Un recuerdo de la infancia, pero no le encuentro la gracia



Muchas veces escuché en mi casa la frase “Bertoldo, Bertoldino y Cacaseno”, y sospechaba que se refería al título de un cuento; pero nunca tuve acceso a él. Ciertamente no estuvo nunca en el domicilio familiar. Es posible que mi padre recitara una lectura de sus tiempos infantiles, pero si así fue, nunca me contó aquella historia. Sólo y apenas el título de marras.
Quiero creer ahora que de alguna manera nos estaba diciendo que para cuentos aquellos, y no los que tanto mi hermano como yo utilizábamos. Sí, los tebeos no eran de su agrado. Tanto colorín, tanto monigote, tanto diálogo en forma de globo saliendo por la boca de aquellos dibujillos… a mi padre le parecían muy poco serios; nada apropiados para niños como nosotros y poco educativos.
Ayer, al llamar a Berto, por una sinrazón me salió Bertoldo; y de ahí recordar el título completo, la frase tantas veces repetida por mi padre. Cogí internet y buceé. Y lo encontré a la primera.
Parece ser que se trata de una colección de cuentos, obra de dos autores italianos del siglo XVII, Gulio Cesare Groce y Adriano Banchieri, que retoman cuentos antiguos de la Edad Media.
El libro está en muchos lugares para ser leído o descargado. Por comodidad y porque me gusta tenerlo en casa, he bajado de aquí el pdf de una preciosidad editada en Madrid en 1823, aunque también está otra editada en Barcelona en 1843.
Tras un primer vistazo me permito sacar unas conclusiones tal vez demasiado precipitadas, pero suficientemente elocuentes para comprender el halo de misterio que ha rodeado mi relación con el título de esta colección de cuentos, que no simplemente infantil:
1. Contiene algún que otro dibujo. Todo el libro está repleto de letras, y carece de color, es en blanco y negro. ¿La letra con sangre entra?
2. Más que entretener, estos cuentos son moralizantes; dan lecciones, no divierten. ¿La risa la inventó el maligno?
3. Se trata de una literatura torticera, aunque (o por eso precisamente tal vez) haya alcanzado fama universal. ¿Cómo es posible que un niño o una niña lea la primera página de este libro y no salga corriendo como quien pierde el culo? Veámoslo pues:
Prometo seguir leyendo hasta el final. Si cambio de opinión, expresaré mis nuevas conclusiones. De momento es lo que hay.

2 comentarios:

  1. Es el primer libro que leí cuando tenía ocho años, guaro un gran recuerdo de él

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  2. Cuánto me alegro de haberte dado la ocasión de recordarlo. Yo no puedo decir otra cosa que lo que aquí escribí en su momento, y no me desdigo. Gracias por tu comentario.

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