Pedro Casaldáliga, obispo de São Félix do Araguaia



Yo moriré de pie, como los árboles:
Me matarán de pie.
El sol, como testigo mayor,
pondrá su lacre
sobre mi cuerpo doblemente ungido,
y los ríos y el mar
se harán camino de todos mis deseos,
mientras la selva amada
sacudirá sus cúpulas de júbilo.
Yo diré a mis palabras:
No mentía gritándoos.
Dios dirá a mis amigos:
Certifico que vivió con vosotros
esperando este día.
De golpe, con la muerte,
se hará verdad mi vida.
¡Por fin habré amado!


5 comentarios:

  1. Un hombre así no morirá nunca, por mucho que le amenacen.

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  2. Al hombre no lo conocía, al poeta tampoco, pero el poema me ha parecido una maravilla, cada palabra y cada verso. Gracias, Miguel Ángel.

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  3. Carmen, no le podrán matar porque el gobierno brasileño no puede consentirlo; pero morir sí, es mortal. Y la muerte es segura. ;=)


    Clares, tus deseos son órdenes. Trabajo concluido. Gracias a ti.

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