Me he hinchado a
ungir frentes y manos, que se ofrecían dóciles y humildes, impotentes y
confiadas, resignadas sólo en tanto en cuanto. Con un adelanto obligado por
ajustes de programación parroquial, hemos celebrado la pascua del enfermo. Y
eso ha sido todo.
Hemos echado en falta
nombres significativos que ya no están. Dos personas las han recibido en su
casa. Y han llegado casi en tromba desde la nueva residencia Nuevo Futuro.
Esta vez ha sido todo
más rodado, que la experiencia también vale en este asunto. Para unos, los que
sí, porque no lo dudaron. Para otros, los que no, porque lo tenían claro. Y
sólo unos pocos, ojala muy pocos, se lo pensaron tanto que al final no se
atrevieron.
Estaba avisadísimo el
acto, tanto en la parroquia como en La Arbolada. Quien quiso estar, estuvo. Y
ya sé de algunas personas que no vinieron, y que lo hicieron a posta. No voy,
no me ves.
No da miedo ir al
ambulatorio, ingresar en el hospital, que nos receten muchas medicinas y faltar
al trabajo por enfermedad. Reconocerse enfermo en medio de un acto litúrgico
tiene algunas connotaciones especiales, y es posible que se necesite aún más
rodaje. Siete años que lo venimos haciendo pueden parecer muchos, pero no lo son
cuando han sido tan fuerte y tan negativa la formación recibida desde muy
pequeños.
Seguiremos en ello.
EN
LA ENFERMEDAD
Oh
Dios de mi salud y mi enfermedad,
de
mi debilidad y mi fortaleza,
de
mi tristeza y mi alegría,
de
mi soledad y mi compañía,
de
mi certidumbre y mi esperanza,
de
mi vigor y mis dolencias;
oh
Dios de vida y salud.
En
la noche de mi enfermedad
me
pongo en tus manos de Padre:
alumbra
esta oscuridad con un rayo de tu luz;
abre
una rendija a mi esperanza;
llena
con tu presencia mi soledad;
sé
mi confianza por encima de todo
y
mi refugio en los malos momentos;
trata
con ternura mi debilidad;
cura
mis heridas con tu aceite
y
déjame ser en tu compañía.
Que
el sufrimiento no me aplaste;
que
tu aliento me alivie;
que
la enfermedad me dignifique,
y
que el ser hijo/hija sea lo más grande.
Florentino Ulibarri. Al
viento del Espíritu
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