¡Anda que es difícil
pronunciar esta palabra! Es más llevadero tirar por lo sencillo y decir la
manta peruana. Sin embargo, cuando me la trajo Eloy Arribas de su Perú querido
usó el nombre de allá, lliclla. Y al desempaquetarla y entregármela, sonreía
con su mostacho descubriéndole los dientes, mientras con los ojos
empequeñecidos observaba mis gestos de asombro, de puro gusto. ¿Para mí? Sí, es
un regalo de las señoras para ti.
Luego me explicó el
uso que allí le dan, doblándola de una manera magistral para llevar al bebito
bien junto al pecho.
¡Ay Eloy! Mira que
traerme una lliclla a mí, solterón sin remedio y sin final. Pues aquí te la dejo;
y se marchó.
Esta noche, tras la
visita de A, y
por culpa del calor agobiante, estoy como tocado del ala. Y sudando por todos
los poros de mi piel he dado en mirar la lliclla de Eloy que tengo suspendida
en la pared desde el día siguiente a recibirla, y he vuelto a vivir en el
pasado.
Sin embargo la
lliclla sigue, aquí y ahora, y lo digo precisamente hoy que ha venido A a ofrecerse para todo lo que sea,
él que se ha pasado hasta jubilarse en otra parte y ahora la enfermedad le ha
incapacitado para una dedicación plena. Ha venido a decir ¡aquí estoy! por lo
que dure.
Sí, tenemos medida,
aunque no sepamos cuál sea. No importa. Lo que cuenta es que nos usen para lo
que sirvamos, sea lo que sea, hasta cuando sea.
Esta lliclla tal vez
se tejió para el turismo. Eloy le dio otro destino. Y ahora a mí me sirve de
recordatorio. Con eso me basta.
Esa campanita.
ResponderEliminarEs preciosa la mantita y, por lo que se ve, muy útil para las madres. A ti tampoco te queda mal en el sitio que le has destinado, está muy bonita y su entorno bien elegido. No recuerdo haberla visto (no me fijaría) cuando estuve ahí, bueno, ahora que lo pienso por tu casa pasamos tres segundos y medio y no me dio tiempo a casi nada. Cuando vuelva me fijaré en todo detalladamente.
ResponderEliminarEsta entrada tiene algo de nostalgia y una cierta pena por algo, por A que está enfermo, tal vez, porque el calor nos atrofia y nos hace vulnerables a cualquier emoción de cierta intensidad y las tuyas parecen intensas ambas a dos. Míguel, ánimo, que no hay mal que cien años dure... ni cuerpo que lo aguante, dicen los chistosos. Un abrazo "pa'guantá la caló" y un beso porque sí, ya sabes.
(Pablo, no te pillo, ¿soy torpe o son mensajes cifrados para Míguel?, si es así me callo y no indago más, saludos)