Cervantes en Valladolid, Valladolid en Cervantes



Como lo prometido es deuda, Paz Altés nos invita a ver nuestra ciudad al hilo de lo que vivió y escribió aquí el autor del Quijote, Miguel de Cervantes. Estaba pendiente desde hace tiempo, y a las 20:30 horas del lunes día 20, nos cita en la fuente de la Plaza de Zorrilla para callejear con sentido por estas calles de sobra conocidas, pero no suficientemente contempladas.
En medio de un tráfico aún sonoro, de paseantes sin prisas y de terrazas a rebosar, ante un sol potente en su ocaso, comenzamos.

Cervantes en Valladolid, Valladolid en Cervantes

Casa de Cervantes – Calle de Miguel Íscar – Casa Mantilla –Calle de Santiago esquina con calle de Santa María – Antigua Acera de San Francisco – Plaza de Fuente Dorada – Plaza de la Universidad


1.º La casa de Cervantes y familia. [Casa de Cervantes]

Es posible que Miguel de Cervantes aprendiese a leer y a escribir en Valladolid, porque la primera vez que vino a nuestra ciudad tenía 5 años. Fue en 1551 y, durante casi dos años, el niño Miguel y su familia se instalaron en una casa alquilada, de dos pisos, en la Acera de Sancti Spiritus (frente al Hospital Militar). Cervantes llegó acompañado de su abuela paterna (Leonor), su tía María Cervantes y una hija de esta (Martina), sus padres (Leonor y Rodrigo), sus hermanos Andrea, Luisa y Rodrigo. En Valladolid nació la benjamina: Magdalena. En ese tiempo, la familia vivía del dinero de la tía María (que había vendido una casa en Alcalá) y del poco dinero que ingresaba Rodrigo Cervantes, como “sacamuelas, sangrador y barbero”.

La segunda vez que Cervantes vino a Valladolid tenía 57 años –una persona bastante mayor para la época–. Era el verano de 1603 y la Corte de Felipe III acababa de instalarse en la ciudad, que ya había ganado la condición como tal (1596). Miguel de Cervantes venía de Sevilla (donde había estado en prisión) y le acompañaban: sus hermanas Magdalena y Andrea; su hija natural, Isabel; su sobrina Constanza; y una sirvienta, María de Ceballos. Muy pronto, en Valladolid, comenzó a conocérselas como “las Cervantas”. En el camino de Sevilla a Valladolid, Cervantes dejó el manuscrito de El Quijote, al impresor madrileño Francisco de Robles. En esta segunda estancia en Valladolid, la familia vivía de lo que “las Cervantas” ganaban cosiendo y lavando “para fuera”; y de los pocos ingresos que a Miguel de Cervantes le proporcionaba la literatura.

Miguel de Cervantes arrendó una de las viviendas que Juan de Nates acababa de construir en el llamado Rastro de los Carneros –matadero de reses del lugar–. A Juan de Nates, le sucedieron diversos propietarios, hasta que en 1912, Alfonso XIII –con dinero propio– (representado por el marqués de Vega Inclán) y la Hispanic Society (representado por Archer Huntington) las adquirieron a sus entonces propietarias por 40.000 pesetas. Cervantes y su familia ocuparon una de las viviendas del segundo piso del número 14. En el bajo de la casa había una taberna; y en cada piso, vecinos a izquierda y derecha. En 1866, el profesor José Santamaría de Hita, que llevaba tiempo estudiando el inmueble, descubrió en una de las paredes del portal una sencilla cruz grabada, que se interpretó como certificación de que aquella era la casa en la que había fallecido Gaspar de Ezpeleta y, por lo tanto, la casa en la que había vivido Cervantes en 1605. Cervantes y su familia residieron en Valladolid hasta 1608, dos años después de que la Corte volviera a Madrid.



2.º La muerte del caballero Ezpeleta. [calle de Miguel Íscar]

El 27 de junio de 1605, hacia las 11 de la noche, un embozado salió al paso del caballero navarro Gaspar de Ezpeleta, a la altura del puente sobre el Esgueva, frente al Rastro de los Carneros. El hombre asaltó a Ezpeleta, le propinó dos estocadas y huyó. A los gritos de socorro del herido acudió Luis de Garibay quien, con ayuda de Miguel de Cervantes (que también salió de casa para ayudar), llevó a Ezpeleta hasta casa de su madre, Luisa de Montoya, titular de la vivienda de enfrente de la de la familia Cervantes, en el segundo piso del número 14 de la calle nueva del Rastro. Ezpeleta falleció al día siguiente, de madrugada. Para entonces, el alcalde de villa y corte ya había iniciado pesquisas para averiguar qué había pasado.


3.º El hospital de El casamiento engañoso / El coloquio de los perros. [Casa Mantilla]

"Salía del Hospital de la Resurrección, que está en Valladolid, fuera de la Puerta del Campo, un soldado que, por servirle su espada de báculo y por la flaqueza de sus piernas y amarillez de su rostro, mostraba bien claro que, aunque no era el tiempo muy caluroso, debía de haber sudado en veinte días todo el humor que quizá granjeó en una hora. Iba haciendo pinitos y dando traspiés, como convaleciente; y al entrar por la puerta de la ciudad, vio que hacia él venía un su amigo, a quien no había visto en más de seis meses; el cual, santiguándose como si viera alguna mala visión, llegándose a él, le dijo: -¿Qué es esto, señor alférez Campuzano?"


5.º Cervantes, interrogado en la Cárcel de Corte. [Calle de Santiago, esquina a calle de Santa María]

Durante la estancia de la Corte de Felipe III en Valladolid, los asuntos de orden público que acontecían en el lugar los juzgaba el llamado “alcalde de villa y corte”, cuyo “cuartel general” era la “cárcel de corte”, la cual, desde 1603 se encontraba en la conocida como Casa del Canónigo (hoy calle de Santiago, 15). Tras el asesinato de Gaspar de Ezpeleta, todos los vecinos de las casas del Rastro e inmediaciones fueron interrogados en dicha “cárcel”, aunque ninguno de ellos fue realmente encarcelado sino que todos volvieron a casa bajo fianza, cuando el interrogatorio finalizó. El expediente en el que se recoge todo este proceso, viajó a Madrid cuando la Corte volvió allí, en 1606. En la actualidad se conserva en la Real Academia Española. Además de a los vecinos, el alcalde de villa y corte también tomó declaración, entre otros, a Gaspar de Ezpeleta en su lecho de muerte –en su declaración no aclaró la identidad del asaltante– y a la patrona de la pensión en la que se hospedaba Ezpeleta en la calle de los Manteros (hoy Mantería). Esta última puso a los investigadores sobre la pista de la verdadera “vida” que llevaba Gaspar de Ezpeleta y contó cómo, después de conocerse su muerte, una mujer había ido a verla diciéndole que Ezpeleta le había robado unas joyas. Al parecer, esta mujer, que estaba casada, era una de las amantes de Ezpeleta…


6.º Los consejos de El licenciado Vidriera en la Acera de San Francisco. [Plaza Mayor, antigua Acera de San Francisco]

"No pregunto eso, sino que cuál es mejor lugar: ¿Valladolid o Madrid? Y respondió: De Madrid, los estremos; de Valladolid, los medios. No lo entiendo repitió el que se lo preguntaba. Y dijo: De Madrid, cielo y suelo; de Valladolid, los entresuelos.”

Aquí, en la Acera de San Francisco, había a comienzos del siglo XVII, un gran convento franciscano. En él quiso enterrarse Gaspar de Ezpeleta y así se hizo. Para sufragar sus últimas voluntades, su amigo, el marqués de Falces, vendió las pertenencias de Ezpeleta. Para ello tuvo que solicitar al alcalde de villa y corte que se las entregase y fue entonces cuando, al cotejar los objetos que el finado llevaba encima y lo que de él se había recogido en la pensión en que vivía, se vio que en los bolsillos del jubón había dos pares de pendientes cuya descripción coincidía con los que la amante de Ezpeleta había echado en falta. En el mismo bolsillo se encontró también un papel escrito y bien doblado. Pero lo que allí ponía no fue registrado en el expediente, presuntamente porque el alcalde de villa y corte quiso encubrir algo o a alguien… Ahí acaba esa historia…


7.º El caño dorado en La ilustre fregona. [Plaza de Fuente Dorada]

“Los mancebos, con solo un criado y a caballo en dos muy buenas y caseras mulas, salieron a ver la fuente de Argales, famosa por su antigüedad y sus aguas, a despecho del Caño Dorado y de la reverenda Priora, con paz sea dicho de Leganitos y de la estremadísima fuente Castellana, en cuya competencia pueden callar Corpa y la Pizarra de la Mancha. Llegaron a Argales, y cuando creyó el criado que sacaba Avendaño de las bolsas del cojín alguna cosa con que beber, vio que sacó una carta cerrada, diciéndole que luego al punto volviese a la ciudad y se la diese a su ayo, y que en dándosela les esperase en la puerta del Campo.”

Hemos visto que Cervantes escribió en Valladolid El licenciado vidriera y El casamiento engañoso/El coloquio de los perros. En ambas obras, parte de la acción acontece en Valladolid. Sin embargo, hay otras obras cervantinas en la que también se nombra a Valladolid, aunque el escritor no las escribiese aquí. A saber: La gitanilla (se cita la iglesia de San Llorente), La Galatea (se cita el río Pisuerga), La ilustre fregona (se cita la Fuente Dorada) y Los habladores (se cita la plaza del Ochavo).


8.º La estatua de Cervantes y otros homenajes vallisoletanos a Miguel de Cervantes. [Plaza de la Universidad]

Desde que en 1866, se declaró oficialmente que la Casa de Cervantes en el Rastro era auténtica, Valladolid ha protagonizado diversos gestos en homenaje al autor de El Quijote: colocación de la estatua de Mariano Pérez Mínguez (1877 y 1889); asignación de nombres cervantinos a calles de la ciudad (calle de Cervantes; calle del Licenciado Vidriera; calle de La Galatea; Pasaje de Dulcinea…); asignación de nombre a un colegio público (C.P. “Miguel de Cervantes”, Delicias); asignación de nombre al teatro construido por Nicasio Pérez (operativo hasta 1929) en la calle de Santa Lucía: Teatro Cervantes; asignación de nombre a un segundo teatro en la calle del Santuario; etc. 


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