Así como la
papelera es aquel lugar cuyo alrededor está todo lleno de papeles por el
suelo, para mí la agenda es un artefacto en el que no apunto nada, y luego lo olvido todo. O no me
acuerdo de ello, que es lo mismo.
Sin embargo, qué de
recursos proporciona tener una. Sirve de razón o excusa para hacer o no hacer,
estar o faltar, ir allá o en dirección contraria, quedar bien o fatal
directamente. En fin un montón de posibilidades que cubren un amplio espectro
de nuestras relaciones sociales. Y en mi caso concreto, para no hacer nunca lo
que tenía programado porque algo o alguien surgió de improviso de entre la
niebla.
Todos los años recibo
alguna. Y tengo muchas del pasado completamente en blanco. Otras, es verdad,
las utilicé para escribir en ellas cosas que ahora no leo, porque para qué. La
actual, de la conferencia episcopal, me viene de oficio con la “epacta” y aquí
la tengo encima de la mesa camilla…
Con la agenda me han
dado en las narices. Y me he tenido que callar. Con la misma me tienen ahora en
la sala de espera, y los chicos y chicas de confirmación no saben si va a ser
en abril, en mayo o en junio, porque hay una agenda demasiado llena y la
persona que la lleva está muy ocupada, demasiado. A pesar de esa agenda, sin
embargo, ahora no me callo aunque tenga que aguantarme.
Está muy feo tener
una agenda para justificarse al dar plantón al personal. Otra cosa es que uno/a
mismo/a tenga algún recurso para organizarse, simple y llanamente. Yo tengo
para ello varios. Por ejemplo, el móvil me sirve de despertador, de
recordatorio de cumples y de aviso para citas tales como con mi médica, mi
dentista, mi pastilla diaria, mi toma de tensión de vez en cuando, mi control
del frigo del hogar, o el riego de las plantas de mi madre. Por ejemplo, mis amigos
Gumi y Berto, que me urgen a las horas de paseo, cuatro al día, ¡cuatro! Por
ejemplo, mi vecina, que se mira las esquelas y me dice que hay que volver al
tanatorio porque hay un/a conocido/a o similar… como ahora mismo, que cojo el
corsa para atravesar, una vez más, la ciudad entera, y cumplir como se debe.
En fin, ¿agenda?
¿Para qué la necesito?
Oye... a ver si haces como la chica del anuncio, que lleva todo en el móvil y cada día se pinta la ropa sobre la piel para ir ligera de equipaje.
ResponderEliminarJajaja
Un abrazo
No puedo ni imaginarte como sugiere Laura, con el frío que hace en tu pueblo, ni hablar del peluquín...
ResponderEliminarJuas, juas, qué risa!!!!
Besos