Pedro Casaldáliga, su vida



Nace en Balsareny, comarca del Bages, el 16 de febrero de 1928. Su infancia coincide con la guerra civil española. De muy joven ingresa en el seminario menor de la diócesis de Vic, ubicado en el santuario de Santa María de la Gleva. El deseo de ir a “misiones” hace que ingrese en la congregación claretiana, los Misioneros del Inmaculado Corazón de María; así empiezan los años de formación que le llevarán a Cervera, Barbastro, Vic, Solsona y Valls hasta ser ordenado sacerdote durante el Congreso Eucarístico de Barcelona en 1952. Sabadell será, después de un breve paso por Galicia, su primer destino. Empieza a trabajar en el colegio de los claretianos, pero la dedicación a la enseñanza no le priva de dedicar algunas horas a la radio, fundar la revista Euforia, realizar actividades con los inmigrantes murcianos que van llegando a la ciudad…
En 1958 es destinado a Barcelona, donde ejerce una múltiple actividad pastoral, se encarga de los “cursillos de Cristiandad”, escribe un programa de radio semanal que es retransmitido por once emisoras y colabora en diferentes publicaciones: Otro Cine, Universidad 61… A pesar de llevar un ritmo vertiginoso de trabajo le queda tiempo para intentar hacer algo por los inmigrantes que van llegando a Barcelona. Casaldáliga organiza con sus colaboradores una bolsa de trabajo que consigue trabajo para más de 500 jóvenes, se abre un local con duchas y ropa en el Casal Claret y organiza una escuela nocturna gratuita para jóvenes analfabetos y sin estudios.
De Barcelona es enviado a Guinea para promover los “cursillos de Cristiandad”. Allí lleva a cabo la experiencia de lo que fueron los llamados “cursillos mixtos”, en los que participan simultáneamente personas de diferentes colores de piel. Pedro dice sentir allí «furiosamente la llamada del Tercer Mundo». Guinea deja huella en Casaldáliga.
En 1965 es prefecto del Seminario Claret de Barbastro y al poco tiempo irá a Madrid para dirigir la antigua revista Iris de paz. Madrid le abre nuevas puertas: en la prensa, en los cursillos, entre los universitarios negros de Guinea, en los submundos que ya le eran familiares de Sabadell y Barcelona. Iris se convierte en una revista teñida de preocupación social. Tanto que un artículo suyo calificando de “decepcionante” una declaración del Episcopado Español, supone su destitución.
Asesor Nacional de los Cursillos de Cristiandad, Pedro hace lo que puede para ir impregnando las comunidades cristianas españolas del nuevo aire del Concilio. Junto con otros compañeros juega un papel fundamental en la renovación de su orden religiosa con su participación como delegado en el Capítulo General de Renovación de los Misioneros en 1967, que exigía el Vaticano II.
Un año más tarde, en 1968, es enviado al Mato Grosso (Brasil) junto con el padre Manuel Luzón. La Misión tiene 150.000 km2, de ríos, “sertão” y floresta, al noreste del Mato Grosso, dentro de la Amazonia llamada “legal”, entre los ríos Araguaia y Xingu. En todo el territorio viven entre 50 y 60 mil habitantes. El única carretera existente se está abriendo, roja y polvorienta. Lugar de extrema pobreza, sin médico, correo, luz, teléfono, telégrafo… La profesora más cualificada es una mujer con poco menos de un año y medio de estudios elementales. Los misioneros empiezan a hacer de enfermeros, supliendo los inexistentes médicos en la lucha contra la muerte: malaria, hepatitis, tétanos, deshidratación, desnutrición. En la primera semana de estancia debe enterrar cuatro niños en Sao Felix, más tarde tendrá que enterrar muchos otros. Poco a poco la situación va ofreciendo su cara real.
Las soluciones llegan poco a poco. Forman una escuela de segundo grado, para hacer frente al analfabetismo y un pequeño centro de asistencia médica. Se va construyendo un pequeño equipo misionero. La Misión se convierte en Prelatura: Prelatura de Sao Félix do Araguaia.
En 1970 escribe un informe-denuncia sobre la situación de explotación y abusos que reciben los peones titulado "Esclavitud y feudalismo al Norte del Mato Grosso", que no pasa inadvertido. Comienza a recibir advertencias de los terratenientes y latifundistas, e incluso de "voces amigas" de la Iglesia, pidiéndole que no se meta en cuestiones ajenas al ministerio sacerdotal. La policía federal controla sus pasos.
A pesar de los enemigos que va ganando, el Papa Pablo VI decide nombrarlo obispo. Casaldáliga quiere renunciar, pero sus compañeros lo convencen, ayudados por la petición de otros obispos brasileños. Al final acepta el cargo con una condición: que el hecho de ser obispo no suponga un cambio en su manera de actuar y convivir. El 23 de octubre de 1971 es consagrado obispo de la nueva prelatura de Sao Felix. De aquel día son estas palabras tan claras y significativas de su proyecto:
«Mi pobre vida no vale más que la de este peón de diecisiete años que hemos enterrado esta mañana en el cementerio de la Araguaia, sin nombre y sin féretro, este joven es la persona más importante de este día».
Su mitra es un sombrero de paja, su báculo un remo de madera, su anillo episcopal lo envía a su madre… Esta decisión la valoraba él más tarde con esta reflexión: «Eso sí, desde el primer momento quise ser Obispo de otra manera, mi báculo, mi mitra, mi anillo debían ser otros: los pobres y los muertos que me rodeaban, por el desafío que la Iglesia Latinoamericana y toda la Iglesia del postconcilio vivía en aquella hora».
Su primera carta pastoral es: Una Iglesia de Amazonia en conflicto con el latifundio y la marginación social. Más de 120 páginas de las que sólo 45 son creación del obispo, el resto son documentos en los que las víctimas del latifundio y sus testigos narran la realidad y presentan denuncias: hechos, estafas, chantajes, invasiones, malos tratos, torturas…
La vida de Casaldáliga es puesta a subasta, se ofrecen recompensas a quien logre apartarlo para siempre. Son amenazados tanto él como otros miembros del equipo de la prelatura. El peón Vicente Paulo de Oliveira, de la compañía Bordon SA, declara públicamente: «Benedito Teodoro Soares, el día 1 de octubre me pidió que matase al obispo Pedro, y para matarlo él me daría una pistola del 38 y un pasaje hacia donde quisiera. Y otra vez, el día 5 de octubre, me pidió insistentemente que matase al obispo Pedro, y si yo lo descubría él me mataría».
El año 1972 supone una agudización de los conflictos. Una empresa latifundista destruye un pequeño centro de asistencia médica que la Misión estaba construyendo en Santa Terezina. Casaldáliga y el equipo de la prelatura deciden reconstruirlo. Se produce un nuevo intento de invasión y destrucción. Participa también la policía estatal. Los “posseiros” se defienden a tiros. Hay heridos.
A finales de año Casaldáliga y su equipo publican los Objetivos y líneas básicas de la pastoral de la Prelatura, consecuencia de la detección de los problemas de la zona. Las líneas de acción son claras: la encarnación en la pobreza, en la lucha y en la esperanza del pueblo, la educación liberadora por la concienciación y la promoción humana y la denuncia profética.
El objetivo de Pedro y su equipo ha sido siempre dejar al pueblo ser protagonista de su propia historia: La iglesia de Sao Felix no quiere sustituir la lucha y la organización popular; procura ser instrumento de unión entre todos los trabajadores de la tierra… «Dando información se ha conseguido que estas organizaciones populares: sindicatos, directorios políticos, clubes de madres, etc, anden por sí mismos».
En este mismo sentido debe entenderse la colaboración con otros organismos que ha mantenido el obispo y su equipo: la CNBB (Confederación Nacional de Obispos de Brasil), la CPT (Comisión Pastoral de la Tierra) que prácticamente nació en Sao Felix y entonces se extendió por todo el país, el CIMI (Consejo misionero Indígena) y muchos otros.
1973 tampoco es un año tranquilo; el padre Jentel del equipo de la prelatura es condenado a 10 años de prisión “por atentar contra la Seguridad Nacional”. El equipo de la prelatura se encuentra vigilado por personal armado. Varios seglares son detenidos y llevados a Brasilia, otros en la sede de una conocida empresa latifundista. Las gestiones del presidente de la Conferencia Episcopal del Centro-Oeste hacen que los liberen cuatro días más tarde. Al cabo de unos cuantos días es el mismo obispo Pedro quien es interrogado un total de 16 horas en dos días. Las voces de protesta se levantan por todo el país: la Conferencia Nacional de Obispos, las Conferencias Regionales, sacerdotes, parte de la prensa, la Nunciatura Apostólica de Brasilia… El papa Pablo VI saca el caso en la toma de posesión del nuevo embajador brasileño de la Santa Sede. El Tribunal Supremo Militar anula la sentencia contra el padre Jentel, pero lo expulsa del país (él es francés). Casi 30 obispos llegan hasta Sao Felix a testimoniar su apoyo al obispo Pedro, y unos 18 mandan a sus representantes. El momento difícil se supera. Los seglares detenidos son puestos en libertad. No se han encontrado cargos contra ellos. A pesar de los rumores -muy extendidos- Casaldáliga no es expulsado del país.
Los años siguientes no están exentos de sangre y de dolor. El obispo poeta ha recogido sus experiencias de este período en un libro de título muy significativo: La muerte que da sentido a mi credo. Diario 1975-1977. En la lista de pequeños mártires de la lucha de cada día por la defensa de los derechos de todos, de la tierra, de la sanidad, se añadió un nombre: Joao Bosco Burnier, sacerdote jesuita, asesinado por la policía cuando, junto con el obispo Pedro, iba a interesarse por unas mujeres que estaban siendo torturadas en la comisaría de Riberas Bonito. Días después, el pueblo planta una cruz en el lugar donde fue asesinado su pastor y derriba la prisión. Desde entonces siempre se celebra el aniversario del martirio del padre Joao Bosco con la “Romería de los Mártires de la Caminhada Latinoamericana”.
Entre dificultades la palabra del equipo de Sao Felix se va haciendo creíble y prestigiosa. El obispo Pedro apeló al Parlamento, a la CPI, comisión encargada de los problemas relacionados con la tierra. Delante de ella no tiene ningún inconveniente en denunciar la miseria, inseguridad y desempleo permanentes.
La defensa clara de la justicia en las intervenciones del obispo de Sao Felix implica una opción nítida por la paz y la no violencia. «Nunca he defendido ni defiendo la lucha armada ni la caída del régimen. Ni las guerrillas. Soy, eso sí, totalmente contrario a toda dictadura, capitalista o comunista, militar o civil. Estoy contra toda violencia y contra todo lo que atenta contra los derechos humanos, sea en América Latina o en la Siberia.» (Declaraciones a la revista Yelda, año 1977).
1977 también será un año duro. Durante cinco meses el obispo Pedro es objeto de titulares de prensa, polémicas nacionales, bajo la acusación de “comunista y subversivo”. Parece organizarse una campaña contra los obispos de Goias y Sao Felix. Cada vez va quedando más clara la importancia de la persecución contra la iglesia valiente de Brasil. El 24 de enero de 1978 del arzobispado de Sao Paulo publica un informe sobre la represión contra la Iglesia en Brasil 1968-1978. Los datos son escalofriantes (habla de religiosos detenidos, algunos torturados, otros asesinados, laicos arrestados, amenazas de muerte contra obispos, expulsiones de sacerdotes extranjeros…).
A pesar de esta presión sufrida, la vida de Casaldáliga y su equipo a finales de los años setenta se desarrolla en un contexto de trabajo cotidiano, atención a las personas en la gran variedad de sus situaciones vitales, colaboración con movimientos y coordinadoras de reivindicación social, compromisos con el CIMI, la CPT.
Los escritos de Pedro acompañan sus hechos. Cada mes se dirige a su pueblo a través de Alvorada, boletín de la Prelatura, que es el vínculo de comunicación del pueblo y las comunidades durante años. La represión, en sus mejores tiempos falsificó varias veces su edición. Desde el boletín, cada mes, Pedro ha hablado con su gente.
1981 fue una fecha simbólica: diez años de “caminhada”, de vida del obispo Pedro al servicio de su pueblo. Los obispos brasileños aprovechan estas fechas para nombrar al obispo Pedro “Vicepresidente de la Comisión Pastoral de la Tierra”, vinculada a la Conferencia Episcopal, premiando así su constante trabajo en favor de la defensa de los “posseiros”.
Los reconocimientos no impiden la parte dolorosa del andar del equipo de la Prelatura. El equipo completo es sometido a persecución, en muchas ocasiones violenta. El mismo Pedro es agredido por dos “matones”, cuyas actividades habían sido denunciadas a Alvorada. Vuelve a haber rumores de expulsión.
En 1983 el obispo Pedro recibe el reconocimiento de su pueblo natal que le llama “Hijo Predilecto de Balsareny”.
Desde su llegada en 1968, el obispo Pedro no había abandonado Brasil. Ni siquiera cuando su madre murió, en 1983. Las razones eran bien claras y manifestadas a menudo por él mismo: «No salí por miedo a no volver a ser admitido en el país. Cuando llegué a Brasil por primera vez me hice el propósito de no salir más. Era como quemar las naves». Con todo, en 1985, Casaldáliga viaja a Nicaragua para apoyar con su presencia la huelga de hambre de Miguel D'Escoto, Ministro de Asuntos Exteriores de Nicaragua. El viaje no es particular, sino apoyado por la Prelatura de Sao Felix que celebra simultáneamente jornadas de ayuno en apoyo a Nicaragua. En 24 horas Casaldáliga consigue reunir el apoyo de 23 obispos y la solidaridad de más de 200 asociaciones cívicas, religiosas y sociales de Brasil, al ayuno de d'Escoto. El viaje se convierte en noticia internacional, de él se hacen eco los medios de comunicación sociales.
Casaldáliga deja bien claro el sentido de su gesto: gesto evangélico por la paz, por la autodeterminación y la no intervención en Nicaragua y en el América Central. «Quería contribuir de alguna manera a sacudir la conciencia del Primer Mundo ante lo que sucede en América Central». (Declaraciones en La Vanguardia el 30 de julio de 1985).
América Latina (la Patria Grande) lleva muchos años en el corazón de Pedro, pero esta primera salida lo reafirma más. Desde entonces, de manera mucho más exteriorizada, su nombre se vincula a la lucha siempre pacífica por una Centroamérica diferente, por una América recobrada por la verdadera democracia, instaurada sobre la justicia, la paz, la libertad y el respeto a los derechos humanos.
«Hay que sentir Centroamérica como una unidad de destino, como una fraternidad. Hay que abrir los ojos a lo que de verdad sucede en Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Honduras y Costa Rica. Con libertad de espíritu ante el imperio. Hay que inventar gestos de solidaridad evangélica. Hay que vivir en insurrección evangélica ante la agresión. Es hora de perder el miedo a la historia y a la profecía». (Declaraciones hechas a Vida Nueva, al final de su viaje, en 1985).
En mayo de 1987 Casaldáliga vuelve a salir de Brasil. Esta vez visita en México a los refugiados guatemaltecos, en Chiapas, Campeche. Vuelve a visitar El Salvador, Nicaragua y Panamá.
«Veo la necesidad de estar cerca de la gente que está viviendo las consecuencias del difícil conflicto político-militar, en los frentes de guerra, en los campos de refugiados». (Declaraciones hechas en la revista italiana Nunc, en 1988).
En 1988 hay un hecho importante en la historia de la prelatura y su obispo. Casaldáliga realiza por primera vez su visita “ad limina” a la Santa Sede y se entrevista con Juan Pablo II. En condiciones normales el obispo habría hecho esta visita antes. Las opciones de vida de Pedro, sus dificultades para salir del país y su visión crítica de la verdadera (evangélica) eficacia de estas visitas retrasan su realización.
El viaje de Pedro al Vaticano se convierte también en noticia internacional. No es sino otro gesto del obispo para participar a las autoridades de la Iglesia las preocupaciones, las vidas y las muertes de los hombres y mujeres de América Latina, especialmente de los más desfavorecidos. Antes de visitar al Papa, Pedro se había dirigido por carta a él para trasladarle sus preocupaciones y las de su pueblo. La prensa internacional se hace eco del viaje.
En medio de noticias de supuestas tensiones entre Casaldáliga y la Curia Romana, son muchos los colectivos cristianos que, en todo el mundo, levantan sus voces para expresar su apoyo a la labor del obispo de Sao Felix. En el caso de España son más de dos mil los católicos que escriben a Juan Pablo II para pedirle que nadie “cuestione, inquiete o interrumpa la enorme labor evangélica que está realizando”. Más de veinte obispos hacen llegar también su voz: «Nada les obligará a renunciar al servicio de los pueblos indígenas, hacia el proceso de los campesinos y obreros y hacia la solidaridad latinoamericana, especialmente en los pueblos hermanos de América Central».
Tampoco al dirigirse a las jerarquías de la Iglesia Católica el obispo Pedro abandona sus convicciones:
«La solidaridad es más que un derecho. Es un deber. Es el amor hecho público, colectivo, político. Ahora más que nunca debemos asumir y concretar eficazmente nuestra solidaridad con los pueblos e iglesias de Centroamérica y particularmente con la prohibida de Nicaragua. Yo, por mi parte, seguiré siendo solidario con todas mis posibilidades, hasta la muerte».
En 1989 Pedro vuelve a Centroamérica. En 1990 se conmemora el vigésimo aniversario de la constitución de la Prelatura, momento de hacer balance de veinte años de “caminhada”. La iglesia de Sao Felix lo hace. Algunas cosas han cambiado, otras se pueden mejorar. Van llegando reconocimientos a nivel mundial. La Generalitat de Cataluña le otorga la “Cruz de San Jorge” por su contribución a la cultura catalana.
Pero el nombre de Pedro Casaldáliga vuelve a saltar a los medios. Es a finales de 1990 cuando Adolfo Pérez Esquivel, argentino, Premio Nobel de la Paz, presenta la candidatura de Casaldáliga al Premio Nobel de la Paz. “Voz de los que no tienen voz”, “profeta y poeta”, llama Esquivel al obispo de Sao Felix. Un acto multitudinario sirve desde Cataluña para apoyar esta petición.
Son muchos los colectivos y personas que se movilizan apoyando la iniciativa: más de 60 ayuntamientos catalanes, diputados y senadores, eurodiputados, personalidades del mundo de la cultura, de la política, de la educación, asociaciones y entidades de cooperación internacional, cristianas y no cristianas, trabajadores de la información, profesores universitarios, estudiantes…
En Cataluña y en otros lugares de Europa el obispo Pedro sigue siendo una reivindicación de lo que aún es posible, una llamada a la generosidad y al compromiso, al Hombre Nuevo. Así lo entienden personas que han utilizando su nombre para nombrar sus organizaciones: “Amigos del obispo Pedro Casaldáliga”, “Comunidad Amerindia Pere Casaldàliga”.
El siguiente año Pedro hace su quinto viaje a Centroamérica. Esta vez más especial: El Salvador; participa en la celebración de aniversario de la muerte de Monseñor Oscar Romero. También acompaña a los jesuitas de la UCA, donde pocos meses antes habían asesinado a Ellacuría y compañeros. El viaje, evidentemente, es emocionante.
En 1991 son los primeros veinte años de ministerio episcopal. Él, camina con su gente, pero sigue levantando la voz por todo el mundo, recuerda a todos, en sus cartas habla de los panameños ocupados, del pueblo de Timor, de los palestinos. Sus escritos son un repaso del mapa del mundo: Guatemala, El Salvador, los desaparecidos, Honduras, Brasil.
«La post-modernidad, el post-socialismo, el post-todo de “ellos”, puede ser nuestro principio de todo. Quizás el principio de la Democracia, la verdadera, para cada persona, para todos y cada uno de los pueblos y no solamente para las personas privilegiadas o por privilegiados pueblos del primer mundo». (Carta circular de enero 1991).
En 1992 el Nobel no llega, pero el premio recibido por Rigoberta Menchu fue una gran alegría para el obispo Pedro. El cambio en las instituciones de Brasil no se tradujo en una situación radicalmente diferente: los asesinatos de “posseiros” han continuado. El boletín Alvorada se ve obligado a seguir denunciando la injusticia. La Prelatura no se resigna a la producción sólo literaria. Verbo Films produce en 1990 la película “Amerindia”, escrita por el propio obispo Pedro, como contribución a la conmemoración del V centenario.
Desde su pequeño rincón del mundo donde tiene cabida todo el Universo, Casaldáliga sigue haciendo oír su voz, una voz profética, acompañada por hechos y gestos. El obispo Pedro quiere llevar más allá la democracia:
«Nosotros estamos viviendo ahora la ilusión de la democracia, la cual por no ser una democracia económica, no es democracia. Ni es democracia política. Ni evidentemente democracia social. Ni es democracia cultural. El indio y el negro no caben. Las minorías étnicas, del tipo que sean, tampoco».
«Sólo en la medida en que el Primer Mundo deje de ser Primer Mundo podrá ayudar al Tercer Mundo. Para mí eso es dogma de fe. Si el Primer Mundo no se suicida como Primer Mundo, no puede existir “humanamente” el Tercer Mundo».
Sus grandes obsesiones siguen vivas: “los indígenas”, “los negros”, “los campesinos”. «El gran pecado económico-social de América Latina es el no haber hecho la reforma agraria». El mundo obrero, las ciudades, siguen en su preocupación.
Pero sobre todo sus compañeros de camino: los pobres. Cuando mucha gente comienza a anunciar la muerte de las utopías, Casaldáliga vuelve a clamar suavemente:
«Parece que cada día hay más gente en la Iglesia, y en el mundo, que se muestra cansada de oír hablar de pobres y de “opción por los pobres”. Sería importante, vital, que estos señores entendieran que son muchos los que hace más tiempo están cansados de ser pobres». (Las últimas citas reproducidas son de una entrevista en la revista Éxodo, Madrid 1990).
En el año 1994, se refuerza la idea de continuar haciendo la Romería al Santuario de los Mártires, ya que todavía hoy son muchas las personas que son muertas por su lucha por las causas de la defensa de la tierra, los indígenas, los derechos humanos…
Durante estos años, gracias al equipo del obispado de Sao Felix se han llevado a cabo muchos proyectos para ayudar al desarrollo de la región, muchos de los cuales ahora se aglutinan en la asociación ASA (Asociación Nossa Senhora de Assunçao), minicréditos solidarios, gabinete de Derechos Humanos, producción de zumos de fruta natural, colaboración con la Fundación Fontilles por la prevención y tratamiento de la Hansiniasis (lepra)…
La credibilidad de la Prelazia ha hecho posible que estamentos universitarios de Sao Paulo se interesaran por llevar algunas Facultades a la región, de modo que en el pueblo de Luciara, la gente de la región puede estudiar algunas licenciaturas como Matemáticas, Biología, Estudios Empresariales, etc…
Durante estos años la región de Sao Felix ha duplicado en número de habitantes, algunos pueblos que, cuando Pedro llegó, no existían ahora tienen más de veinte mil habitantes.
Aunque en muchos aspectos ha habido una gran mejora: la escolarización en la primaria está bastante garantizada, hay algunos médicos y algunos centros médicos del estado. Muchos de los mismos problemas siguen vivos. Por ello, el equipo de la Prelazia debe continuar velando y denunciando el cumplimiento de los derechos humanos. Por ejemplo, los pueblos indígenas, que a pesar de tener sus tierras reconocidas, siguen siendo ocupados por los terratenientes y despreciados por parte de la población. La reforma agraria sigue siendo una promesa incompleta.
El trabajo de denuncia constante hecho por Casaldáliga, ya desde la primera Carta Pastoral sobre la existencia de esclavitud en el Matogrosso, se hace patente por ejemplo en el año 2005 con la liberación en la “fazenda Gameleira” de 1.200 trabajadores de caña de azúcar en régimen de esclavitud.
En 2003 Pedro cumple los 75 años y presenta la renuncia al Papa, que es aceptada; pero habrán de pasar más de dos años, y después de muchas incertidumbres sobre el futuro de Casaldáliga, hasta que el Vaticano nombra al que será su sucesor al frente de la Prelazia.
El nuevo obispo, Dom Leonardo Ulrich Steiner, franciscano, nacido en el estado de Santa Caterina en el sur de Brasil, acepta que Pedro continúe viviendo en Sao Felix y trabajando por su Obispado, de modo que la sucesión se hace de forma progresiva.
Casaldáliga continúa siendo una voz referente de las causas de los más pobres, y aprovecha su condición de obispo emérito, para escribir los libros que durante estos años al frente del Obispado no ha podido. Algunas de estas publicaciones son: “Antología Personal”, “Cartas marcadas”, “Cuando los días dan que pensar”.
En el momento de su jubilación, son muchas las organizaciones e instituciones que quieren homenajearlo. Recibe el premio Honoris Causa por la Universidad de Campinas, por la universidad del Mato Grosso. Y en 2006 recibe con un especial agradecimiento y satisfacción el Premio Internacional Catalunya, otorgado por la Generalitat de Catalunya.
Actualmente, y ante las serias y renovadas amenazas de muerte, las autoridades policiales le han convencido para que se aleje de Sao Felix. Recluido en casa de un amigo misionero, a más de mil kilómetros de distancia de su gente, la decisión del Tribunal Supremo de Brasil de que se devuelvan las tierras usurpadas al pueblo indio xavante, en gran parte debida al trabajo de denuncia de la Prelatura, está en el origen de estas medidas de protección, que Pedro Casaldáliga aventura sólo temporales.
Muy interesante para quien quiera degustar su poesía y su pensamiento: Página de Pedro Casaldáliga.
Se me hace tarde, y concluyo este trabajo de recopilación con este poema suyo:
NUESTRA HORA
Es tarde
pero es nuestra hora.
Es tarde
pero es todo el tiempo
que tenemos a mano
para hacer el futuro.
Es tarde
pero somos nosotros
esta hora tardía.
Es tarde
pero es madrugada
si insistimos un poco.

3 comentarios:

  1. Apasionante biografía, Miguel. Qué hombre. Personas como él son las que compensan de tanta cosa insoportable que tiene la jerarquía eclesiástica. No tengo palabras antes personas de esta calidad y valor. Y mira, no le dieron el Nobel, siempre pasa lo mismo, ¿verdad? Muchas gracias por este precioso trabajo.

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  2. Me parece increible, que ante alguien como él, no salgan todos las colectivos, asociaciones y organizaciones sociales ó políticas gritando desde todas las partes del mundo.

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  3. Muchas gracias por esta biografía tan viva y real. Mi padre fue amigo suyo en Barbastro en los años sesenta. Se llevaban cuatro meses en edad. Nacían allí los cursillos de Cristiandad por aquél entonces. Nacimos nosotros cuatro. Mi padre acaba de fallecer antes de cumplir los 90. Celebro el cumpleaños de D. Pedro y doy gracias a Dios por su vida tan plena.

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