También llegué tarde esta vez


Sí, la inauguración de las fiestas de La Cañada de este año empezó sin mí, pero la cogí por los pelos. Porque estaba a un tiro de piedra y corrí todo cuanto pude. El cohete sonó y vi su resplandor. Aún olía a pólvora cuando entraba por la puerta del centro cívico donde mi gente recordaba algo de su historia y se preparaba para dar la bienvenida y recibir como se merece a nuestra fiesta popular.
Un vídeo recordó brevemente nuestra historia. Otro, las pasadas fiestas. Y por fin, Real y Medio, dio la entradilla a las de este año.
Faltan las palabras de nuestra señora Presidenta, la Jose, pero están los aplausos de unas y de otros. Ahora mismo, mientras el vídeo se coloca en Youtube, estamos comiéndonos una gigantesca paella en la pradera de la sede de la Asociación de Vecinos.
Anoche sonó la música. Hoy volverá a sonar. Y mañana, Dios mediante, pasaremos una parte en el pinar y otra en la pista de baile. Y levantaremos bien alto el vaso de limonada brindando por las fiestas del próximo año.
¡Felices Fiestas a tod@s!

San Pedro y San Pablo. Tanto monta, o debería montar…


San Pedro y San Pablo. Jusepe de Ribera, El Españoleto. Museo de Estrasburgo
 
Hoy me está apeteciendo hablar del motivo de esta fiesta, lo que pasa es que no sé por dónde empezar, y luego qué decir. Porque hoy no es sólo San Pedro, es San Pedro y San Pablo. Sí, los dos. Aunque el segundo parece que desaparece tras la figura del primero. No me extraña, es lo que pasa cuando alguien cree recibir todo el poder, y encima sujeta las llaves que lo abren o cierran todo. Hay que ver lo que puede la responsabilidad, le encoge a uno y le hace estrecho de miras.
Pero sí, hoy es, y desde hace muchos siglos, tantos como casi diecisiete, la solemnidad de San Pedro y San Pablo.
Así consta en los anales, al menos desde el año 258, que ya es constar.
Resulta que de San Pedro recordamos lo de que tenía suegra, luego estaba casado; ¿hijos? no se dice; pescador, terco, algo simple, fallón y bravucón, armado con espada, y desaparecido en combate cuando las cosas se pusieron a malas. Sin embargo a él le correspondió dar la cara aquel día en que llegó el Aire de Jesús a renovarlo todo, todito, todo. Su discurso en la mañana de Pentecostés fue memorable. Puede leerse en el Libro de los Hechos de los Apóstoles 2, 14-36. Desde entonces parece que asió firmemente el timón de aquella barquilla que empezaba a navegar por el ancho y proceloso océano.
En cuanto a Pablo sabemos, porque así está escrito o porque nos lo hemos inventado, que le tiraron del caballo cuando iba aguerrido a cargarse a los fanáticos de la nueva y perniciosa secta de los seguidores del nazareno revoltoso; que viajó mucho y escribió bastante; que tenía algo contra las mujeres y que se inventó tanto que incluso hay quien dice que él creó la Iglesia; y que no se debía haber leído el evangelio, porque a la hora de citar, se ve que conoce perfectamente la Ley de antes de Jesús, pero de lo que dijo e hizo éste no dice ni pamplona. ¿Qué raro, verdad?
Ahora se cree que en el Papa están ensambladas ambas personalidades, primando la de Pedro más que la de Pablo, en una suerte de equilibrio inestable que se soluciona por lo del ordeno y mando.
No se les hace justicia a ninguno de los dos. Y de rebote, a todo el resto. San Pedro y San Pablo son como el agua y el vino; cada uno es bueno por sí, juntos vino aguado. Pedro es el quicio de la puerta, Pablo el aire que pasa a través de ella. Pablo mira hacia afuera, Pedro debe cuidar lo que tiene encomendado. Pedro es firme, Pablo debe templar gaitas y habérselas en el ágora, justo en medio de la calle. Si los fundimos en uno sale un perro del hortelano: ni come berzas, ni deja que se coman.
Y es lo que tenemos, una mala conjunción de astros. Quien debiera ilusionarnos resulta ser quien nos vigila y controla. Es chocante que Pedro recibiera la orden de soltar amarras y bogar mar adentro, y que fuera Pablo quien realmente lo hiciera. ¿Se cambiaron las tornas?
Si Pedro no se baja del trono, ni permite que Pablo hable en libertad; si Pablo no deja de mirar tanto a Pedro y ni consiente que el Espíritu lo arrastre; si las piedras, en lugar de gritar, callan; si preocupan más la barca y las redes que la propia pesca; si el tesoro desaparece y devalúa oculto por la aparatosidad del barro que lo contiene (y hasta lo retiene), que ahora mismamente parece oropel… Si Pedro no es menos Pedro y más Pablo, entonces no queda otro remedio que volver a recitar, reflexionar y orar aquel ya viejo poema de este otro Pedro, Casaldáliga para más señas:
Deja la curia, Pedro,
desmantela el sinedrio y la muralla,
ordena que se cambien todas las filacterias impecables
por palabras de vida, temblorosas.

Vamos al Huerto de las bananeras,
revestidos de noche, a todo riesgo,
que allí el Maestro suda la sangre de los Pobres.

La túnica inconsútil es esta humilde carne destrozada,
el llanto de los niños sin respuesta,
la memoria bordada de los muertos anónimos.

Legión de mercenarios acosan la frontera de la aurora naciente
y el César los bendice desde su prepotencia.
En la pulcra jofaina Pilatos se abluciona, legalista y cobarde.

El Pueblo es sólo un «resto»,
un resto de Esperanza.
No Lo dejemos sólo entre guardias y príncipes.
Es hora de sudar con Su agonía,
es hora de beber el cáliz de los Pobres
y erguir la Cruz, desnuda de certezas,
y quebrantar la losa —ley y sello— del sepulcro romano,
y amanecer
de Pascua.

Diles, dinos a todos,
que siguen en vigencia indeclinable
la gruta de Belén,
las Bienaventuranzas
y el Juicio del amor dado en comida.

¡No nos conturbes más!
Como Lo amas,
ámanos,
simplemente,
de igual a igual, hermano.
Danos, con tus sonrisas, con tus lágrimas nuevas,
el pez de la Alegría,
el pan de la Palabra,
las rosas del rescoldo…
…la claridad del horizonte libre,
el Mar de Galilea ecuménicamente abierto al Mundo.

Heilige Petrus en Paulus, Marie-José van der Lee (1965). Steenhoffstraat, Soest/The Netherlands

Ojalá fuera el Rastro, pero no. Ni de lejos. Esto es… otra cosa


Abajo de la Plaza de Cascorro, por la Ribera de Curtidores y en las calles adyacentes y consecuentes, te roban, lo sabes. En realidad, te timan. Lo hacen con arte, con engaño, dándote la impresión de que ganas en el lance, que le das sopas con honda al rufián malencarado que te da una mecedora donde dice dormitó la reina María de los Mercedes a cambio de unas monedas modernas totalmente devaluadas. Te venden lo que desees, aunque sea la mujer de tu prójimo. Cuadros, arados, calzoncillos, espadas toledanas, incluso el santo grial, y a buen precio.
En el Rastro son honrados, ya lo cantaba Patxi Andión con ironía, a carta cabal.
Esto otro que se avecina tiene otra pinta. Para empezar es puramente guiri, o sea, a saber. Luego vienen las excepciones que, a cambio de petrodólares o usadólares o como sea, exigen como condición. Que si el tabaco, que si la prosti camuflada de compañía chachi piruli para atraer la buena suerte, que si los usos y costumbres de la mafia sanjuanera que domina allá en el desierto de Las Vegas made inusa, que si hay que suavizar lo contractual que quien quiera trabajar que lo sude, negro trabaja si quieres comer, que si la autoridad aquí debe dimitir o simplemente no aparecer… En fin, y así.
A cambio ¿que ofrecen? Lo que los bancos de acá les dejen, que ellos no tienen pa tanto. Y cuando todo esté hecho y derecho, con nuestro dinero, nuestra mano de obra, nuestro suelo… y nuestro desarme jurídico-socio-moral, ¡a jugar todo el mundo! Entonces sí, entrará tanto dinero en caja que habrá para dar y tomar. Lo de repartir, ¡ya se verá!
La marca tiene un precio. Por eso lo de eurovegas, pa que recuerde a lo de allá: tragaperras, bacarrá, poker y más, que el simple julepe o mus son provincianos, qué digo, ¡tercermundistas!
Todo el mundo querrá jugarse los cuartos que no tiene para ver si adquiere más, a millonadas, hacerse rico, que Las Vegas está a punto de aterrizar.
¡Abróchense los cinturones, abatíos pendones, desapareced usos y costumbres, la fiesta va a comenzar!

Ahorrando también es gerundio

 

La verdad sea dicha, en artículos de limpieza no me gasto mucho que digamos. Más bien, nada.
Tanto el cubo de la fregona como el cogedor, juntos, suman los mismos años que yo. Y lo mismo que yo ya tengo algunos arreglillos, ellos no iban a ser menos. De modo y manera que su apariencia no tiene ninguna prestancia. Igual que yo.
Sin embargo ambos cumplen su función, y a plena satisfacción por cierto. No puedo decir lo mismo de sus pares, la fregona y el cepillo, que como son los que en realidad trabajan, hay que reponerlos de vez en cuando.
Así que la encargada de la sección correspondiente de los grandes almacenes no me tiene por su cliente favorito. Claro que tampoco yo me he fijado en si es la misma de siempre, o también la reponen.
Esto dicho me viene al pensamiento el asunto de los medicamentos que van a dejar de “subvencionar”. ¡Qué mal me suena esta palabra referida a medicinas que ya hemos pagado más que de sobra a lo largo de la vida! Pero en fin, así tendrá que ser.
Servidor puedo, si quiero, tirar el cubo y el recogedor a la basura, porque están de sobra amortizados. Y son míos. Y por lo mismo, debería también poder ir a la farmacia y llevarme un tubo de pomada para las hemorroides sin pagar, porque hace tiempo que lo hice. De modo que cobrarme ahora por ellas… no me suena a ajuste, sino a “ajuste de cuentas” con todas las de la ley.
¡No os hacéis idea lo que cuesta cada mañana poner en marcha la ciudad!, nos decía el otro día una funcionaria municipal, enamorada al parecer de su profesión y trabajo.
Yo pensaba, mientras tanto,  ya lo creo que sí me hago una idea. Soltero y sin compromiso, cabeza de familia y ama de casa, sé muy bien que cuerpo triste puedes entrar en la cama tal como saliste; y que los cacharros esperan en el fregadero, salvo que me espabile y friegue; y que si llueve tengo que soportar que mis amiguitos me pongan el piso perdido de barro y de tal… Y que cada vez que pasa algo, lo que sea, he de volver a recoger cosas, recolocar mesas y sillas, cerrar ventanas y bajar persianas… porque es cosa demostrada: hemos venido a este mundo para que nos hagan las cosas y nos las pongan a huevo.
Hubo alguien que definió a un párroco cualquiera como aquel señor, de momento no se da del otro sexo, que va cerrando luces y apagando puertas conforme el personal va saliendo. Es al revés, se comprende, lo de cerrar y apagar, no lo de salir.
Incluso la calle, que por cierto no es mía, sino municipal, he de barrerla si quiero que esté decente. A la tercera división no le corresponde atención privilegiada, en habiendo por delante y por encima otras dos mucho más importantes.
Es lo mismo que pasa con eso de los viajes de gente de tronío. Les sobra con lo que cobran para ir a Marte o Júpiter, pero se lo pagamos nosotros. Y así.
Tocan a rebato, porque hemos gastado con desmesura. ¿Quién, quiénes? Llegué a cobrar casi seis mil euros al mes, me confesó un parado, cuando hacía de encofrador; y me lo fundía todo. ¿Todo? ¡Todo!
Y como es secreto de confesión no indico quién. Pero pienso que si éste que no ha salido de aquí así ha despilfarrado, qué no habrán ahorrado los que cuando salen llevan consigo una comitiva larga de asesores, guardaespaldas y servidores.
Por eso ahora, que ya es verano, todos los días he de apagar los ventiladores después de cada función, porque los aparatos están pagados, pero la energía eléctrica no. Y va a subir… amenazan.

De visita por la ciudad II


La cita era a las 8, pero no conseguí llegar hasta y cuarto, y eso que no había tráfico. Los curas siempre nos excusamos con la misa; no la terminé hasta menos diez. Allí estaban, Paz Altés tomando la palabra, el resto disfrutando. Caía ya el sol pero el calor aún era sofocante. Menos mal que empezamos la visita por la parte más fresca de la ciudad, por el Campo Grande. Más o menos como el día anterior, alrededor de la veintena. Pero con menos años, que había que andar… Y Paz tiró de nosotros, aunque sin llegar a la carrera.
Se notaba que era lunes, y había poca gente por la calle. Ello me dio la oportunidad de tomar algunas fotos que de otro modo hubieran sido muy diferentes. Las coloco aquí, para ir abriendo el apetito.









Valladolid centro


Ruta: Valladolid, ciudad de la escultura… “en la calle”


El siglo XVII singularizó la ciudad de Valladolid como capital mundial de la imaginería religiosa procesional. Desde entonces, Valladolid no ha dejado de sentir una gran inclinación por recibir esculturas en sus calles, avenidas, plazas y parques, hasta convertirse en un auténtico museo al aire libre en el que pueden contemplarse piezas cargadas de simbolismo y expresividad.


Estatua de Colón / Esculturas en el Campo Grande / Grupo escultórico de los Cazadores de Alcántara / Monumento al Guardia Urbano / Escultura A la amistad / Jorge Guillén / Rosa Chacel / Monumento al Voluntariado / Bola del Mundo


A Estatua de Colón






Autor: Antonio Susillo (Sevillla 1857-1896). Significado: homenaje al descubrimiento de América. Fecha: 1905. Aunque Valladolid pensó en erigir un monumento en memoria de Colón a mediados de siglo XIX, a medida que se acercó la fecha del cuarto centenario del Descubrimiento de América la idea fue tomando más empuje. El propio Antonio Susillo envió a Valladolid un primer boceto de cómo imaginaba su “alegoría”, huyendo de la imagen típica de Colón moribundo que, por su parte, proponía el popular Aurelio Rodríguez Carretero; hubo una tercera propuesta, la del vallisoletano Darío Chicote. Pero no había dinero para llevar ninguna a cabo. En 1891, Susillo ganó un concurso para un monumento a Colón en La Habana, que se fundió en París; pero cuando el monumento iba a ser trasladado a Cuba, la independencia de aquel país dio al traste con el proyecto. Hubo que pensar entonces dónde ubicar el monumento. El primer candidato fue “El Retiro”, en Madrid; pero Valladolid luchó por conseguir el monumento y el Gobierno se lo concedió en 1901. ¿Y dónde colocarlo en la ciudad? Se hizo una encuesta en la prensa y las opciones más votadas fueron: la plaza de Zorrilla, frente al templete del Campo Grande; y la plaza entre la Estación y dicho parque (donde se instaló finalmente). Cuando el monumento estaba a punto de ser desembalado y emplazado, la ciudad de Sevilla pujó por su traslado hasta allí, pero el intento fue fallido y en 1902 y 1905 se trabajó en su instalación donde ahora se yergue. Los cuatro relieves representan: el Estudio, la Náutica, el Valor y la Historia. Los relieves representan escenas del Descubrimiento. Sobre una gran globo terráqueo, rodeado por la expresión “Non plus ultra”, un grupo escultórico representando a Colón y a la Fe guiándolo.


B Algunas esculturas del Campo Grande



CAMPO GRANDE DE VALLADOLID

1: Puerta del Príncipe                                         8: Escudo floral de Valladolid y bandera de España
2: Juegos Infantiles                                             9: Pajarera
3: Paseo del Príncipe                                        10: Estatua de Núñez de Arce
4: Pérgola, con Fuente del Cisne                      11: Fuente de la Fama
5: Estatua de Rosa Chacel                                12: Faisanera y Fuente de las Ranas
6: Busto de Leopoldo Cano                              13: Estanque
7: Palomar                                                         14: Cascada


Fuente de la Fama: A la muerte de Miguel Íscar en 1880, El Norte de Castilla lideró un movimiento ciudadano para erigir un monumento en su memoria. El arquitecto Antonio Iturralde se encargó de su construcción. Proyectó una fuente constituida por un pilón octogonal de cuyo centro sobresale un alto pilar de tableros decorados y que a través de mascarones derrama el agua a otro de menor profundidad. El pilar central, de perfil curvilíneo, está rematado con una alegoría en bronce de La Fama, representada de forma convencional; una figura de mujer joven con alas extendidas soplando a través de una larga trompeta alzada al cielo de la que brota el agua. La figura de la Fama es obra del escultor Mariano Chicote Recio. La fuente se inauguró en 1883. En 2011 se procedió a la restauración integral del conjunto.

Miguel Íscar Juárez (Matapozuelos 1828-Madrid 1880). Cuando tenía 17 años su familia se trasladó a Valladolid y aquí trabajó en diferentes empleos en casas particulares y sociedades de la ciudad, demostrando laboriosidad y honradez. Por ello fue nombrado Alcalde de la ciudad en 1877, cargo que ocupó hasta el momento de su muerte, a causa de un derrame seroso cerebral. Sus principales obras como alcalde fueron: los tres mercados de hierro; la terminación del Matadero Público y el encauzamiento del río Esgueva, la colocación de las bocas de riego en las calles, la adquisición de obras para la Biblioteca Municipal, así como varias expropiaciones para la apertura de vías. Suyos fueron también los proyectos: traída de aguas del Duero, construcción de una nueva Casa Consistorial, arreglo de las Plazas de Poniente, Tenerías, Trinidad y del Museo; y las gestiones para la construcción del Hospital Provincial y Facultad de Medicina. Entre todas sus obras, destaca como principal el embellecimiento del Campo Grande.

Busto de Leopoldo Cano: Juan José Montero “Cheché”. 1936. Representa a Leopoldo Cano, un dramaturgo y poeta vallisoletano nacido en 1844 y muerto en 1934. Fue además militar y académico de la Real Academia Española. Está situado en el Paseo del Príncipe del Campo Grande, fue inaugurado en marzo de 1936 y está realizado en cobre galvánico apoyado sobre un pilar de piedra blanca.

Monumento a Gaspar Núñez de Arce. Emiliano Barral. 1932. Presidiendo una rosaleda cercana a la Fuente de la Fama, se erige sobre un pedestal el busto del político y poeta vallisoletano Gaspar Núñez de Arce (1832-1903). La escultura se instaló por iniciativa de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, con motivo del centenario del nacimiento del poeta. En su origen, el proyecto incluía la instalación de un pequeño estanque a los pies del monumento. El monumento está realizado en granito rojo.

El fotógrafo del Campo Grande: Eduardo Cuadrado. 1994. La escultura fue encargada por la Diputación. Se trata de una figura en tamaño natural en actitud de estar tomando fotografías. Con su instalación concluyeron los actos en recuerdo a la saga de los Muñoz, una conocida familia de fotógrafos callejeros, y sobre todo a su último representante, Vicente Muñoz, fotógrafo oficial del Campo Grande durante más de 50 años. Es una pieza de bronce, de 1,70 m de alto y se erige en el lugar exacto en que este fotógrafo disponía su trípode.





C Cazadores de Alcántara

Mariano Benlliure. 1931. Monumento erigido en memoria de un heroico batallón de caballería en la Guerra de África. En principio iba a ser instalado en el patio de la Academia. Lo inauguró Alfonso XIII. El monumento representa a cinco jinetes en sus respectivas monturas y portando diferentes enseñas, fundidos en bronce, en actitud de galope, situados sobre una pirámide truncada de granito gris. ¿No creen Uds. que falta una… “pata”?


D Monumento al Guardia Urbano

Ana Hernando. 2001. Monumento en homenaje a la Policía Municipal. Representa un guardia en actitud de dirigir el tráfico rodado, con el uniforme clásico de los años cincuenta, compuesto por gabardina, trinchas, el peculiar casco y el silbato. Mide 3,90 metros de altura. La base de sustentación es una peana en mármol negro de Markina, de una tonelada de peso y 1,2 metros de altura.


E A la amistad

Faustino Aizkorbe.1998. Este autor pertenece a la corriente escultórica representada por Oteiza y Chillida. Se trata de una escultura realizada en acero, no figurativa; desproporcionada con respecto al gran volumen del pedestal que la sustenta.


F Jorge Guillén y figurillas infantiles de El Poniente



Los jardines de El Poniente fueron inaugurados en 1935 y, en ese momento, uno de los elementos decorativos más peculiares que se instalaron allí fue una serie de esculturas representando personajes de cuento infantiles: Pipo y Pipa, Lolín, Bobito, La Lechera y Pinocho y Pichi. A mediados de los años 90, el Ayuntamiento remodeló el parque y quiso reponer aquellas mismas figuras, encargando el trabajo a Francisco Javier García Mosquera y Luis Fernando Nieto que, finalmente, las instalaron en 1998. En ese mismo momento quedó también ultimada la fuente del espacio central del jardín, en la que se instaló la escultura Jorge Guillén y la infancia, de Luis Santiago Pardo. Jorge Guillén nació en Valladolid en 1893 y falleció en Málaga en 1984.


G Rosa Chacel

Rosa Chacel Arimón nació en Valladolid en 1898 y falleció en Madrid en 1994. Esta escultura de la escritora vallisoletana también es obra de Luis Santiago Pardo y fue fundida e instalada en el banco donde aún se encuentra  en 1996, dos años después del fallecimiento de la autora.


H Monumento al Voluntariado y paneles interior y exterior del mural cerámico de la plaza de España






El monumento en homenaje al voluntariado es obra de Eduardo Cuadrado y data de 1996. La cara interior del relieve cerámico fue realizado por Gonzalo Coello, también en 1996 y muestra escenas del antiguo mercado del Campillo; la cara exterior es obra de su padre, Andrés Coello.


I Bola del Mundo



También llamada Fuente de los niños por su propia autora, Ana Jiménez, fue instalada en 1996, tras la remodelación del espacio central de la plaza de España, con sus nuevas marquesinas.


J Encuentro


Feliciano Álvarez. 1997. Esta escultura simboliza el encuentro de tres grandes vías vallisoletanas: Gamazo, Dos de Mayo y Divina Pastora; las tres muy significativas en la historia vallisoletana.


Quienes vivimos aquí usamos las calles para ir a sitios. Y si habitamos en las afueras de la ciudad, el centro lo pateamos con prisa y casi sin mirar, salvo a los semáforos. Por eso, pasear por la calle sin prisa, con los ojos dispuestos a dejarse sorprender, ofrece eso mismo, sorpresas. ¡Cómo me iba a imaginar que desde la Plaza de España se veía la Estación del Norte! También pudimos ver a un pavo real que nos ofrecía su portentoso abanico multicolor mirándonos con todo descaro. Pero justamente al darnos la vuelta, otro nos ofrecía lo mismo pero dándonos el trasero.
Hay una cosa muy curiosa en lo de las estatuas. La ciudad está llenita de ellas. Las hay de todos los estilos y colores; incluso en los materiales, aunque predomina el bronce. Muchos autores representados, también vascos. Pero curiosamente las obras de estos últimos son susceptibles de interpretación. ¡Qué cosas!
Llamóme la atención el busto del alcalde Miguel Íscar: estaba en un soberbio lugar dentro del parque, pero solitario, muy solitario. Todo lo contrario que La Fuente de la Fama, cerca del lago y en una plazoleta muy concurrida de personal de todo tipo.
En fin, a las diez menos cuarto, justo para pillar el último bus, Paz Altés dio por concluida la visita, y nos fuimos corriendo, andando o pedaleando. Cada cual como pudo. La cena estaba esperándonos.
¡Gracias, Paz! ¡Buen trabajo!

Llegó la brisa…

 

Pero ya es día veinticinco. San Juan fue todo calor. Y aprovechando el fresco de la madrugada he podido leer a Teresa Forcades respondiendo a Eulalia Tort en el blog de ésta. Lo había intentado antes, pero google no quiso traducirlo y el catalán me ofusca el pensamiento.
Dice la monja médica y teóloga que la medicina tiene que contar necesariamente con el cuerpo y con el alma. Y con el espíritu. Que hay una relación entre las emociones y las enfermedades. Que la medicina occidental no suele atender a esta relación tal como sí lo hace la medicina tradicional china.
Y termina diciendo que no hay que buscar culpabilidades. El enfermo no se provoca la enfermedad, la sufre. Pero su tratamiento y curación será muy diferente si asume el protagonismo y estimula su organismo desde dentro, al tiempo que el personal sanitario lo hace desde fuera.
En fin, creo que tiene razón. Y creo que al dicho aquel que dice “médico, cúrate a ti mismo” habría que añadir este otro que me acabo de inventar que podría decir aproximadamente “enfermo, pon de tu parte todo lo que puedas”.
En todo caso lo mejor es prevenir. No vivir obsesivamente, no. No se trata de no vivir para vivir eternamente, tal que de eso no como que engorda, de lo otro tampoco por el colesterol, no voy a preocuparme que me sube la tensión, no voy a esforzarme para no infartar mi corazón, no voy a pensar para que esa úlcera de estómago se calme…
Hay mensajes que prometen una vida muy larga si se siguen al pie de la letra. Hay mensajes que parecen ir dirigidos a personas ociosas. ¿Hay demasiadas personas ociosas o hay comunicadores que no tienen otra cosa mejor que hacer?
En fin, vaya mundo que tenemos. La celebración de la noche pasada ha dejado en la playa de las Moreras veinticinco mil kilos de basura. En el Mediterráneo en plena canícula todos los cuerpos estaban desnudos y al sol; muy poquitos en el agua. A Lugo le han botado de su cargo por ser buena persona. Y el que llega es precisamente un médico, que se pasa a la política. Normal, ya que el otro antes era obispo y lo dejó. Y mañana entre De Guindos y Rajoy se soluciona la crisis.
En fin, me voy a la cama. Si estos pensamientos son los que me vienen con la brisa fresca de la madrugada, mejor estaría durmiendo.
Hoy hemos cristianado a David y a Juan. Y como no somos lechugas, además del agua hemos ungido sus cabezas con el Crisma. El líquido es importante, el Espíritu mucho más.

Juan el bailarín



Esta es la única foto que se conserva, porque de todo el mundo es sabido que los archivos de la DGS no desaparecen, aunque se mantengan ocultos. Siempre puede alguien echarnos en cara nuestro pasado delictivo.
Pero a Juan también se le recuerda por lo que dijo, tal que por ejemplo esto:

Sin embargo el momento más gozoso de su vida fue cuando bailó como un poseso. No hubo entonces nadie que diese fe de aquello, no sólo porque aún no se había inventado el ecógrafo, sino porque su santa madre, Isabel la de Zacarías, se lo tuvo callado. Y María, la otra que también lo vivió, se salió por peteneras con otro baile que ha marcado época. No se pone aquí porque no es su momento.
Aquí sólo está Juan, el auténtico, el de pelo en pecho y voz clara como los cuchillos.
Que no me vengan ahora con eso de que bailar está feo.
Añadido a posteriori: Esto es de José Luis Cortés, "¡Qué bueno que viniste!", PPC, Madrid 1976

Dos versiones para una misma frase:
“Hasta que San Juan baje el dedo”



Cuando suponemos que algo no cambiará, al menos en un muy largo período de tiempo, empleamos en mi tierra, y tal parece que en parte grande del resto, esta frase. Así, por ejemplo, cuando una persona parlanchina toma la palabra, se espera que siga perorando “hasta que San Juan baje el dedo”.
Cuando deseamos que alguien muy reservado rompa a hablar pero no lo conseguimos, entonces usamos una variante: hablará “cuando San Juan baje el dedo”.
En ambas estamos refiriéndonos a un imposible, pues tal dilación en el tiempo supera la duración de la vida de cualquier mortal.
Esto no tendría mayor importancia para mí si no me hubiera encontrado con otras dos variantes que paso a relatar.
Hay dos San Juanes de cierta relevancia y a ambos por igual podría achacárseles el origen de este dicho: San Juan Bautista y San Juan Evangelista.
San Juan Bautista señaló con el dedo a Jesús al tiempo que decía: «Este es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo» (Evangelio de Juan 1, 29).
La imaginería religiosa le ha mostrado con un dedo levantado, apuntando a un cordero, a un rótulo con la frase inscrita Ecce Agnus Dei, al cielo…
San Juan Evangelista, que parece ser estuvo junto a María al pie de la cruz, a veces ha sido representado en un momento antes indicando a la Madre de Jesús con el dedo índice el camino del Calvario.
Avalan esta última explicación unos versos de Francisco Rodríguez Marín (Osuna, 1855-Madrid, 1943), en su obra Cantos populares españoles (2.ª ed., tomo II, página 343), concretamente estas dos coplas:
Mucho quiero a San Francisco
porque tiene cinco llagas,
pero más quiero a aquel santo
que con el dedo señala.
---------
Tienes mucha fantesía
y te tienes e queá
señalando con er deo
como se quedó San Juan.
Y comenta: «Aluden a San Juan Evangelista, a quien los escultores y pintores suelen representar en actitud de mostrar a la Virgen Madre el derrotero de su Hijo».
Personalmente prefiero que el referente sea el Bautista, del cual he visto cuadros y tallas con el dedo apuntando. En tanto que ignoro, no digo que no exista, que el Evangelista sea representado de esa guisa, con el dedo señalando.
Obra de Salzillo. San Juan Evangelista (1756)
Además, a éste último, ya le sobra y le basta con el libro que le ponen en las manos y el águila que le cobija. En tanto que al primer Juan, alias “El Bautizos”, que le pinten o le esculpan una piel de camello por vestido como único adjetivo resulta desconsiderado. Fue más importante por lo que nos indicó que por cómo trajeaba. Y no lo digo yo, como si fuera una ocurrencia mía. Lo dijo Jesús y con palabras que resuenan:
-«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis, a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta: él es de quien está escrito: Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepare el camino ante ti. Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista, aunque el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él. Desde que apareció Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos pretenden apoderarse de él. Pues todos los profetas y la ley anunciaron esto hasta que vino Juan. Y es que, queráis aceptarlo o no, él es Elías, el que tenía que venir. El que tenga oídos, que oiga». (Evangelio de Mateo 11, 7a-15)
Hoy es San Juan. Festejamos que nació. Sólo de él y de Jesús ¿no es curioso? Veinticuatro de junio, veinticinco de diciembre. Está claro con absoluta claridad: hasta que San Juan baje el dedo señala al que tuvo el detalle de hacer del río Jordán su propio baptisterio.