Así se ha presentado
la última piculina [1] al inscribirse en nuestra catequesis. Y por si no estuviera
clara su pretensión, añadió: No consigo ver a Dios.
No valió de nada la
insistencia de su mamá, alegando que para eso la tiene apuntada a la clase de
religión.
La persona que la
atendió en ese momento, lejos de darle una respuesta contundente, tal y como
hubieran hecho con nosotros a los siete años, -¿Dónde está Dios nuestro
Señor? Dios nuestro Señor está en todo lugar, especialmente en los cielos y en
el Santísimo Sacramento del Altar? [2]- simplemente anotó sus datos y le recordó cuándo comenzábamos: el
próximo domingo.
Además le dijo que
esas preguntas también las hacemos los mayores, y que por eso es conveniente
que nos reunamos para ver si es posible dar con la respuesta. En el cole,
aunque se trate como en su caso de uno público, enseñan muchas cosas que vienen
en los libros, y los profes se esfuerzan por ayudar a sus alumnas y alumnos a
situarse ante la vida. Pero no siempre pueden dar respuesta a todas las
preguntas, ni resolver todos los problemas. Ser catequista desde esta parroquia
viene a ser más o menos así, (y supongo que esta fue la contestación que le dio
a la niña preguntona, que por otra parte, y según me comentó, era como para
comérsela [3]): tu pregunta es mi pregunta, tu duda es también mi duda, y lo
imposible para ti también lo es para mí; si te parece nos ponemos juntos a
resolver este galimatías.
No recuerdo de mi
infancia haberme hecho tales planteamientos. Supongo que algo maquinaría en mi
magín, no creo ser en esto un bicho raro. Pero si entonces me ayudaron, y
estamos hablando de los tiempos del Astete, estoy plenamente convencido de que
ahora esta niña va a recibir el acompañamiento que requiere su edad y su
condición.
Eso espero. Y
supongamos que estoy hablando de mi parroquia.
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1. Acabo de enterarme de los otros posibles
significados de la palabra piculina. Digo y proclamo que en este caso me estoy
refiriendo, por si no se me ha entendido desde el principio, a una niña de
siete años, pizpireta y con ganas de comerse el mundo por un pie, a pesar de su
corta edad. Excúseme quien se haya visto confundido por mi causa.
2. Catecismo del Padre Astete, edición 1957, pág. 24
3. Comérsela por su afán de encontrar respuestas,
por su actitud de estar abierta y receptora de cuanto seamos capaces de
ofrecerla, porque viene con interés y ganas de pasarlo bien y agarrarse a la
vida que tiene delante de sí. Esta niña va a dar mucho juego. Como todos
los demás, los cuarenta y cuatro que hasta ahora están inscritos. Si es que
vienen arrasando. ¡Qué generación!
Yo también me lo preguntaba de pequeña. Cuando iba a hacer la catequesis, se lo pregunté a una hermana, y me dijo que cuando hiciera la comunión vería a Dios. La verdad es que me pasé toda la noche en blanco a ver si lo veía hasta que me quedé dormida. La verdad es que me levanté algo decepcionada. En fin, espero que tengas suerte.
ResponderEliminarUn saludo.
¡vaya pregunta! esperemos que se quede bien con la contestación...
ResponderEliminarHace años que dejé de hacermela, ni antes buscandola ni ahora esceptica, y con muchas canas, he tenido nunca respuesta. Ni dentro de mi misma.
Feliz catequesis y la responsabilidad que eso supone.
Besos
Decepciones de todo tipo vamos sufriendo a lo largo de la vida, según crecemos. Incluso de mayores también nos llegan. Gracias, Encarni por desearnos suerte.Pero no es suerte lo que necesitamos, sino confianza en ese Dios en quien creemos para no defraudar a nadie, ni siquiera a una niña de siete años, a quien sus padres han apuntado a clase de religión en un colegio público y a esta parroquia para que la adoctrinemos. Pero como dice San Pablo, no importa quien are ni quien siembre ni quien riegue, sino Dios que hace que crezca la semilla enterrada. Y en ese misterio la tierra tiene su parte, y su responsabilidad.
ResponderEliminarDe pequeños queremos ver a Dios. De mayores hemos de vivir ante Dios, en su presencia, y actuar como si le estuviéramos viendo, como si nos estuviera mirando, aunque siga oculto. Y tanto o más importante, mirar como Dios mira, con entrañas de misericordia.
Un saludo
Anna, si acertamos, esta niña no tiene por qué encontrar respuestas, sino ser ella misma respuesta. Propiamente es Dios quien hace la pregunta, y no deja de preguntar por más que estemos llegando a la vejez. Recuerda las frases del libro del Génesis, ¿Adán, Eva, dónde estáis? Caín, ¿dónde está tu hermano?
Besos
Perdonadme las dos, me ha salido la vena homilética. Es que lo llevo en el sueldo.
¿A que es bonito ese amanecer? ¡Siempre lo es!
Gracias por vuestra visita.
No hay nada que perdonar Miguel Angel, sabes que que me siento bien aquí con palabras de paz, esas "homiliticas" o como sea que quisiera creerme...
ResponderEliminares precioso ese amanecer, ya te dije que esta silueta de arboreda, la llevo en la retina grabada y es la identidad de tu blog, junto con tu dibujo de nik, contemplando el mundo, guitarra en mano y muy Kumbayá...
Besos.
Saludos a Encarni...me alegro de verla en este blog.