De Virgen a Virgen


Nacimiento de la Virgen. Bocaccio Bocaccino (1466-1525). Catedral de Cremona

De Virgen a Virgen…
¿Y en Madrid no es fiesta? Pues qué raro. Porque si el otro día, en el que dejé de escribir, no había localidad que no celebrara a María, hoy tal parece que tampoco. Por eso rompo mi silencio.
Oficialmente es la Natividad de la Virgen María. Pero cada lugar se la ha apropiado a su manera y esta es una pequeña lista que lo expresa:
Nuestra Señora de los LLanos, en Albacete;
Nuestra Señora de Meritxell, en Andorra;
Nuestra Señora del Pino, en Canarias;
Nuestra Señora de la Peña, en Salamanca;
Nuestra Señora de Fuensanta, en Murcia;
Nuestra Señora de la Cinta, en Huelva;
Nuestra Señora de la Victoria, en Málaga;
Nuestra Señora de Monserrate, en Alicante;
Nuestra Señora de Covadonga, en Asturias;
Nuestra Señora de San Lorenzo, en Valladolid;
Nuestra Señora de Núria, en Urgell;
Nuestra Señora del Coro, en San Sebastián;
Nuestra Señora de Soterraña, en Segovia;
Nuestra Señora de la Encina, en Ponferrada;
Nuestra Señora de la Peña de Francia, en Salamanca;
Virgen de Guadalupe, en Extremadura;
Nuestra Señora de la Consolación, en Sevilla;
Virgen de la Concha, en Zamora;
Virgen de Cortes, en Albacete;
Virgen de los Árboles, en Zamora;
Virgen del Mar, en Granada;
Nuestra Señora de la Vega, en Salamanca;
También de María de Nazaret se celebra el nacimiento, como de su hijo, Jesús, y de su sobrino, Juan; además de su despedida, el pasado día 15 de agosto.
Fecha no consta, y lugar tampoco. No creo que naciera tal como lo pintó Bocaccio Bocaccino en 1515 sobre el yeso de una pared de la catedral de Cremona, en Italia, porque para tener tanta asistencia… ni que fuera hija de marqueses.
Más bien ocurriría en la sencillez de un lugarcito de la antigua Palestina y con la concurrencia de algunas experimentadas y animosas vecinas. Lejos del mundanal ruido, y sin reflejo en los ecos de sociedad.
Afortunadamente no hay dogma que lo acredite, porque ni falta que hace. Nació y punto. Como cualquier hijo/hija de vecino. Ni ángeles, ni trompetas celestiales, ni nubes abriéndose en lo alto, y si se me apura puede que la gota fría, típicamente mediterránea, amenazara anegar la tierra toda.
Por eso creo que más atinado estuvo Murillo, don Bartolomé, al pintar el evento en plan familiar:
El nacimiento de la Virgen. Bartolomé Esteban Murillo. Museo del Louvre. Paría

Puesto que no mucho más se puede decir del nacimiento de esta niña, muy arraigado por otra parte en la religiosidad popular desde por lo menos el siglo V ó VI, sí merece la pena resaltar que esas múltiples y variadas advocaciones que recibe en el día de hoy resultan del hecho de tratarse de “Vírgenes encontradas”: es decir, imágenes escondidas en tiempo de persecución y descubiertas luego de manera casual o milagrosa. El pueblo enseguida las asumió y las entronizó como emblema e icono de su fe.
Así es, por ejemplo, el caso de la Patrona de mi ciudad, Nuestra Señora de San Lorenzo:
«La historia de la Virgen y de su patronazgo vallisoletano se inscribe en las leyendas del final de la Hispania Visigoda, cuando fue frecuente la ocultación de imágenes ante el temor de una invasión musulmana. Otros apuntan el origen en el siglo XI o XII, con los almorávides, cuando hacia el año 1091, un sacerdote, procedente de Consuegra (Toledo), llega a Valladolid a lomos de una mula portando una imagen mariana que quería salvar de los saqueos musulmanes. Este sacerdote escondió la imagen en una pequeña cueva a orillas del Pisuerga, en el exterior de las murallas de Valladolid, cerca de la “Puerta de Aguadores”, lugar por donde los trabajadores del gremio bajaban al río a recoger el agua que después distribuían con carros y mulas por la ciudad.
Se cuenta que hacia 1125 un pastor, que cuidaba su rebaño junto a la ribera del río, encontró casualmente la imagen de una Virgen con el Niño en aquel lugar. Su aparición fue considerada milagrosa y se colocó presidiendo aquella puerta; así comenzó a ser venerada como la “Virgen de los Aguadores”. 
Hacia mediados del siglo XII, cuando ya la imagen gozaba de gran veneración popular, fue trasladada a una cercana y pequeña ermita dedicada a San Lorenzo Mártir, localizada extramuros, donde recibió culto. Ante el aumento de su devoción y la propagación de su fama milagrosa, en 1485, el Regidor y merino Don Pedro Niño mandó construir sobre la ermita una iglesia de nueva planta, con la misma advocación, pero dedicada “A la Virgen de San Lorenzo”, nombre con que se la denomina desde entonces».
Actualmente habita en novedoso templo construido en los bajos de un moderno edificio de viviendas, porque esta ciudad y sus pobladores no fueron capaces de rascarse el bolsillo para construirla uno en mejores condiciones. El otro día, sin ir más lejos, se anegó con el torrente de una tormenta de verano que no fueron capaces de achicar los desagües de tal patio de vecinos. Eso sí que fue oír misa y recogiendo agua a golpe de fregona…
Ahora, pues, estamos de fiesta, y si anoche sonaron fuegos artificiales, esta mañana reinaba un silencio vacacional muy placentero. Normal, si de lo que se trata es de celebrar el nacimiento de una niña, hace muchos, muchos años, cuyas gracias no terminaremos nunca de apreciar, aunque nuestra memoria sea tan efímera que no sea capaz de retener las imágenes de tantos niños y niñas que mueren sin haber vivido.
Aylan no es el último de la lista, desgraciadamente.



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A diferencia de lo que ocurre con el nacimiento de Juan Bautista, los evangelios no dicen nada del nacimiento de la madre de Jesús.

La primera fuente de la narración del nacimiento de la Virgen es el apócrifo Protoevangelio de Santiago, que lo cuenta de esta manera:

“Y, al día siguiente, (Joaquín) presentó sus ofrendas, diciendo entre sí de esta manera: «Si el Señor Dios me es propicio, me concederá ver el disco de oro del Gran Sacerdote». Y, una vez hubo presentado sus ofrendas, fijó su mirada en el disco del Gran Sacerdote, cuando éste subía al altar, y no notó mancha alguna en sí mismo. Y Joaquín dijo: «Ahora sé que el Señor me es propicio, y que me ha perdonado todos mis pecados». Y salió justificado del templo del Señor, y volvió a su casa.
Y los meses de Ana se cumplieron, y, al noveno, dio a luz. Y preguntó a la partera: «¿Qué he parido?» La partera contestó: «Una niña». Y Ana repuso: «Mi alma se ha glorificado en este día». Y acostó a la niña en su cama. Y, transcurridos los días legales, Ana se lavó, dio el pecho a la niña, y la llamó María”. (V, 1-2)

La tradición sitúa el nacimiento de la Virgen en Jerusalén, en el lugar donde debió existir una basílica en honor a María Santísima, junto a la piscina probática, según cuentan diversos testimonios entre los años 400 y 600. Después del año 603 el patriarca Sofronio afirma que ése es el lugar donde nació la Virgen. Posteriormente, la arqueología ha confirmado la tradición.

La fiesta fue fijada el día 8 de septiembre probablemente porque, representando María el papel de comienzo de la obra de la salvación, era muy oportuno celebrar su nacimiento al principio del año eclesiástico según el Monologium Basilianum. Una narración apócrifa, titulada De ortu Virginis (sobre el nacimiento de la Virgen), ponía la concepción en el seno de santa Ana a primero de mayo, y refería que Nuestra Señora había nacido, a los cuatro meses de gestación.

De otra manera se explica a partir de la fiesta de la Inmaculada, 8 de diciembre. El nacimiento habría, pues, que situarlo nueve meses después.

2 comentarios:

  1. Mi querido Miguel Ángel, Veo que sigues publicando en tu blog como siempre cosas interesantes; cuanto tiempo sin dejarte un comentario, es verdad que ahora entre mi hernia discal ( en tratamiento y fisioterapia,llevo un año) y mi precioso nieto Héctor apenas tengo tiempo.
    Me ha gustado reencontrarte, te visito de vez en cuando pero estoy de un perezoso...
    Muy ilustrativo e interesante tu relato.
    Un abrazo grande desde Monzón (Huesca)

    María Luisa.

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  2. María Luisa, Monzón no necesita más explicación. Tampoco tú, que ya eres bien conocida en este blog. ¿Perezosa? No me lo creo. Tendrás otras delicatesen que disfrutar y que ocupen tu tiempo. La abuelez, por ejemplo, según tengo entendido llena mucho la vida. Héctor disfrutará contigo. ¡Consiéntele! Esa es una tarea promordial. Pero no te lo subas, que la espalda se quejará y te reñirá.
    ¡Qué alegría saber de ti! Echa, por mí, una miradita a las montañas, que a mí me pillan muy lejos.
    Y no te tardes demasiado en volver, que aquí continuaré…
    Un besote desde la meseta castellana.

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