San Francisco, patrono de los animales y de los veterinarios


Gumi aún no se ha enterado. A Berto ni le nombro. Mientras paseo con ellos atados de mi persona doy en cavilar o rezo. Hoy es San Francisco de Asís, su patrono. ¿Me tocará a mí algo por eso de que quiero a estos animales? Aunque sea sólo porque los cuido y curo cuando lo requieren, del patrono de los veterinarios digo yo que algo participaré.
No cito a Bienve ni a Mi canario, porque con ellos el diálogo resulta algo más opaco. Pero tengo entendido que también con las aves tuvo que ver el de Asís.
En todo caso, y aunque no milite en partido animalista alguno, me congratulo de que entre los santos y santas exista alguien que haya salido por todos ellos, sin esperar nada a cambio.
He encontrado un ejemplar curioso, un voluminoso libro titulado "San Francisco de Asís", con ilustraciones de José Benlliure y comentarios del P. Antonio Torró, publicado en Valencia 1926 a expensas de la Tercera Orden Franciscana, con ocasión del VII Centenario de la muerte de San Francisco de Asís. De él que extraigo esta lámina ilustrada:

Francisco acaricia un corderillo

"No seamos sabios y prudentes según la carne, sino más bien sencillos, humildes y puros" (San Francisco, Carta a los fieles)
23
José Benlliure Gil. Gouache. "San Francisco de Asís", Valencia 1926
En el lenguaje de la vida religiosa, las cosas alcanzan frecuentemente categoría de signos trascendidos por la simbolización. Por analogía, la imagen inmaculada del Cordero de Dios surge espontánea en la imaginería espiritual del santo, al contemplar la blancura inocente del cordero mínimo. Ambos religiosos se arrodillan y Francisco lo acaricia enternecido.
El cuadro muestra el amor del santo por todas las criaturas del Señor, que aquí se ha detenido para acariciar a un corderito. En el centro de la composición aparecen Francisco, su compañero y el pequeño animal cuya blancura le hace destacar del conjunto.
El gesto cariñoso del Pobre de Asís pasa desapercibido para las dos figuras que tras la cerca están conversando. Su posición en el fondo de la obra está acentuada por la sumaria representación, unos sencillos trazos de pincel. Tras ellos el amplio paisaje cuyo colorido y luminosidad crean un eficaz efecto de lejanía.

Y tras el comentario, otro comentario que escribiré cuando encuentre un ratejo…
 
Esta foto está tomada esta misma noche en la plaza de San Pedro del Vaticano. No está Francisco, el de Asís; no pudo asistir por razones obvias. Está el de ahora, Francisco papa. No hay animalitos, sino personas, sin que por ello desmerezca el espectáculo. A falta de luz impresa por el autor de la instantánea, se ven lucecitas que enarbola el público asistente. No hay gesto tierno, salvo el de papás y mamás hacia sus hijos/as. (Esto lo he visto en el vídeo). En fin, hay muchos detalles que más de dos horas, si se aguantan, son tiempo suficiente para almacenar.
Pero hay un algo que no está explícito, y que quiero sacar a la luz. Me explico:
Cuando voy a mi médica, ella me pregunta qué me pasa. Y tras escucharme, me ausculta, me toma la tensión y me pesa. Luego aconseja y, en su caso, solicita alguna prueba, receta o remite al especialista.
Cuando me encuentro con mi veterinario favorito no necesito hablar. Al mirarme ya me diagnostica. Y suele acertar.
Es diferente, ¿verdad?
Pues en esa foto hay una persona que ha tomado el pulso a la humanidad entera y ha hecho su diagnóstico. Y es correcto. Por eso no es de extrañar que suyas sean estas frases que me retrotraen a muchos años atrás:
“La colegialidad episcopal se manifiesta en un camino de discernimiento espiritual y pastoral, para intentar saber lo que el Señor quiere de nuestra Iglesia. Debemos escuchar lo que gritan los hombres de nuestro tiempo, y hacer nuestras las tristezas y las esperanzas”.
“Tenemos una ocasión providencial para renovar, a ejemplo de San Francisco, la Iglesia y la sociedad. Con la alegría del Evangelio llevaremos el paso de una Iglesia reconciliada y misericordiosa, pobre y amiga de los pobres, con capacidad de vencer, con paciencia y amor, las aflicciones y las dificultades que vengan tanto de dentro como de fuera”.
“Oremos por el Sínodo que iniciamos mañana, que nos dé la luz para escuchar a Dios y el clamor del pueblo, disponibilidad a confrontarnos de forma sincera, abierta y fraterna, mantener nuestra mirada fija en Jesucristo, haciendo lo que Él nos diga”.
“Invoquemos la disponibilidad de un diálogo sincero, abierto y fraterno, que lleve con responsabilidad pastoral a dar respuestas a los interrogantes de este cambio de época”.
“¿Cuántas personas viven en la resignación o en el abandono? ¿En cuántas casas no entra el vino de la alegría, ni el sabor de la vida? A unos y a otros, en esta tarde, nos acercamos con nuestra oración. Una oración por todos…”
No me cabe duda. Francisco de Asís “patronizaba” –¿patroneaba?– aquella magna reunión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario