Y Gumi podrá contar algún día cómo fue
curado su absceso. Si le parece, claro. También puede callarlo. Porque al fin y
al cabo, sólo le importa a él. No creo que se vanaglorie de cómo aguantó el
dolor en los primeros estrujones que le arreé, pataleando e intentando
morderme. Pero como luego comprendió que de eso no se moriría, sino que iba
encontrándose mejor, terminó por dejarme hacer, no sin antes esconderse en
cualquier rincón cada vez que yo amagaba con la mano en su costado.
Ahora descansa, relajado y tranquilo,
tal vez soñando.
Soñar en blanco es lo que me toca a
mí, tras haber blanqueado mi dormitorio. Es la penúltima acción, a falta del cuarto de baño. Ahora llega el momento de discernir qué merece la pena
conservar y qué cosas sobran y habrá que tirar.
Pero eso será a partir de mañana.
¡Cuanto me alegro que haya curado el absceso! Tus cuidados han sido los que necesitaba. Da gusto verle tranquilo.
ResponderEliminarMiguel Angel, por si deseas seguir mis andanzas virtuales, puedes borrar los enlaces que tienes y quedarte con estos dos:
http://annajorbaricartbcn.blogspot.com.es/ el de escritos, poemas y demás.
http://annajorbaricartblog.blogspot.com.es/ el de música y varios
Que sueñes en blanco.