Vanagloríame yo de no soñar… nunca. Pues esta noche he soñado. y ¡vaya sueñecito!
Soñé que venía de viaje de no sé dónde. Cuando llegamos a casa mi tropa y yo, me dispuse a bajar los bártulos del maletero. En que comencé a hacerlo, apercibíme de que dentro había más cosas de las que yo había metido allí. Unas como lombrices, negras, largas y estrechas, que se movían como si se desperezasen, asomaban entre el batiburrillo que resulta ser el maletero de mi buga cuando me pongo en carretera.
Asombrado descubrí que eran éstas las cosas que transporté sin yo saberlo.
No contento con tener en casa a Moly, Berto y Gumi, alguien a quien creo conocer tuvo la mala foyá de encasquetarme ocho bocas más, para que cuide de ellas y me responsabilice de sus fechorías.
No me desperté del susto; tan atontao me quedé, que sonó el despertador y yo seguí durmiendo.
Esta mañana han tenido que arrancarme de la cama.
Lo dicho, un mal sueño.
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Va a hacer un año que Trufa tuvo ocho cachorros.
Ahora serán ya unos mocetones, buenos cazadores como su madre, y unos gamberros, también como su madre. Entonces me libré de cargar con alguno de ellos, porque ya habíame hecho cargo de Gumi, que es una carga ya de por sí excesiva. Y mira tú por cuanto, esta noche me he encontrado, -bien es verdad que sólo ha sido un sueño-, con que me había tocado en suerte cargar con toda la tropa. No os extrañe, pues, que no quisiera que amaneciera.
Me ha enternecido y encantado la foto de la mama perra y sus cachorritos...
ResponderEliminarUn sueño que puede dar cierto trabajo de ser realidad....hay realidades que pesan más que estos sueños...tal y como está la sociedad....
Un saludo.
¡Menos mal!. Vaya pesadilla, chico.
ResponderEliminarBesos