Vae victis



Por eso precisamente lo que importa es ganar. A toda costa. Es lo que tiene la competición. Si ganas, ganas. Si pierdes, ¡dolor al conquistado!
Ganar/perder no tiene alternativa. No es ganar o perder; no. Es ganar… o ganar. Porque perder te anula por completo. Todo para el vencedor. El derrotado… incluso lo que tiene, lo pierde.
Así pensaba yo esta tarde al ir a mi sesión natatoria. Veía gente de vuelta, camiseta del pucela, seria y silenciosa. Mal van las cosas, pensé. El Valladolid no consigue la permanencia ni jugando en casa.
En efecto, perdió y ya es de segunda. Y lo mismo le pasó el otro día al Barsa, y hoy a Nadal en Roma. Y al Osasuna, que también ha perdido la categoría máxima.
Por cierto, ¿qué será del Real Madrid de baloncesto? En estos precisos momentos está en la cuerda floja…
El caso es que me zambullí en el cálido agua de la de parquesol y braceé a ritmo, sin prisas, sin forzar, sin pretender ganar nada, nada que perder. Ni siquiera kilos, salvo que me quede en el chasis. Nadaba y pensaba.
En Cañete, por ejemplo, que no quiso competir para que no lo tildaran de machista. Pero al expresarlo, no sólo no ganó, veremos a ver en qué depara.
Lo malo ocurre, es decir, lo peor, cuando no quieres pero te combaten. Entonces, aunque no pretendas ganar, puedes ser derrotado. Y eso si que tiene visos de tragedia.
Hay que precaverse, porque el enemigo puede aparecer por cualquier parte, sin avisar, sin pagar entrada. Puedes perder absolutamente todo, incluso llegar a una existencia anulada.

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