Titulares

 

Debe ser todo un arte; esa especialidad periodística que consiste en buscar el meollo de la noticia, o la idea principal del discurso, o como un a modo de resumen del evento, para plasmarlo en una sola línea que sirva de título y se pueda poner en la cabecera, tiene que ser una encomienda sólo posible de realizar por profesionales de mucha categoría. Porque además ha de tener gancho, claro, que el negocio es el negocio.
Lo malo es que no siempre aciertan. Lo bueno… que te ahorran muchas veces seguir leyendo.
Últimamente debo haberme topado con periodistas en período de prueba, por culpa de las vacaciones claro, y han hecho los pobres lo que han podido. Para enterarme de las cosas he tenido que leer más de la cuenta. Valga por ejemplo el Sermón de las Siete Palabras de mi ciudad, que empecé a escuchar por la radio mientas conducía, y luego tuve que volver a él en letra impresa. «Arremete contra la “moral a la medida”», fue el encabezamiento en la prensa. Exactamente siete palabras, ¡qué tío! El canónigo dijo muchas cosas más, pero parece que ese fue el resumen… o el “anzuelo”. Luego está lo de la tele, otra homilía en Alcalá de Henares. Pero esa no la quise ni ver ni leer. Allá cada cual saque sus propias conclusiones. O que no las saque, que va a ser mucho mejor.
A mí me lleva mucho tiempo preparar las homilías que cada domingo o festivo dirijo a mi gente en la parroquia. Espero que no me saquen titulares al estilo de lo que vengo comentando, porque si ese va a ser el resultado final de mi trabajo, mejor improviso. Así no tengo que releer lo escrito para comprobar que lo que dicen yo no lo dije porque no está en el papel.
Claro que como generalmente no leo lo que tengo redactado, nunca estaré del todo seguro de no haber dicho lo que se dice que pude decir.
En fin, que me alegro de no ser importante, así no tengo que rectificar o desdecirme o reafirmarme, que también pudiera ser.
El domingo pasado, o sea el de Pascua, hice en público una afirmación que me tocó retirar porque mi gente me convenció de que era inapropiada además de falsa. Corteses y valientes que estuvieron para no callarse. Tuve que corresponder. Era obligado.
No. Hay cosas que no se pueden decir, punto. Y en público, mucho menos.

3 comentarios:

  1. ¿Y qué dijiste que fue tal mal recibido y que te hizo rectificar? ¡¡¡¡Pecador que eres un pecador!!! Madre mía, ni pensar quiero en lo que dijiste, alguna de esas cosas tuyas que te salen y ya está ¿no?.
    En correo aparte te digo más cosas. Besos y todo eso.

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  2. ¿Y nos vas a dejar con la intriga??
    Jooooooooooo, qué dirían mis ratones.
    Por cierto: muchas felicidades. Celebro que estés ahí y celebro haberte conocido. Felices 64!!

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  3. Mi mamá me enseñó que se dice el pecado, pero no el pecador. Como ya he dicho el pecador, el pecado ya no interesa. ;=)

    Gracias a las dos. Besos

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