“Las Parcas eran
tres hermanas ancianas que presidían los destinos de los hombres. Se llamaban
Cloto, Lachesis y Atropos, e hijas de la Noche. Hilaban la vida de los mortales
y se representaban cercanas a Plutón, una hilando el hilo de la vida, la otra
devanándolo y la tercera con unas tijeras con que lo cortaba”. Así describe Fernán Caballero, –o sea doña Cecilia
Böhl de Faber y Larrea–, a las diosas del
destino en su La Mitología contada a los niños e Historia de los grandes
hombres de Grecia,
que anoche terminé de leer por gentileza de Amazon.com que me lo ha obsequiado
por adquirir un kindle paperwhite en otoño pasado. Muchas gracias.
Así que en cuanto
acabé su lectura, y con Gumi adosado a mis costillas no explico en qué desvergonzada
posición, me quedé meditabajo y cabizbundo por mor de las paradojas a que el
destino nos expone a los simples mortales.
Si ayer me desayuné
con la muerte de Pete Seeger, me había levantado de la cama con el aviso de que Carlos, mi vecino, acababa de fallecer, y en
la sobremesa el postre fue el óbito del señor exnotario y casi caudillo de las
españas Blas Piñar López. ¡Hay que ver qué desatino! ¡Ay, dolor, ahí se da algo más que simple
azar!
Estoy seguro que
nadie les preguntó a ambos tres si querían coincidir. A buen seguro que a
Carlos le habría dado igual, pero no a los otros dos; absolutamente.
Un simple mortal no
tiene ningún derecho, y menos elegir cuándo la parca venga a recogerlo. Así que
me supongo que tanto Pete como Blas, prohombres donde pueda haberlos, algo
convinieron.
Si ellos cooptaron
adhesiones sin fin al tiempo que aversiones contra sus personas en el largo
tiempo que vivieron, Carlos apenas si concitó algún que otro saludo en sus
discretos sesenta y tantos años. Y es que el destino no es justo, ¡no señor! No
reparte por igual sus favores.
Pero eso es,
precisamente, lo que la escritora deja dicho a sus lectores infantiles en el
libro en cuestión, nada de dejarse llevar indolentemente, antes al contrario
hay que hacerse fuerza y prepararse para la vida desde la más temprana edad.
Bueno, ella, – o él–
lo expresa a su manera tal que así:
“Muchas cosas hay
que no podéis aprender, niños míos, lo uno porque no están a vuestros alcances
y las aprenderías sin comprenderlas, lo cual es tarea de loros; lo otro, porque
no se puede exigir de vuestra móvil atención la perseverancia necesaria para
fijarse todo el tiempo que sería preciso para explicároslas. Pero como tampoco
os debéis criar ignorantes, desaplicados ni ociosos, convendría que las
personas que se interesan por vosotros pusiesen la enseñanza a vuestro alcance.
La que procuraré daros en este libro, que os dedico, sobre la Mitología, no es
la suficiente, y más adelante necesitaréis adquirirla más cumplida; pero las
nociones que ahora recibáis, serán como las aguas de una buena otoñada, que,
sin labrar la tierra, la preparan para recibir el cultivo a su debido tiempo,
puesto que las cosas que en la niñez se aprenden no se olvidan nunca; lo cual
sé por experiencia. Para probároslo, os referiré una cosa que leí cuando niño
en un libro de enseñanza religiosa, que fue uno de los que me prepararon para
celebrar debidamente el más feliz e inolvidable día de mi vida, aquel en que
hice «mi primera comunión». Decía el excelente maestro que lo escribió,
dirigiéndose a sus discípulos: «Hijos míos, si os pareciese largo el tiempo que
invirtáis en leer lo que para vosotros escribo, tened presente que mucho más
largo ha sido el que he invertido en escribirlo». Y esto, que nunca he
olvidado, me ha servido toda mi vida”.
Y sigue diciendo un
poco más adelante:
“Los hombres,
olvidados del verdadero Dios, su Criador, inventaron divinidades a su albedrío;
porque en el alma que Dios crió con soplo divino, existe siempre un anhelo, una
necesidad de elevarse y someterse a un poder superior, que se adora, se respeta
y se invoca. Cuando el hombre ya no siente esas altas y divinas inspiraciones…
compadecedle, porque ahogó su alma”.
Carlos nunca salió en
“los papeles”, ni falta que le hizo. Los otros sí, aunque ya casi estén en el
olvido. Que es que las nuevas generaciones, si les sacas del ipad y de la
tabla, no saben… o no contestan. Tal que parece que carecen de memoria porque
nadie les ha aleccionado como hizo con nosotros doña Cecilia.
Si, pues, tanto al
yanqui bonachón como al toledano osco les han reseñado como corresponde en la
prensa de aquí y de allá, al pucelano Carlos le homenajearemos nosotros con la misma discreción
y parsimonia con que nos tratamos recíprocamente en esta estrecha y recoleta
calle que es nuestro barrio.
Así qué Las Parcas también le daban al hilo.
ResponderEliminarBien parece que en los ovillos se les quedaron algunos nudos, porque hacer coincidir la muerte de un poeta humanista con ese incendiario de masas y tu vecino, indica que las pobres ancianas ya no están para tanto mito.
¿Madre mía, la de muertes qué habrán habido ayer en el mundo?, de todos los modelos y colores.
Nos han llenado de cuentos mitológicos, incluso las religiones los han utilizado para sus intereses partidistas, pero la realidad es otra, la gente se muere porque nacieron en un momento y todo cuanto nace ha de morir.
La despedida de Carlos la podeis hacer a medida de lo que él hubiera querido, de los otros dos ...lo dudo,tendrán que aceptar que se les haga una despedida al son que marque la sociedad.
Dicen que mientras te recuerden los te aman lo demás no importa, también lo creo de esa manera.
Un abrazo