Esta frase, que con
toda probabilidad pertenece a Albert Einstein, acabo de encontrármela en un
blog, hablando del complejo de Telémaco*. Pero he vuelto a encontrármela
repetida unos trescientos siete millones de veces en versión original y un
millón setecientas mil en castellano, -por supuesto que no he podido leer más
que tres o cuatro-, a propósito de la psicología de la liberación, de la
revolución española, de la mística política, y de la famosa fecha 12/12/12 en
la que no pasó nada de nada… como todo el mundo esperaba.
El mundo no será destruido por los que hacen el mal, sino por aquellos que los miran sin hacer nada. Esa es su traducción. Y dado que, por muchas que sean las personas que
hacen el mal, son muchas más las que miran y sólo miran, está claro con
absoluta claridad que este mundo no tiene remedio y su fin es inmediato.
No obstante, y puesto que supongo que el señor don
Albert no tenía ni un pelo de tonto a la vista de lo que está a la vista de
todo el mundo mundial, además de saber que su frase se haría famosa y serviría
para que tirios y troyanos la utilizasen con ocasión o sin ella de las más
diversas y aberrantes situaciones, también sabía, cómo no iba a saberlo, que
los que miran y sólo hacen que mirar no van a poder adelantar el fin del mundo
ni siquiera una millonésima de segundo. Ellos tampoco pueden frenarlo.
Adiósgracias.
Pero yo estoy tranquilo –y él también, allá donde
ahora siga elucubrando teorías–, porque los malos son muy pocos aunque puedan
mucho. Yo creo en los buenos, que no es que sean demasiados, pero pueden… ¡Vaya
si pueden!
*Telémaco era hijo de Ulises y Penélope, según la mitología
griega. Ulises tuvo que partir para la guerra, contra su voluntad y luego de
haber hecho todo lo posible para evitarlo. Telémaco creció al lado de su madre,
y sufriendo la ausencia de su padre. Ya mayor, salió en su búsqueda, y según
cuenta la Odisea pasó innumerables peripecias hasta dar con él. Ambos, de
vuelta a casa, se confabulan para echar a los moscones que asediaban a Penélope
para hacerse con el reino.
En psicología se habla del complejo o síndrome de Telémaco
para definir la actitud del hijo que vive sin padre y se mantiene en su búsqueda
porque cree que no ha muerto: “la necesidad de encontrar un padre digno de ser
nuestro”.
Curiosamente esto se le escapó al conspicuo Sigmund Freud, que puso demasiado énfasis en otros dos complejos que ahora no viene al caso analizar: el de Edipo y el de Narciso.
Curiosamente esto se le escapó al conspicuo Sigmund Freud, que puso demasiado énfasis en otros dos complejos que ahora no viene al caso analizar: el de Edipo y el de Narciso.
Míguel, me gustaría que leyeras o escucharas a Teresa Guardans ( Filóloga y Doctora en Humanidades. Profesora en CETR )
ResponderEliminarEsta Sra. habla de en qué momento evolutivo nos encontramos en el presente y de la consciencia expandida del Ser.
Los seres humanos hemos pasado por diferentes procesos de crecimiento y hemos aprendido mucho desde que somos “homo sapiens”, pero ya no nos vale, ese avance tan grande al salir de los árboles se nos ha quedado corto y ahora ¡¡ hasta el nivel de consciencia está decreciendo!!.
Y así en favor del TENER el ser humano se está destruyendo y con él al planeta, estamos inmersos en el “todo vale para yo vivir mejor y no importa cómo y de qué manera esté el de al lado”.
Miramos desde la acera porque a mí no me toca... la pobreza, por poner un ejemplo.
Si no ampliamos nuestro nivel de consciencia y empezamos a actuar desde la Virtud ( lo que ya decían los antiguos filósofos), nos cargaremos todo y de paso
lo mas hermoso de los humanos su capacidad para empatizar con los demás.
Aunque esta última teoría yo la entrecomillo porque los animalitos de esta casa y creo que los de la tuya también ¡ ay qué ver que capacidad tiene para ponerse en el pellejo de un@ !
Hoy me he pasado tres pueblos, disculpa.
Besos