La helada había
dejado su huella mientras amanecía. Pero el sol corrió detrás de ella
borrándola. A pesar de ello, el frío se mantuvo hasta bien entrada la mañana.
La claridad del día
fue invadiéndolo absolutamente todo resaltando la diversidad cromática del
otoño.
Donde apenas
conseguía entrar, aún era primavera.
Y en los lugares
menos protegidos, el resultado está a la vista.
En mi ánimo, sin
embargo, venció el sol, como astro rey que es. Rendido y cautivo, regresé con
los últimos productos de la huerta. Aún están comestibles, pero su aspecto no
aconseja ponerlos en el escaparate.
A partir de ahora,
lombardas y berzas, que aguantan lo que sea.
Ha bajado el termómetro ¡y mucho! esta mañana aquí 7 º,después sale el sol y todo cambia.
ResponderEliminarNos convertimos en cebollas poniendo y quitando ropa durante todo el día.
También aquí se nota mucho el cambio cromático, las choperas- como la que nos muestras en tu foto- están de unos colores indescifrables, a su lado los arces de un intenso color granate contrasta con el plateado de las carrascas ¡y ese suelo tapizado de colores!.
Me gusta el otoño, está lleno de poesía, es maduro como los membrillos, huele a humedad, a recogimiento.
Hoy comeremos brocoli con cus-cus y mañana ¡cocido! BIENNNNNN.
Besos