De todos los acontecimientos actuales o pasados que
coinciden en este día de hoy, me ha sorprendido, y gratamente, la noticia de que
un señor de Huesca haya conseguido una calabaza de 631,6 kilos, superando el
record anterior en la no despreciable medida de 142,6 kgs. Tal pedazo de
cucurbitácea rompe los moldes de lo que yo acostumbro a conocer. ¡Menuda
purrusalda!, que diría mi querida y añorada Margarita.
De pequeño conocí aquellas calabazas con estrechez
hacia la mitad y dos desiguales abultamientos con un orificio en el superior, que
en mi pueblo se usaban para el agua o el vino, a falta o en lugar del botijo y
el porrón, que costaban y no se daban en el campo. Luego, en el cole, calabazas
eran las malas notas. Y más tarde, los nones de las niñas hacia los niños. Ahora
disfruto de ellas haciéndolas pasar por la cocina y comiendo.
Pero una supercalabaza de más de media tonelada son
palabras mayores, eso es un calabazón. La nota periodística explica que el
hortelano lleva tiempo haciendo componendas con las semillas, y que una parte
de la combinación procede de los estados unidos. Ahí debe estar la madre del
cornero. Por estas tierras no se conocían tales tamaños. También emplea tiempo
y dedicación; pero eso ya se supone, porque este terruño nuestro es duro e
ingrato, y no suele soltar prenda sin esfuerzo. Lo saben nuestros campesinos,
ahora hay que llamarlos agricultores, que siguen trabajando de sol a sol, como
siempre, aunque cómodamente sentados y elegantemente vestidos.
A la vista de los últimos acontecimientos, hay otra acepción
de calabaza que se pone de actualidad: cabeza hueca, huera o vacía.
Cuando tío Fernando quería indicar que yo había
actuado insensatamente me espetaba: ¡melón!
Visto lo visto, lo de menos es esa calabaza de
tamaño colosal que se puede conseguir, al fin y al cabo, con dedicación y
manejando hábilmente la genética. Lo verdaderamente complicado es convertir el
territorio nacional en melonar sin que salgan pepinos a mansalva. Y eso está
por ver.
Yo también tengo una cucurbitácea, regalo de alguien
bien intencionado. Estoy dándole vueltas cual pueda ser su utilidad. De momento
ahí la tengo de adorno. Ella también está a la espera de una oportunidad.
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