Sobre el agua y a igual distancia de ambas costas, en medio del
Mediterráneo. Si el cielo no es un lugar, y el purgatorio tampoco, el infierno
necesita coordenadas terrestres para existir y medidas horarias para
experimentarlo y sufrirlo.
En una patera abarrotada de pobres gentes, ¡qué movió a unos para
arrojar a otros por la borda! No es pregunta, es exclamación. De haber
respuesta, tendríamos que pedir explicaciones al director de esta obra de teatro.
Sin embargo, no es suficiente mostrar sorpresa, indignación,
perplejidad, impotencia… Da lo mismo que fueran moros contra cristianos; podría
haber sido al revés, y resultar lo mismo de esperpéntico, de infernal.
Unas miserables personas huyendo de la miseria, no consiguen salir de
ella ni siquiera cuando están camino de alcanzar el paraíso. Una de dos, o el
infierno no quedó atrás y lo llevaban consigo, o está precisamente allá donde
se dirigían y sus efluvios los alcanzaron con su vesania.
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