Tan cerca. Tan lejos




 
Aquello es África. Así se ve la orilla de allá desde Tarifa en un día claro como el día de la foto. Es, pues, de suponer que así o muy similarmente se ve esta parte del estrecho desde aquella otra parte. Casi se toca con las yemas de los dedos, pero sólo casi. Como con las líneas paralelas, que nunca se tocan ni siquiera en el infinito, estas dos orillas no han estado nunca más separadas que ahora, nunca más cercanas.
Por eso me quedé con cara de tonto cuando, pretendiendo pasar a través del mar, se me dijo que no; no tenía pasaporte y allá lo requerían. Porque no pretendía ir a Ceuta, sino a Tetuán. Y así me quedé, con los treinta y tres euros con cincuenta que valía el pasaje en la mano tendida, ante el de la ventanilla que muy amablemente me terminó diciendo: Yo se lo vendería, que para eso me pagan; pero le haría a usted una faena, porque allá no le dejarían bajar y le haría volver en el mismo buque.
Rematé como pude la tarde paseando con mis amiguitos por la ancha y larga playa de Los Lances. Vi muchos cuerpos embutidos en neopreno dejándose arrastrar sobre las aguas a merced del fuerte viento que traía hacia mí unas nubes pesadas, densas, oscuras… y el agua que nos martilleó toda la noche. Y no vi acostarse al sol; fue el único atardecer que no logré disfrutar.
Último día. Ya sólo restaba recoger la tienda chorreando, embutir todo mi pequeño mundo en el corsa, y salir pitando para casa.
¡Santo Dios! ¿Será posible? Me estoy quejando de una simple trastada, cuando muchos náufragos penan de verdad buscando su Ítaca salvador. Ahora mismo acaba de llegar la última patera: sesenta y nueve personas, entre ellas cinco mujeres embarazadas y dos niños de corta edad.
Todavía hay seres humanos que exponen su vida por alcanzar esta orilla.

2 comentarios:

  1. ¡Cuanta razón tienes Miguel Angel!, nos quejamos por cosas nimias cuando a nuestro alrededor,cerca de nosotros, estan los que son verdaderamente desprotegidos y a veces trasparentes, porque a veces no los vemos.
    Besos
    Anna J.R.

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  2. Ya lo vaticinó mi admirado y querido Santiago Carrillo hace por lo menos veintitantós años: si no hay justicia con los países de África e Hispanoamérica, si no se les devuelve lo que les ha sido arrebatado por el primer mundo durante siglos, si no se invierte en desarrollo en esos lugares del mundo, vendrán, "nos invadirán" (un decir) buscando sobrevivir y se creará un problema humanitario de primer orden. Sabio mi Santiago, aquí lo tenemos desde hace ya un tiempo. Y la ignorancia de los más los mira de reojo, los estigmatiza, los ningunea. Qué pena que la educación cada vez sea más insulsa y carezca de esencias humanísticas imprescindibles.

    Besos

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