Un manuscrito


Algún día este documento tal vez tenga mucho valor en euros, o en dólares, en los círculos especializados. De momento sólo es un escrito hecho a mano por un señor argentino que devino por esas cosas imprevistas de la vida en obispo de Roma. Su autor es Jorge Mario Bergoglio, y el receptor el arzobispo de La Habana, Jaime Ortega.
Resulta que entre las ciento y pico intervenciones de los señores cardenales en el pasado cónclave, la del arzobispo y cardenal de Buenos Aires impresionó al también arzobispo y cardenal de La Habana. Como requiriera éste a aquél el texto de lo expuesto, y como resultara que fuese improvisado, a la mañana siguiente y dentro de la mayor fidelidad posible, el argentino entregó al cubano el manuscrito en cuestión, cuyo texto es el que a continuación se expone. Consta que su publicación cuenta con el beneplácito del escribano, y consta igualmente que su existencia y contenido fue dado a conocer durante la misa crismal, en la catedral de San Cristóbal de La Habana, el pasado sábado 23 de marzo.
Ni que decir tiene que en las reuniones pre-cónclave, se habló de la situación actual de la Iglesia y del tipo de persona más conveniente para ocupar el ministerio petrino. Lo que sigue parece ser opinión del actual sucesor de San Pedro:

- Se hizo referencia a la evangelización. Es la razón de ser de la Iglesia.
- “La dulce y confortadora alegría de evangelizar” (Pablo VI).
- Es el mismo Jesucristo quien, desde dentro, nos impulsa.

1.- Evangelizar supone celo apostólico.
Evangelizar supone en la Iglesia la parresía de salir de sí misma. La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria.
2.- Cuando la Iglesia no sale de sí misma para evangelizar deviene autorreferencial y entonces se enferma (cfr. La mujer encorvada sobre sí misma del Evangelio). Los males que, a lo largo del tiempo, se dan en las instituciones eclesiales tienen raíz de autorreferencialidad, una suerte de narcisismo teológico.
En el Apocalipsis Jesús dice que está a la puerta y llama. Evidentemente el texto se refiere  a que golpea desde fuera la puerta para entrar… Pero pienso en las veces en que Jesús golpea desde dentro para que le dejemos salir. La Iglesia autorreferencial pretende a Jesucristo dentro de sí y no lo deja salir.
3.- La Iglesia, cuando es autorreferencial, sin darse cuenta, cree que tiene luz propia; deja de ser el mysterium lunae y da lugar a ese mal tan grave que es la mundanidad espiritual (Según De Lubac, el peor mal que puede sobrevenir a la Iglesia). Ese vivir para darse gloria los unos a otros.
Simplificando; hay dos imágenes de Iglesia: la Iglesia evangelizadora que sale de sí; la Dei Verbum religiose audiens et fidenter proclamans, o la Iglesia mundana que vive en sí, de sí, para sí.
Esto debe dar luz a los posibles cambios y reformas que haya que hacer para la salvación de las almas.
4.- Pensando en el próximo Papa: un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo y desde la adoración a Jesucristo ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de “la dulce y confortadora alegría de evangelizar”.
[Tomado de la página web de Palabra Nueva, revista de la Arquidiócesis de La Habana]

1 comentario:

  1. Bien ... ¿y?, para mi esto es chino mandarín o sánscrito. Supongo que debe ser contextualizado para poder darle la importancia que se supone que tiene y, sobre todo, debe verse plasmado en HECHOS para saber qué quiso decir el después elegido papa. Repetiré: "Obras son amores..."

    Besos y feliz semana santa (¡vaya curro que te espera!).

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