En este día que libro, es un decir porque aquí no suelen ocurrir ese tipo de
días, y con el ordenador algo más ordenado que en fechas anteriores, he entrado
en mi biblioteca fotográfica para subir alguna foto a picasa. Desde ahí luego
las tomo para el blog.
Casi sin querer, me vi sorprendido por una aplicación interna del renovado iPhoto
que detecta las caras de todo el almacén. Y ya puestos, fui repasando
rostros conocidos.
En todos los eventos en los que he participado cámara en ristre,
generalmente encuadraba grupos realizando la actividad que en ese momento
interesaba. Pocas tiré a personajes solos, salvo que tuvieran alguna
significación para el conjunto. Por eso, pocas veces me he parado en quién salía y en quién no. Y todas
las tengo agrupadas y etiquetadas al margen de quienes estuvieran, preocupado
por señalar qué se estaba haciendo.
Hoy, sin embargo, me mirado caras. Miles. Según la máquina, más de siete
mil. Y me he quedado pasmao. Tan enfrascado he estado en el asunto que me
olvidé de encender la calefacción. Y en cuanto se marchó el sol, me congelé. No sólo las manos, el resto de mí, todo entero, está para pasar por la
piscina climatizada, y volver a su ser.
Curiosa prestación la de esta aplicación actualizada con Yosemite, que detecta los rostros y los
empareja, formando colecciones que me ha resultado placentero visionar.
Va a haber sorpresas como se me ocurra sacar del baúl de los recuerdos
instantáneas de cuando alguien que me sé utilizaba pantalones cortos.
Imaginándome la cara que vayan a poner, ya entro en reacción.
Deseando...
ResponderEliminarGerundio?
Tú dirás!