Dos bombonas o un hornillo



¿Dónde está la parroquia? Era una mujer de media edad; en los cuarenta. Salíamos al paseo de la tarde. Le indiqué dónde estaba, y seguimos. Gumi y Berto hicieron sus deberes y yo los míos, y volvimos. Allí estaba ella, en medio de la calle. He llamado al timbre y no estaba usted. Claro, estábamos de paseo. Es que quiero hablar con usted.
Y empezó allí mismo a decir cosas. Que trabajaba en las hermanitas de los pobres, que Delicado Baeza le había dicho que viniera a verme, que estaba separada y tenía dos hijos, que había vuelto a la casa de su madre, que su madre ya murió y se llamaba Áurea, que necesitaba dos bombonas, que sus hijos comían en el comedor escolar… Aquí no tenemos botellas de butano, y a esta hora… Tercié. En el surtidor de la carretera de Gijón las tienen y mi vecina me lleva, respondió decidida sin dejar resquicio alguno.
En fin, supuse que el asunto correspondía a Pilar y la avisé.
Cuando bajó, ella siguió diciendo cosas. Todas inventadas, ninguna verdadera. Pero tenían apariencia de verdad.
Incluso dijo dónde estaba su casa. Mentira, porque allí viven otros. Y dio un teléfono, que tampoco es de ella.
Cuando vienen preguntando por el cura, empiezo a preocuparme, me comentó luego Pilar. ¿Se llevó algo?, pregunté. Me dijo que tú le pagabas dos bombonas. Le di veinte euros.
Total, que se fue con veinte euros que se ganó. De verdad que se los ganó.
Además, apuntó al mayor a catequesis y si es que viene el lunes no diré que es un milagro, palabra.

1 comentario:

  1. Pues yo me la hubiera creído a pies juntillas, es qué la cosa está mal, la gente tira de donde puede y la situación obliga muchas veces a que se mienta, a que se inventen mil historias para conseguir dos botellas de butano, dos kilos de patatas o lo que sea.
    Y no sé si será fruto de aquella inquisición que nos dejó esta herencia tan profunda en nuestro ADN-la del miedo-, la gente no va de cara pidiendo o hablando abiertamente de lo que necesita, ¡no!, manipula, da vueltas, enreda para conseguir lo que hubiera conseguido en diez minutos, si se tiene la limpieza de ir de cara pidiendo o hablando abiertamente de su problema.

    En fin Míguel, nos tocan vivir estos momentos que en poco difieren de los ya vividos hace 30 años, dicen los sabios que la humanidad avanza así, dos pasos adelante y uno para atrás, hasta que esté integrado el avance.

    Un abrazo

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