Mi canario a sus trinos, y Gumi a la expectativa



Sí, porque llevaba tiempo sin decir ni pío. Mi canario ha roto su silencio, y no ha hecho falta que luciera el sol. A pesar de la bruma de este día 27, ha sido salir el cartero de casa de dejarme un certificado y el animalito le ha despedido con un arpegio de padre y muy señor mío (también podría decirse y con el mismo significado, de madre y muy señora mía; pero lo aprendí de la primera forma, y soy animal de costumbres; qué se le va a hacer).
El sol, a todo esto, que estaba desaparecido, u oculto tras la espesa bruma, a poco ha ido despabilando su letargo y ha barrido el cielo dejándolo limpio durante el mediodía.
Ahora, al caer de la tarde, y mientras arreglaba un enchufe y de paso reparaba una avería sobrevenida en el proceso en algo que no tenía nada que ver pero que se complicó por esa suerte de desgracias que hace que una cosa lleve a la otra, Gumi ha estado sin perderme ojo, el bueno se entiende, a la espera de que llegue la hora del paseo.
Es así que este es el momento, adiosgracias, que nos vamos a aliviar los cuerpos y a estirar las patas. Servidor de momento sigue teniendo piernas, pero no doy un duro de los de antes porque ellas sigan siendo lo que son; estas bestias me van a llevar al trote ligero y hasta es posible que en el arrastre lleguemos hasta el río. Dios quiera que frenen a tiempo.
Si ocurriera algún nuevo percance, a la noche lo cuento.

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