Todo empezó con que una herramienta que uso desde hace la tira, cascó.
Reponerla suponía gastarme casi mil quinientos euros (1.500). No podía ser. Hay
que buscar alternativas más baratas, o gratis. La encontré: Scribus.
A continuación AEAT me exigió usar 10.7 o superior. Eso conllevó anular
otras dos aplicaciones que también uso de antiguo: Filemaquer y Photosoph. Si
una es insustituible, la otra tiene par en gratuito: GIMP.
Luego, tras Mavericks, vino Yosemite. Y el mac se puso de uñas, y yo de
los nervios.
Al final he conseguido recuperar y/o mantener todo el material acumulado
a lo largo de más de veinte años, desde que Roberto, mi hermano, me endosó su
pequeño y coqueto mac en el ochenta y ocho.
Así las cosas, la impresora dejó de funcionar por agotamiento del
cartucho. Llevo esperando repuesto más de quince días. Y como empieza la catequesis, hay que
sacar listas y programas… No importa, vía usb saco fotocopias en la tienda del
barrio. Pero no es plan.
Aún así, he calzado sandalias y he salido de casa en manga corta hasta
hace unas pocas horas. La vida, la climatología, sonreía. La política, no.
Y cuando ha llegado el frío, se me ha arrugado la cara. No, no ha sido
por la bajada de temperaturas. La auténtica razón es el desolado panorama en el
que habito.
Ha llegado el invierno sin transición. He tenido que recoger la cosecha de membrillos a toda prisa para que no se pierda con alguna helada traicionera. No habían cuajado aún los frutos, ni dan la talla, y la mermelada que salga será más bien escasa.
¿Dónde quedó el otoño? La estación que más me gusta ha pasado de largo, o no la han dejado
entrar.
Una pérdida irreparable.
Y en esas estaba cuando descubro que una entrada del año pasado estaba
averiada porque alguien borró su página y me birló una foto. Reeditarla no ha
sido costoso, pero tampoco es plan. Hay quien deja abandonadas sus cosas y ahí
siguen aunque no tengan mayor interés, y hay quien parece que le urge borrar
las que sí lo tienen. Me prometí que no lo iba a consentir, y en cuanto me
descuido me la cuelan.
Descuido ha sido lo de Pilar, que se saltó el régimen sin gluten y volvió
a las andadas. ¡Sólo han sido unos buñuelos! Hoy, en penitencia tengo preparados
unos espaguetis de mercadona, que cuida bien a los intolerantes y similares.
Y volviendo a lo del principio, salvo Time Machine, que rechina, el
resto de mi mac con Yosemite parece encontrarse a gusto. ¡Que dure!
Y ¿qué decir de las fotos en picasa? Tanto cambio y tanta modernidad me apabulla. Felizmente he dado con el quid, pero no porque abunden las explicaciones. Ahora basta con arrastrar las cosas. ¡Qué desastre!
Durará por mucho tiempo este frío de mis manos. Aproximadamente… hasta el verano del año que viene.
Eso te pasa por trabajar con "Appel".
ResponderEliminarMac siempre ha sido más especial, más particular. Siempre tendrás problemas más específicos.
Microsoft con Windows es más general, más universal y la mayoría de los programas de todas las empresas trabajan en ese entorno. Las actualizaciones tanto de programas (soft)como de ordenadores (hard) siempre encajan y son compatibles.
No te creas que romperse una aplicación tenga que deberse a trabajar con mac. Fallan mucho más en otros sistemas.
ResponderEliminarTengo appel porque fue lo primero que me encontré y me resultó sumamente fácil de utilizar. A la vista de lo que la gente me cuenta, no lo cambio por nada.
Si es elitista o no, yo no lo sé. ¿Problemas? Te puedo asegurar que con soft ninguno. Y con el hard sólo una vez, porque era mucha novedad y los técnicos no daban con el asuntito. A partir de entonces, todo como la seda.
Pasa, sin embargo, que no actualizo con regularidad, y cuando lo hago, siempre a la fuerza, no estoy al nivel requerido. Y me cuesta ponerme al día con las novedades.
En realidad es que estoy viejo para estas cosas, en las que los peques corren que se las pelan.
Gracias, Andrés, por visitarme