Me han
regalado un chaleco. Bueno no, en realidad me lo obsequiaron hace tiempo. Pero
lo dejé colgado y ha sido ayer, que hacía bueno pero casi no, cuando me lo he
puesto por primera vez.
En un
momento dado quise meter las manos en los bolsillos, y me quedé… perplejo. No
sabía exactamente en cuales de ellos tenía que hacerlo.
Empecé a contar…
y encontré dieciséis. ¡DIECISÉIS!
Así y
todo, me ha dado por escribir en el buscador “chaleco con dieciséis bolsillos”,
y salen 1.290.000 páginas que hablan de él. En imágenes no pude contar, pero
varios cientos sí que he visto.
Se trata
de una prenda que por el interior, además de dos bolsillos camuflados, tiene
una etiqueta que pone: “adventure wear BOSKER”.
Me ha
resultado complicado dar con las llaves del coche al salir de la piscina. No sé
si me va a interesar tanto bolsillo.
En otro
orden de cosas, he leído que en el congreso se va a votar la ley de sucesión
nominalmente. Debe ser para que quienes tengan opinión propia distinta de la
del partido puedan actuar con libertad.
Podrán
votar sí, no o abstenerse. Y no me queda nada claro si hay trampa o no la hay.
Como se trata del Congreso de los Diputados, supongo que el juego será limpio.
El sí está
claro lo que significa. El no y la abstención… no tanto. Quien vote en contra
de esa ley puede hacerlo porque no le guste o porque no quiere que haya sucesión
real o ni siquiera exista monarquía. Y la abstención se presta a múltiples interpretaciones:
paso de monarquías, paso de leyes, paso de Juan Carlos, paso de Felipe, paso
del Congreso, paso del Estado, no tengo ni idea de qué va esto…
Veo que
esta situación se parece mucho a mi chaleco; tiene tantos bolsillos que no sabe
uno dónde meter las cosas, ni qué ni cuántas cosas lleva uno encima. Y lo que es
peor, cómo encontrarlas.
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