Aquel profesor de introducción al Nuevo Testamento se
la jugó con nosotros. Un día se soltó la melena y nos brindó una exégesis tan
novedosa como coherente de un texto del evangelio de San Mateo. Se trata de la
perícopa Mt 19, 10-12:
Los discípulos le replicaron:
-«Si tal es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta
casarse».
Pero él les dijo:
-«No todos pueden hacer eso que habéis dicho, sólo los que han
recibido el don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros
los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el reinado de
Dios. El que pueda entenderlo, que lo entienda».
De tradición en la Iglesia se ha entendido que este
último párrafo está referido al celibato, abstención de vida matrimonial. Pero
el ahora supongo jubilado profesor nos dio otra versión que bien pudiera ser la
verdadera.
Los antecedentes en Mateo están en la pregunta que le
hacen a Jesús, si está bien despedir a la mujer con un libelo de repudio, como
enseñó Moisés. Jesús contesta con que el diseño primero fue que hombre y mujer
formaran una sola carne, y que así sólo Dios podría querer y poder separarlos,
no los hombres… sólo. Es decir, la mujer está en igualdad de condiciones para
despedir al marido. Así se desprende de la respuesta textual que en evangelista
Mateo transmite:
«Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre» (19, 6b).
Ante la protesta de sus discípulos que lo consideran
excesivamente duro, Jesús confirma que es así, y que no todos pueden con ello.
Hay que nacer “castrado” para aceptar a la mujer de igual a igual, ser forzado
a ello por la sociedad o recibir una “gracia” muy especial para entenderlo. Y
concluye que no todos pueden.
Aquel buen profesor nos hizo ver que, visto sólo
desde la óptica masculina, la fidelidad matrimonial es imposible o poco menos,
por más que sea un fin deseable.
Todo esto lo adobó con textos en griego que ni
entendí ni quise investigar, ante un grupo de alumnos y alumnas que tampoco
preguntaron. ¿Para qué? Se trataba de un mero ejercicio intelectual. No tenía
aplicación. La suerte estaba echada desde el principio.
¿O nos tomó soberanamente el pelo? En lo que yo puedo
decir, no he encontrado ni por asomo a nadie que concordara con él. ¡Menudo
tunante!
Si tuviera razón, el viejo profesor estaría diciendo
que ni el matrimonio, en cualquiera de sus versiones -civil, eclesiástica o de
hecho-, puede entenderse como indisoluble salvo en cuanto al deseo de que así
sea; y en segundo lugar, que Jesús nada dijo sobre la soltería, tanto se le llame
celibato como voto de virginidad.
En fin, ahora recuerdo este episodio de mis tiempos
de estudiante porque un amiguete se separa, y no es que quiera a otra persona,
es que se ve incapaz de convivir con la que se casó. Si se les acabó el amor,
si no lo supieron mantener, si fue del todo imposible a pesar de que lo
intentaron…
Quedaría incompleto este escrito si no añadiera algo
que he encontrado por ahí. No pido perdón por ponerlo, tampoco por el posible
machismo que resuda cada dicho. Aprovecho que estamos comenzando el año y aún
suenan petardos en la calle y en mi cabeza burbujea el champán de nochevieja.
Casarse es
como ir a un restaurante con amigos, haces el pedido y cuando ves lo que pidió
el otro quieres lo que él tiene.
El hombre no está
completo hasta que se casa. Después está terminado.
Un hombre dijo: Yo
no conocía la verdadera felicidad hasta que me casé, y después ya era demasiado
tarde.
Cuando un hombre te
roba a tu mujer, no hay mejor venganza que dejar que se quede con ella.
No es verdad que los
hombres casados viven más que los hombres solteros, sólo parece más largo el
tiempo.
Perder a una esposa
puede ser difícil, en mi caso fue casi imposible.
Si no fuera por el
matrimonio, el hombre pasaría su vida pensando que no tiene defectos.
Un hombre exitoso es
aquel que hace más dinero que el que su esposa pueda gastar. Una mujer exitosa
es aquella que pueda encontrar un hombre así.
Un hombre le dice a
otro, muy orgulloso: Mi mujer es un ángel. Y el otro le dice: Qué suerte que
tienes, la mía sigue viva.
El matrimonio es la
última decisión que toma el hombre.
Todos los príncipes
azules destiñen.
Patrimonio es un
conjunto de bienes. Matrimonio es un conjunto de males.
Cásate con un
arqueólogo… cuanto más vieja estés, más bonita te verá.
El matrimonio sirve
para resolver aquellos problemas que nunca hubieras tenido si todavía
estuvieras soltero.
El matrimonio es una
situación en la que ninguna mujer obtiene lo que esperaba y ningún hombre
espera lo que obtiene.
El amor es ciego,
pero el matrimonio te abre los ojos.
¿Sabes qué hice
antes de casarme? Todo lo que yo quería.
El matrimonio es el
triunfo de la imaginación sobre la inteligencia.
Recientemente leí
que el amor es una cuestión de química. Debe ser por eso que mi esposa me trata
como si fuera un desecho tóxico.
Algunas personas nos
preguntan el secreto de nuestro largo matrimonio. Nos reservamos tiempo para ir
a un restaurante dos veces por semana. Luz de velas, cena, música suave y
baile. Ella va los jueves y yo los viernes.
“Si consigues una
buena mujer, te convertirás en un hombre feliz. Si no, te convertirás en
filósofo”. (Sócrates)
Dos
secretos para mantener vivo el matrimonio:
1. Cuando
estés equivocado, admítelo.
2. Cuando tengas razón, cállate.
Hay sin embargo en Jesús una
novedad. A pesar del momento histórico y cultural que vivió, miró a la mujer a
la cara, y ellas también a él. Y no era descaro, era respeto.
¡Ay Míguel, el eterno dilema!. Y no digo más.
ResponderEliminarBesos
¿Dilema? ¡Dilemas! diría yo.
ResponderEliminarBesos