Me sucede como
demasiada frecuencia. Sé cómo empiezo, no consigo imaginar dónde terminaré. Ya
tengo alguna experiencia y, a fuerza de hacer siempre lo mismo, en el momento
de empezar a hablar puedo suponer, y supongo, que expresaré algo que en el
principio ni estaba en mí ni en el tintero, mucho menos en el papel. Así que
cuando viene alguien y me dice oye tú, dame lo que acabas de decir, tengo que
responder que ni lo tengo ni sé exactamente qué ha sido.
Hay otras veces que
leo; son las menos. Entonces, en una segunda o ulterior lectura, no me
encuentro; y quisiera no haberlo dicho, al menos no de esa determinada manera;
y reniego, aunque no pueda negarlo: escrito está. Entonces paso página y abro
cuenta nueva.
Esto que me sirve a
mí no es de ninguna utilidad para el resto, y el resto son todos los demás;
demasiados. Por eso me digo con frecuencia miguelángel sé prudente, piensa más
las cosas, no llegues a conclusiones que luego tengas que explicar… y no sepas
cómo, o sí pero te dejen tal que con el culo en pompa.
Se avecina otra
marejada familiar; mejor dicho, marejadas; hay abiertos varios frentes.
¿Incidirán en lo mismo? ¿Partirán de supuestos diferentes? ¿Se llevarán a cabo
según distintos, e incluso enfrentados, discursos? ¿Con el Real o con el Barça?
Me repito que un único
modelo es castrante, además de ser incierto. Vamos, que es mentira. Por el
contrario la diversidad es enriquecedora. Claro, e inquietante. Ahí está lo
bueno. Que cada cual opte, y se la juegue. No está bien encorsetar, tabular y
pontificar. Eso produce exclusión… y dolor.
María, José y Jesús,
lo que se ha dado en llamar sagrada familia, –lo pongo en minúscula porque no
es un absoluto–, constituyen un “ente” de difícil acomodo; entonces… y ahora.
¿Modelo de qué? ¿Ejemplo para quiénes?
Y recuerdo que en cierta ocasión escribí y dije, ¿o no lo
dije aunque está escrito?, “La Sagrada Familia, en la que nació Jesús, y
que se nos ofrece como modelo de convivencia humana y de fe en Dios, en lo
humano resultó una historia de fracasos continuos y desde luego resulta un
modelo por vía negativa para nuestros días; muchas de las circunstancias que la
rodearon son un ejemplo de lo que deberíamos evitar en la medida de lo posible:
familia rechazada por la propia familia, que tiene que cobijarse en los
arrabales de la ciudad; el misterio de una concepción no compartida que hay que
ocultar vergonzantemente; la emigración forzosa por el rechazo de la propia
sangre; el hijo y su misión incomprensible para sus padres; el callado y
discreto padre, la humilde y silenciosa madre; la trágica realidad de la
persecución, juicio y muerte del hijo, el futuro familiar…” (2001) Porque, según dije en otro
momento, “María no fue la esposa sumisa, con la pierna quebrada y en
casa. José no fue el patriarca dominante y machista. Jesús no fue el hijo
callado y obediente.” (1993) Y que desde luego rompió con todas las tradiciones y costumbres
habidas y por haber, añadiría ahora.
¡Cuánto echo de menos
aquella pequeña y coquetona iglesia! –Le dije el otro día a Javier, el
franciscano que regenta ahora la imponente iglesia de San Antonio, donde reside
la parroquia de La Inmaculada. Cambió el tamaño, la denominación e incluso de
mano; ahora está en los impares del Paseo de Zorrilla, a la derecha según se
va. Ya es coincidencia.
La primitiva Sagrada
Familia estaba a la derecha según se viene, pero como daba a tres calles esa
descripción no vale; en realidad era inclasificable su orientación, era lo que
era, una cosa única, irrepetible, inimitable. Dabas con ella sí o sí, no había
otra.
Sí, yo creo que esta
es la mejor conclusión a que puedo llegar. Aquella familia de Nazaret es un
hito en la historia; ni antes ni después, sólo entonces fue posible… y existió.
Ahora toca inventarse cómo.
No lo tienen nada
fácil, quizás por eso hay tan pocas bodas; al asunto de la crisis, que mete
miedo, se unen otros asuntos, y por eso dudan, atrasan e incluso inventan nuevas
formas de convivencia, y las leyes no consiguen ordenar lo que no puede atarse
con un vulgar contrato.
Cada vez que empiezo
un expediente de matrimonio y veo en el impreso del exhorto eso de “hijo/a
legítimo/a de” me lo salto a posta. Pero ya hace bastante que no hago ninguno.
Son los tiempos.
Hola Míguel, hace unos años vi una película que me encantó.Pequeña Miss Sunshine, aparentemente una disparatada comedia pero que según avanza la película te vas dando cuenta de la unión, la complicidad y en definitiva el amor que hay entre toda la familia, respetando la diversidad de sus trajes.
ResponderEliminarSi no la has visto, disfruta de ella viéndola. Es un regalo, para mi es lo que representa una sagrada familia, peculiar, pero sagrada. Y el abuelo" me encanta", mientras la veía, lloraba y reía al mismo tiempo.
Un abrazo, amigo