Esta mañana en el super nadie exigía, pero todos
mantuvimos la distancia prudencial. Y si por un casual pasábamos cerca, lo
hacíamos con rapidez. Todo para que el dichoso bicho no tuviera tiempo de saltar
de uno a otros.
La distancia parece ser muy importante en la vida en
cuarentena que estamos obligados a llevar por un tiempo incierto, hasta nuevo
aviso. Hay otras distancias que son convenientes por prudencia, por respeto, o
sencillamente porque a veces nos conviene alejarnos de bullicio para estar con
nosotros mismos y reflexionar. Esto en cuaresma es lo aconsejable.
Pero hay distancias que, como lo diría yo, resultan
insanas y no indican nada bueno de quienes las procuran.
Dos ejemplos, sin dar nombres.
Hay un señor, médico, que sale mucho por la Sexta
diciendo que en esta crisis del coronavirus todo se ha hecho mal, y que él ya
lo había anunciado. Como no se ha hecho lo que él parece ser había dicho, –y
que habría evitado lo que pasa y lo que pasará–, todo el personal que ha venido
actuando en este tiempo deberían dimitir por inepto.
Otro señor, no es médico ni nada parecido, pero es
hijo. Ha rechazado un testamento de su padre en el que él al parecer está
beneficiado. Lo ha hecho ante notario, y ya no sé si el tal notario sabe
derecho o es el que el derecho se puede torcer a voluntad. Porque, según el artículo
991 de nuestro código de Derecho Civil, “nadie
podrá aceptar ni repudiar sin estar cierto de la muerte de la persona a quien
haya de heredar y de su derecho a la herencia”. Pero eso sí, lo ha hecho,
lo de repudiar, para distanciarse de su progenitor y así no verse implicado en
los tejemanejes económicos en que presumiblemente este está implicado.
Uno, el primero, se ha distanciado de todos sus
compañeros y compañeras médicos y médicas. Ignoro si él trabaja en primera fila
o en la retaguardia. Por favor, que alguien lo compruebe.
El otro, el segundo, ha dado ejemplo de lo que un
hijo nunca debería hacer a su padre: repudiarle. Además, no consigo creer que
fuera para él una novedad lo que ahora se está empezando a saber.
Ya digo, hay distancias que son razonables y algunas
hasta necesarias. Otras, sin embargo, a mi me parecen insanas y muy poco
ejemplares.
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