He tardado en
responder porque no es fácil hurgar en papeles y fotos para descubrir, que no
sólo recordar, cómo fue mi infancia. Me pidieron que mostrara cómo era de
pequeño y cómo soy ahora. ¿Cómo responder a esto?
Por supuesto que sólo
se trata de ponerme en foto. Pero ya que ha de ser, por qué no ir un poco más
allá. Y es lo que he tratado.
A quien me lo ha
pedido le he hecho una sugerencia, a primera vista vanal: que mirara los
apéndices auriculares de esta foto de familia colegial de la tercera clase elemental
A del colegio de lourdes del año 1957. No se salva ni uno; el único que las
tiene moderadas es el religioso “babero” que nos acompaña. Tiene que ser que
dada nuestra condición de niños necesitábamos entonces unas orejas muy grandes,
porque eran muchas, muchísimas las cosas que debían entrarnos mediante la
palabra escuchada, susurrada, incluso gritada. De todo hubo, sí señores, para
dar y tomar. Aquellos 45 pares de orejas de soplillo habrán oído demasiado a lo largo de su vida.
Pertenezco a la época
en que la palabra dominaba sobre la imagen. Tal vez por eso, precisamente, mis
ojos aparecen empequeñecidos.
De todas maneras las
frentes eran todas amplias, bueno casi todas. La mía en especial.
Ahora sigo teniendo
una frente respetable que mi pelo disimula discretamente. Tampoco hay por
qué andar molestando a los que lo han perdido del todo por buscarse la vida, o
porque su naturaleza es de esa condición. Sin embargo ni mis cejas se bajan, ni mis párpados se abuardillan; así miro yo en la actualidad, con los ojos
bien abiertos.
El secreto es que
ahora llevo lentes entintados, que en cuanto les toca la luz solar, se
oscurecen. Así voy protegido.
De cuando niño estabas mas regordete y cuando yo te conocí también, al revés que otras..., je, je,je, que hemos crecido a lo ancho.
ResponderEliminarY tu mira como te conservas de bien, sin papada, sin bolsas, ya no eres pelirrojo pero da lo mismo, tu pelo un poco mas oscuro pero persiste.
Tu baúl tiene buen conservante, tendrás que darnos la receta.
Besos
No tengo receta, al menos no soy consciente de seguir ninguna, y eso que mi médica no hace más que recomendarme cosas y pone en mi ficha subrayando: "tabaquismo", es decir, adicto a la nicotina. De repente dejé de "crecer a lo ancho" y empecé a "decrecer a lo alto"; ahora mido más de dos centímetros menos que cuando me tallaron para lo de la mili.
ResponderEliminarPuede que en alguna otra vida de mi existencia hiciera un juramento o tomara algún elixir de eterna juventud, y aunque en la foto de la derecha se me ve más viejo y por tanto más pellejo, pienso que tan joven como ahora, nunca.
Besos