramón se nos fue allá por mayo pasado. De alguna manera era yo el nexo entre toda aquella maraña de familiares que, tras no vernos las caras desde hace años, resulta que en los últimos meses ya éramos más que conocidos. “Te vamos a cansar de tanto funeral y nos vas a mandar a la mierda”, me cuchicheó una prima madrileña al saludarme esta vez.
El caso es que usando diversos templos, en lo que va de año habíamos terminado juntos en el cementerio recoleto de Moral, visitando tres tumbas diferentes, pero muy cercanas.
http://farm4.static.flickr.com/3436/3828697335_8984f647e0_o.jpgPertenezco a una familia cuyos mayores han sido recios y de vida larga; pero los de mi generación, empiezo a descubrir que no lo vamos a ser tanto. Y si en el último funeral dije mirando a mis primos rodeados de sus hijos que ahora nos tocaba a nosotros tomar las riendas familiares, hoy voy a tener que mirar a mis sobrinos para indicarles que su turno empieza ahora, tal vez algo pronto para su juventud, que no para encontrarles aún insuficientemente preparados.
Hoy enterramos a Paco. Y he estado yo presidiendo el funeral en la enorme y gélida iglesia del pueblo. Junto a mí un compañero de claustro de Paco, y dos sobrinos, un ingeniero consumado y un estudiante de primero de teología en San Dámaso al que respondí, según se quejaba de lo que aún tenía por delante, que ya vería cómo todo llegaba antes de lo que uno piensa, y que él ya no se libraba del destino que le tenía asido por todas sus costuras.
Con una entereza de impresión, mi prima y sus hijos siguieron y participaron en el acto. Hablé yo, habló el sobrino ingeniero que recordó a su tío tan cercano, y terminó hablando el compañero cura que resultó ser un misionero en la India, que con Paco había organizado algún trabajo solidario por allá. El ingente acompañamiento no hizo en ningún momento gesto de cansancio o impaciencia, ni dentro del templo, ni en el camino al cementerio, ni en lo alto de aquel cerro donde está la tumba que recibió el féretro de Paco. El frío era intenso, el sol lucía pero sin ganas, y nosotros sabíamos que en esta tierra recia, también en la muerte hay que serlo y demostrarlo.
Eran las cuatro de la tarde de un día de febrero, y allí estábamos, despidiéndonos con besos y caricias, deseándonos volver a vernos a pesar del desparrame a que estamos sometidos.
http://foto-cache.nortecastilla.es/jpg/6/4/1221765213246.jpgLa vuelta la hice acompañado de Roberto, mi hermano, que se quiso venir conmigo, y que no paró de hablar, tal vez pensando que lo hacía con Paco, terrible y temible parlanchín, con quien departía sin llegar a nada concreto de lo más divino y lo menos humano sin medir el tiempo, sin mirar el lugar, sin tener en cuenta si estaban solos o no, por el placer de hacerlo, por el gusto de saber que nunca se iban a convencer el uno al otro, por la seguridad de que fuera como fuera siempre podrían acudir el otro al uno.
Paco se quedó allá, pero también se vino con nosotros, como se fue igualmente con su mujer y sus hijos para la Villa y Corte, como se ha largado a la India con los alumnos a los que enrolló y enroló en acciones solidarias. Es seguro que también esté junto a San Pedro, y con él haya empezado un coloquio que al pobre expescador y renombrado Kefas le venga una pizca grande, porque Paco es mucho Paco. Si lo sabré yo.

Con dos ruedas y a lo loco


La bicicleta será transporte “preferente”

Esta es la noticia que me ha tocado en el desayuno. Lo escuché en la radio. Y o bien estaba aún dormido, o bien me sonaba a tomadura de pelo. El caso es que no me la creí. Si estamos en febrero, me dije, hace ya tiempo que pasaron los inocentes…
Luego comprobé que era cierta la información, y que si nada ni nadie lo remedia, vamos a pasar los ciclistas de ser esos molestos y/o descarados -según lo piensan los conductores o los peatones- a convertirnos en la “niña bonita” de este mus vital en que jugamos.
Veremos qué nos depara el porvenir.
A mí, sea cual sea por último la fórmula final de la ley u ordenanza correspondiente, no me gusta nada ir por las aceras, ni cerca ni lejos de las fachadas, porque las personas que caminan no entienden que un vehículo les asuste, mucho menos que les avasalle, cuando pasean con prisa o con calma por su pueblo o ciudad.
De modo que seguiré mi costumbre de circular por la calzada, no por el medio, sino hacia mi derecha. Aunque también he practicado, en esto debo ser un adelantado, la izquierda, mirando de frente al vehículo que se acerca, y calculando las distancias que nos permitan cruzarnos sin molestar.
Bien mirado, esto de ir en bici por la calzada tiene mucha similitud con el que pasea por una carretera sin arcén; es mejor ir por la izquierda para no verse sorprendido por la espalda, ni quedar cuellitorcido de tanto girar la cabeza para prevenir.
Todo menos estorbar. No me gusta nada. Si hay suficiente espacio, dejarme adelantar no me molesta. Que pasen, que no me hagan ir más deprisa, que no me amochen impacientes; cada cual que vaya a su ritmo.
¡En fin! Que todo salga bien y ojalá los ciclistas por fin dejemos de ser las moscas cojoneras del tráfico urbano.
Sería estupendo que volviéramos a llenar las calles de bicicletas de todos los estilos y colores; podríamos hablar en la vía pública sin darnos voces y oleríamos mucho menos a aceite quemado.
No necesito demostrar a nadie lo mucho que me gusta la bici. Pero por si hiciera falta alguna prueba, ahí van algunas.

¿Sigue Blowin' in the Wind?

 
Cuando, hace tres años me enchufé a Internet, estrené muchas cosas, y recuperé también alguna que tenía por ahí traspapelada. No voy a hablar ahora de lo que me encontré en la red, que es público y notorio lo que hay, y bien que lo disfrutamos.
Ahora quiero comentar lo que recuperé: a Bob Dylan.
Con gozo juvenil a mis años volví a escuchar al poeta, al cantautor, al líder de masas entusiastas, al crítico de un mundo dislocado, al sensible escritor de largas coplas llenas de sentido y humanidad. Hice el recorrido completo de su obra desde el principio hasta donde me interesó: su unión en Traveling Wilburys. George Harrison, Bob Dylan, Tom Petty, Roy Orbison, Jeff Lynne, por separado eran geniales. Juntos, maravillaban.
El caso es que enchufado al youtube, escuchaba como si se tratase de hilo musical, toda la música de Dylan, mientras trajinaba en casa, limpiando, cocinando, escribiendo, pensando…
En mi buceo por su historia, encontré de todo. Pero una cosa que encantó sobremanera: unos vídeos de su primera época. Eran caseros, o lo parecían. Él solo con su acústica y la armónica sujeta al cuello, se presentaba ante un público discreto y educado, que escuchaba con devoción mientras cantaba. En blanco y negro, iluminación escasa, ambientación sencilla, él salía al escenario e interpretaba sus canciones.
Los encontré de pura chiripa. Y tanto me gustó el hallazgo, que los bajé todos; creo que eran 28. No tenía más vídeos que estos y los que yo mismo he hecho con mis amigos por las mañanas pinariegas. Los caseros los colgué en mi blog, y ahí los podéis ver cuantas veces deseéis. Los de Bob Dylan, que estaban en el ordenador, los he perdido, porque se me ha roto el disco duro y no tenía copia hecha.
Con la máquina ya reparada he vuelto a Youtube a recuperar los vídeos de Bob Dylan, y no los he encontrado. Mejor dicho, no hay nada de él, ni antiguo ni nuevo. Todo, absolutamente todo, ha desaparecido.
Como resulta sencillo investigar en este medio, enseguida he dado con el quid de este asunto.
Parece ser que la SONY BMG MUSIC ENTERTAINMENT ha solicitado que se borre toda pieza musical del cantante, sea de estudio, sea en vivo, sea de factura casera, sea de lo que sea. De esta manera han desaparecido todas las canciones que él cantaba, absolutamente todo. La razón que han dado, de esto hará más o menos medio año, es que quieren poner todo Dylan sólo en un lugar: www.youtube.com/bobdylan. Este lugar no existe, o está vacío.
Sí está, por supuesto, una tienda donde todo vale 1 € la pieza. Exactamente 0,99.
Es una pena, una auténtica pena. Alguien se está equivocando. Si es Sony la que lo ha decidido, me temo que no va a gnar por ello más dinero. Y si es el propio Bob, se ha resbalado cuan largo es. Ignoro cuántos seguidores tiene que estén dispuestos a pagar por ver unos vídeos de hace mil años, en blanco y negro, con deficiencias de sonido y con canciones que ya no movilizan. La gente joven que no le conoció entonces, no tendrá ganas ni curiosidad por descubrirlo. Y los que disfrutábamos con ellos, este gesto suyo no nos gusta nada, nada.
Me quedaré sin esos vídeos, que no eran míos. Pero nadie conseguirá impedirme cantar en la ducha, o fregando platos, o cavando en el jardín, aquellas canciones que entusiasmaron mi juventud y aún siguen animando mi vejez. Ni la Sony, que busca su negocio. Ni Robert Allen Zimmerman, sean cuales sean sus razones, al que por cierto, también le huelen los sobacos. Pues no iba a ser él una excepción.

Aquí he localizado una pequeña muestra de lo que he perdido y no me dejan recuperar: Bob Dylan - It's All Over Now, Baby Blue (Live)


Mi apoyo a "Jesús. Aproximación histórica" de José Antonio Pagola



Hoy me gustaría que este blog tuviera miles de visitas; que la audiencia fuera tal que cubriera toda la península ibérica, España incluida; y que mis palabras fueran tan convincentes, que todo el mundo quedara convencido. Por soñar que no quede.
Porque en este momento quiero decir que si a José Antonio Pagola se le proscribe como cristiano por culpa de su libro “Jesús. Aproximación histórica”, yo también me consideraré proscrito.
Quiero decir que ese libro no es “el Jesús de Pagola”, como afirman quienes parece que tienen alguna razón para condenarlo o criticarlo; sino el Jesús de los evangelios puesto al alcance de cualquier persona de buena voluntad que se acerque sin prejuicios, tenga fe religiosa, o no la tenga.
Quiero decir también que el Dios que transmite, porque lo trasparenta y lo expande el Jesús que describe y explica José Antonio Pagola en su libro, es el mismo Abba a quien Jesús se dirige con la ternura de un hijo que se sabe querido, escuchado, protegido y sostenido. Al menos tal como yo lo descubro leyendo los evangelios.
Quiero decir igualmente que el Reino de Dios en el que creo, porque lo anuncia y predica Jesús en los evangelios, considero que José Antonio Pagola lo describe con suficiente claridad y pedagogía en su libro, sin prejuicio de que pueda ser mucho más de lo que se explica.
Quiero decir además que se equivocan quienes le atacan y pretenden conseguir con ello que no sigamos leyendo su libro “Jesús. Aproximación histórica” por no ser fiel al evangelio ni a la fe de la Iglesia, aunque yo carezca de la autoridad necesaria y suficiente para afirmarlo.
Quiero, finalmente, afirmar que no otra cosa es mi fe, la que vivo y la que predico desde que soy consciente, y la que seguiré viviendo y predicando, al menos mientras me dejen hacerlo.
No puedo terminar y dejar esto así, habida cuenta de que habrá personas que lean esto y sean desconocedoras del asunto del que trato. No soy capaz de explicar con el rigor que sería necesario este asunto, por lo cual sugiero que quien quiera saberlo todo busque en Internet, que seguro que encontrará información detallada y completa. Yo sólo apunto estas consideraciones que incluso se pueden leer en Wikipedia, a quien me he permitido copiar y alterar en alguna medida:
El debate en torno a Jesús, aproximación histórica
La publicación de su último libro, Jesús. Aproximación histórica (PPC, Madrid 2007), un éxito editorial, con 80 mil ejemplares vendidos, ha levantado opiniones contrapuestas. Entre ellas se pueden citar las de Demetrio Fernández González, obispo de Tarazona, las de Xabier Pikaza  o las de José Antonio Sayés. A raíz de esta polémica el autor ha emitido un comunicado, aparecido el 7 de enero de 2008 en Eclesalia. Posteriormente ha sido contestado de nuevo por el teólogo José Antonio Sayés, lo que ha generado la famosa polémica Sayés-Pagola. Finalmente, el autor publicó una nueva edición profundamente revisada que recibió el “nihil obstat” y el “imprimatur” de su obispo diocesano, Monseñor Uriarte.
Esta edición, de febrero de 2009, ha sido retirada de todas las librerías, y PPC, la editorial responsable, no sabe o no puede dar explicaciones de su manera de proceder. Se mantienen sin embargo a la venta otras ediciones que carecen de dicho “nihil obstat”. Parece ser que también se ofrecen al público ediciones en catalán y en vasco con él.
En junio de 2008, la Conferencia Episcopal Española publicaba una "Nota de clarificación sobre el libro de José Antonio Pagola, Jesús. Aproximación histórica", en que, tras comentar las deficiencias metodológicas y doctrinales que la Conferencia Episcopal encuentra en el libro, se concluye afirmando que "el Autor parece sugerir indirectamente que algunas propuestas fundamentales de la doctrina católica carecen de fundamento histórico en Jesús".
La obra es en realidad un compendio de la investigación crítica sobre Jesús, una síntesis de las teorías teológicas de diversos autores, entre las cuales destaca una visión de Jesús a partir de su kerigma, según la corriente del llamado Jesús histórico, desde su Bautismo por Juan, hasta el mensaje de Pascua, de forma que sus contradictores consideran un rechazo de la parte de evangelios referida a su nacimiento e infancia y una espiritualidad basada en el Jesús humano, sin negar expresamente su divinidad, pero dejándola metodológicamente aparte.
Para sus defensores, el libro consigue unir los aspectos social y religioso, espiritual e histórico, personal y social, liberador y piadoso en la vida de Jesús; "habla de Dios hablando de los pobres, habla de justicia tratando de la misericordia, habla de transformación económica ocupándose de la oración", se centra en la experiencia de sanación del Jesús que cura y en las parábolas "que nos abren los ojos para entender".
El cardenal Gianfraco Ravasi, autoridad curial y de prestigio teológico, publicó un artículo en el periódico italiano “Il Sole 24 Ore”, el 5 de diciembre de 2010, en el que habla del “Jesús” de Pagola en términos muy elogiosos. Tanto es así que el purpurado asegura que “la mejor forma para guiar al lector no técnico en medio de esta selva (de interpretaciones cristológicas) me parece la narrativa realizada en España por dos teólogos, Armand Puig i Tarrech (Jesús. Respuesta a los enigmas. San Pablo) y José Antonio Pagola (Jesús. Una aproximación histórica. PPC)”.
Profesor en el Seminario de San Sebastián y en la Facultad de Teología del Norte de España (sede de Vitoria). Ha desempeñado la responsabilidad de ser rector del Seminario diocesano de San Sebastián y, sobre todo, la de ser Vicario General de la diócesis de San Sebastián. José Antonio Pagola es la cabeza visible del movimiento de la teología vasca y es la referencia obligada de la casi totalidad del clero vasco y del llamado laicado comprometido eclesialmente.
Recientemente, según publica en El Correo del 30/1/2011 Pedro Ontoso, la  vaticana Congregación  para la Doctrina de la Fe abre una causa contra José Antonio Pagola por su libro sobre Jesús. Pero de esto se sabrá lo que deba saberse sólo al final, cuando Dios quiera o San Pedro baje el dedo (me permito cambiar de santo, para variar), porque todo  ello discurrirá en el más absoluto de los secretos. Justamente el secreto pontificio.

Tú piensas que es bonito San Fermín, pero ¿qué me dices de San Valentín?

 
Por simple “diletancia” (curiosa palabra que me acabo de inventar) tenía ganas de escribir algo a propósito de este día, San Valentín, conocido mundialmente como el “día de los enamorados”. Curioso que es uno, descubro que en Internet hay ya demasiado. Wikipedia le dedica una buena página: http://es.wikipedia.org/wiki/D%C3%ADa_de_San_Valent%C3%ADn. Incluso hay una página web que lo convierte en monotema: http://www.sanvalentin.com/. Hay, además, muchos otros lugares donde se  comenta y se reflexiona con más o menos profundidad y más o menos acierto. Este, por ejemplo, es interesante: http://blogs.clarin.com/palabrademision/2011/02/13/alguien-que-creia-en-el-amor-san-valentin-14-02-11/
A la vista de lo cual, mis ganas se han desinflado, y no me restan las suficientes como para hilvanar algo que tenga originalidad y consistencia.
Pero, aún así, habida cuenta de la noticia que acabo de recibir de que el Papa pide a la Rota Romana que endurezca las condiciones para reconocer la nulidad de un matrimonio y que al mismo tiempo se aumenten las exigencias para acceder al matrimonio canónico, no me quiero morder la lengua y callarme así, sin más.
No descubro nada nuevo si afirmo que durante la mayor parte de la historia de la humanidad matrimonio y amor caminaron por separado, como si fueran cosas totalmente extrañas. Los esponsales estaban concebidos para unir reinos, afirmar haciendas, concertar alianzas, asegurar políticas y generar descendencia. El amor estaba, claro que no siempre, en otra parte. Y nadie se hacía ningún problema, salvo quienes nada tenían, nada podían esperar y no tenían tampoco nada que perder, y lo único que deseaban era vivir el amor que habían descubierto en su existencia, y que era su única riqueza. Como eran pobres, nadie les tenía en cuenta. Los que no lo eran, hacían de su capa un sayo, y a vivir, que son dos días.
Las cosas han ido cambiando, lentamente por supuesto, y hoy día no conozco persona sensata que no considere que para casarse lo primero que tiene que haber entre la pareja es amor. Lo demás contará lo que cuente, y bienvenido será; pero está después, no es lo primero.
Aún recuerdo, de mis tiempos de estudiante, las discusiones con el profesor de teología matrimonial, que mantenía que el fin primero del matrimonio era la procreación, y que así lo creía la Iglesia. Nosotros se lo discutíamos, e incluso intentábamos en nuestra ingenuidad rebatirle con argumentos escriturísticos y sentencias de los Santos Padres.
Ha pasado el tiempo y no parece que hayan cambiado demasiado las cosas. El matrimonio según la Iglesia sigue siendo considerado como un contrato, aunque pastoralmente intentemos tratarlo como un compromiso de dos personas que se quieren y deciden unir sus vidas para siempre. Y en la sociedad civil, por más razones que me den, percibo que se hace lo mismo, firmar cosas que obligan y reconocer derechos y obligaciones en plan contrato y ante el juez. Esto que digo queda de manifiesto a la hora de las duras, cuando hay que separar casa, luz y lecho, y hacerse cargo de la prole, que a veces es una carga demasiado pesada para los pretendidos deseos de libertad.
El afán de tener números abultados ha producido una masa disforme de bautismos, comuniones y matrimonios, cuantos más mejor, que ahora se reconocen como realizados en falso, sin base ni fundamento, por mucha teoría que se le quiera añadir.
Si ahora las cosas se van a poner algo más serias, y veremos hasta dónde se está dispuesto o dispuesta a llegar, me temo que muchas iglesias de tronío va a ver reducidos sus ingresos de considerable manera.
En todo caso, y sea cual sea el resultado de esto, ¡viva San Valentín!, que sí que llevó hasta el final su coherencia. Dicen que le martirizaron, aunque no se sepa con exactitud en qué lugar ni en qué fecha.

Dios es imposible

 
El cura del pueblo era un santo varón al que acudía la gente cuando se veía en algún aprieto. Entonces él solía retirarse a un determinado lugar del bosque, donde recitaba una oración especial. Dios escuchaba siempre su oración, y el pueblo recibía la ayuda deseada.
Murió el cura, y la gente, cuando se veía en apuros, seguía acudiendo a su sucesor, el cual no era ningún santo, pero conocía el secreto del lugar concreto del bosque y la oración especial. Entonces iba allá y decía: «Señor, tú sabes que no soy un santo. Pero estoy seguro de que no vas a hacer que mi gente pague las consecuencias... De modo que escucha mi oración y ven en nuestra ayuda». Y Dios escuchaba su oración, y el pueblo recibía la ayuda deseada.
También este segundo cura murió, y también la gente, cuando se veía en dificultades, seguía acudiendo a su sucesor, el cual conocía la oración especial, pero no el lugar del bosque. De manera que decía: «¿Qué más te da a ti, Señor, un lugar que otro? Escucha, pues, mi oración y ven en nuestra ayuda». Y una vez más, Dios escuchaba su oración y el pueblo recibía la ayuda deseada.
Pero también este cura murió, y la gente, cuando se veía con problemas, seguía acudiendo a su sucesor, el cual no conocía ni la oración especial ni el lugar del bosque. Y entonces decía:
«Señor, yo sé que no son las fórmulas lo que tú aprecias, sino el clamor del corazón angustiado. De modo que escucha mi oración y ven en nuestra ayuda». Y también entonces escuchaba Dios su oración, y el pueblo recibía la ayuda deseada.
Después de que este otro cura hubiera muerto, la gente seguía acudiendo a su sucesor cuando le acuciaba la necesidad. Pero este nuevo cura era más aficionado al dinero que a la oración. De manera que solía limitarse a decirle a Dios: «¿Qué clase de Dios eres tú, que, aun siendo perfectamente capaz de resolver los problemas que tú mismo has originado, todavía te niegas a mover un dedo mientras no nos veas amedrentados, mendigando tu ayuda y suplicándote? ¡Está bien: puedes hacer con la gente lo que quieras!» Y, una vez más, Dios escuchaba su oración, y el pueblo recibía la ayuda deseada.

Anthony de Mello, El canto de la rana, Sal Terrae, Santander 1988, págs. 14-15

Su mañana es hoy


Este es el lema que utiliza Manos Unidas en su Campaña contra el Hambre de este año. Centra la atención en los millones de niños que mueren antes de tiempo por causas que ya están hace mucho erradicadas de entre nosotros: hambre, enfermedades… Escalofriante es el dato que aporta la organización solidaria: cada 3 segundos muere en el mundo un niño menor de 5 años. No es una invención, es real, suministrado por el Informe de mortalidad infantil 2010, de UNICEF.
La gente de mi parroquia es particularmente sensible a la llamada de la solidaridad, y cuantas veces se le ha pedido ayuda, ha respondido generosamente. Con Manos Unidas se ha portado siempre muy bien, y este año seguro que vuelve a hacerlo.
Enrique Barquín, de quien ya he hablado en este blog, ha contribuido con una obra de su perfil artístico. Se trata de este cuadro:
Mañana lucirá así en el templo, y, aunque no hacen faltan más razones que las del corazón, una imagen como ésta contribuirá a incitar a la generosidad una vez más. Estoy plenamente seguro.
Hace años que coincidimos todas las parroquias de este arciprestazgo en apoyar un mismo proyecto de Manos Unidas. Este año toca construir un ambulatorio médico en una zona selvática de un rincón lejano de la India, en Meghalaya, donde parece que se vive penosamente, a pesar de que estas imágenes resultan paradisíacas. Supongo que habrá también otras que sean mucho menos resultonas.
Umdag, la aldea o paraje donde se va a llevar el proyecto no figura en Internet, lo cual no quiere decir que no exista. No nos equivoquemos, pues, la realidad supera la ficción. Como por otra parte, no podía ser de otra manera.