Avanzando en fidelidad


En cuanto el cielo avisó, corrí tijera en mano a hacer acopio de flores naturales, sí, sin aderezos ni fertilizantes, sin cuidados e incluso sin miradas curiosas. Nadie se percató de mí y de mi afán por apremiarme antes de que la tormenta descargase. Cuando empezó a zumbar la lluvia ya estaban a buen recaudo y colocadas. Hoy lucirán, que es Pentecostés, la fiesta de la pluralidad, la diversidad, la inclusión, la discreción, la sobriedad y hasta de la humildad.
Reniego del adoctrinamiento que he recibido acerca del barroquismo de esta solemnidad. Tal vez no fue premeditado ni pretendido, pero esa catequesis funcionó en mí de esa manera, y me ha costado superarla con los años. Ahora, soy libre para expresarme libremente, los (muchos) años acumulados precisamente me lo permiten.
Corren vientos nuevos, he escuchado estos días por doquier. Hay quien se disgusta por ello, y quien se congratula. Percibo, no obstante, que a la mayoría ni le va ni le viene. Como si se hubiera alcanzado ya una etapa en la que cualquier cosa, no sólo es posible, sino realizable. Lejos de haberse producido una especie de “proletarización” del personal, es más bien lo contrario, “aristocracismo” puro y duro.
Has rejuvenecido, chaval, me dijeron antes de ayer, al verme con el pelo a cepillo, casi al cero (se pasó la peluquera unos cuantos pueblos). Te veo viejo, miguelangel, acabo de escuchar esta mañana. Y ¡qué razón tienen ambas opiniones!
Siempre jóvenes las amapolas que recogí del solar vecino, lucen airosas sobre unas cajas de vino de marca, ribera exactamente (desaparecida con la lija para no hacer publicidad gratuita), en un lugar de honor delante de la Virgen y de su Hijo, para recordarme a mí y de paso a todo el resto, que, si hay que subir, mejor que los peldaños no sean de especulación o vil metal, y que si hay que significar, mucho más lo hará lo que no tiene trampa ni cartón, lo evidente, lo que no requiere rocambolesca explicación ni sesuda disertación.
La fiesta del Espíritu Santo es motivo de alegría, pero también de esperanza, las cosas tienen arreglo por muy mal que estén. Ahí está Francisco poniendo orden en la iglesia de Chile y una actriz afroamericana amansando a la fiera realeza británica. Aquí en casa no lo tengo tan claro, pero es que los iberos de la antigua Hispania somos de comer aparte, por eso tienen que echarnos el pienso de otra manera.
Salvo que salgamos cada quien a buscarnos el condumio como dios no dé a entender, como he hecho yo con las amapolas.



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