Y que nadie piense
que voy a recitar aquel especie de trabalenguas con el que tanto deleitaba a su
público “la faraona”. Aún sigo intentando entender lo que quería decir con
aquel discurso musicalizado.
Yo soy mucho más
prosaico. Es que me he estado preguntado todo este tiempo qué demonios pasa en
Ucrania. Y he tratado de informarme. La política no es parcela que yo sea capaz
de comprender, mucho menos de explicar. Pero siquiera por tener una idea,
aunque sólo sea tenue, he dedicado algo de mi mucho tiempo libre, porque ya
está bien de ver imágenes como las que nos ofrece la tele y no saber quiénes
son los buenos, y quiénes los malos.
Hay por medio del
asunto unos nombres difíciles de pronunciar por estas tierras, a pesar de estar
escritos en cristiano: Timoshenko, que suena a gladiador; Yúshchenko, que
pudiera referirse a un luchador de sumo; Yanukóvich, que bien podría ser el
nombre de un rasputín al uso, y Putin que también suena ese nombre, porque
tiene poder y además lo sabe demostrar. Con un sonido mucho más agradable está
eso de la “revolución naranja” y hay también otra cosa que no suena a nada,
pero que importa: el pueblo ucranio o ucraniano.
Al acercarme un poco
a esa realidad tan desconocida para mí, resulta que los sonidos iniciales van
cambiando. Así Timoshenko (Yulia Volodímirivna) resulta ser un bello rostro de mujer,
que ha amasado una gran fortuna jugando a los negocios. ¿También por malas
artes? Yúshchenko
(Víktor Andríyovich) sería otro rostro amable si no fuera porque se lo
quemaron, que ya es mala entraña. Y Yanukóvich (Víktor Fédorovich) ha resultado
ser un felón y bellaco que empleó el tongo y el pucherazo para derrotar
alevosamente a sus contrarios.
El pueblo ucranio, a
pesar de la revolución naranja, quedó al margen. Hasta ahora, en que se ha
puesto en pie y ha dicho ¡basta! Y en esas estamos. Con muertos de por medio,
parece que ahora toma el mando y el poder. La cosa entre Rusia y Europa seguro
que está en parte de este juego de buenos y malos, mitad por mitad en el mejor
de los casos. Mitad de buenos, todos quiero decir; igual que malos.
A ver si consiguen
amasarse y empezar a dejar a un lado la maldad, que es fea y huele mal. Y si es
posible que se haga a la luz de los focos, para que todos nos enteremos.
El caso es que no es
mala gente. Hay por aquí algún ucranio que nos da a los nacionales sopas con
honda. Además de saber mucho habla el castellano como si hubiera nacido en esta
tierra.
Me están empezando a
caer simpáticos. Хай живе Україна! ¡Viva Ucrania!
[Ostras, tú, si
parece que Ucrania se escribe en ucraniano como si dijera Ispania. ¿No decía yo
que esto me maravillaría?]
Yo tampoco se quienes son los buenos, ni los malos, el caso es que hay un montón de muertos. Y siempre me vienen a la cabeza los niños, los ancianos y en este caso las mujeres no, porque están en primera linea de fuego o quitando adoquines de la plaza, me pregunto ¿ qué será de los desprotegidos?, y como si fuera un resorte de mi cerebro vuelven las imágenes de la frontera de Nicaragua, aquellos no tenían cascos, ni nada, pero igualmente estaban en guerra...
ResponderEliminarNo se Míguel, no se, es un mundo extraño en el que vivimos... y mi vida se reduce a hacer plantones, hoy de geranios, y dar gracias por este bello día de primavera. Es extraño este mundo.
Abrazos.
Pues sí, es realmente difícil, aunque nos maraville, entender lo que está pasando en las diferentes repúblicas que antes conformaban la URSS. Desde entonces es un sinvivir para las pobres gentes de esos países que dicen los medios occidentales que se han liberado del gobierno de los soviets (?). Pero el cambio ha sido, como siempre, para peor porque nada de lo que antes marchaba mal marcha ahora mejor. Eso sí, se les ha creado la ilusión de que viven mejor (los que han hecho su agosto con ello) porque "pueden" comprar (los que pueden) bienes de consumo que la mayoría son prescindibles absolutamente.
ResponderEliminarYo desde la revolución naranja y los episodios desgraciados de mi tocaya la Yulia Timoshenko, el envenenamiento de Yúshchenko y poco más, me desentendí porque lo que nos cuentan no me cuadra nada, no logro entender las razones de verdad y todo me parece propaganda de unos y otros, interesados en todos los casos, de periodismo de trinchera (me gusta este término).
Me gusta algo que hecho de menos cuando en la tele dan noticias de lugares del mundo, incluida Europa, que es difícil situar en el mapa y no sé por qué no pueden hacer lo que tú has hecho, situarnos geográficamente. En vez de eso nos meten imágenes que nada importan si no es por lo que dije antes, manipulación y periodismo de trinchera.
En fin, sea como sea, esos países, igual que nosotros, tienen un déficit educativo-democrático que los mejores de sus habitantes intentan resolver con la participación en la calle a falta de gobiernos que comprendan que no son nada sin ellos. Si siguen siendo así de cerriles los gobernantes volverán las clases trabajadoras a organizarse en "soviets" y derrocar gobiernos corruptos. Sueño con que este país nuestro demuestre de qué estamos hechos en las próximas votaciones al parlamento europeo. Porque, a pesar de todo lo que ya han demostrado en negativo nuestros conciudadanos con las mayorías absolutas pasadas, espero que hayan aprendido la lección y mandemos a los peperos a escardar el cebollín. Y a algunos a la cárcel que es donde deben estar por corruptos, desleales, infames y felones -también me gusta este término-.
A lo peor me hago demasiadas ilusiones.
Bueno, Míguel, hoy también me lo has puesto fácil, ya sabes a lo que me refiero.
Besos.
Laura: Pues que te salgan bien y agarren con fuerza. Los geranios no son mi fuerte, aunque a mi padre le gustaban lo que más de entre las plantas. No tengo mano para ellos, aunque no se mueran y den alguna flor. Sólo consigo que vivan "anémicamente". ¿Les regaré mucho?
ResponderEliminarJulia, ya veo que he dado en el punto. Como habrás comprobado mi información sobre este particular no es nada destacable. Creo que estoy demasiado lejos de entender el alma de aquellos pueblos. Y sin embargo debemos tener con ellos bastante en común, así lo estoy comprobando con gente inmigrante, no sólo en lo físico, también en la forma de sentir y razonar.
En fin, te has despachado. Si sirve, bien, y si no, pues también. O ¿es tan bien?
Yo prefiero no hacerme ilusiones. Lo que sea, se verá.
Besos