Cuando llegó el
melenas y fue recibido por las autoridades del lugar, allí estaba él. Bien que
discretamente. De oscuro, siempre de oscuro, y con su boina. Y el cigarro entre
los dedos más que amarillos.
Y allí estuvo
siempre. Se diría que le cogió cariño desde el primer momento.
Fue pastor toda su
vida, incluso cuando ya no podía ni con los pantalones, y caminaba torpemente
embotado por el morapio. Esa fue su desgracia. O su dicha.
Vivía junto al
castillo, en una casa demasiado grande para él solo. Claro que su lugar natural
era el campo, el monte, el valle, el páramo. Allí se sabía señor y dueño. Por
allá se perdía cuando nadie sabía dónde paraba.
Le cogió cariño y le
cuidó. En realidad, se cuidaron mutuamente.
Pastor ya sin ovejas,
sin más objetivo en la vida que seguir tirando malamente, era el pobre de
solemnidad del pueblo, motivo de escarnio para unos, persona entrañable para
otros. Para el recién llegado, una sombra que se le pegó desde el principio y
no le abandonó más que cuando las cosas se hicieron imposibles y hubo que poner
tierra de por medio.
Café y cigarrillos,
setas y pollos, apenas algunas pocas provisiones para asegurar su subsistencia,
el tiempo pasaba entre los dos como si no tuviera ganas de correr, como si no
tuviera prisa, como si no hubiera otra cosa de por medio.
¡Cuántas noches, ya
tarde, llegaba el advenedizo de la gran ciudad, con el cuerpo roto de unas y
otras cosas, y se encontraba su casa caldeada porque Régulo había atizado la
gloria con amor y con ganas! Y el melenas se enternecía y casi lloraba de
agradecimiento.
A Régulo le hicieron
malas pasadas en primer lugar él mismo, que fue un calamidad; pero luego, y
también al mismo tiempo, aquel pueblo endiabladamente puñetero, donde uno de
fuera siempre era un extraño, aunque resultara buena gente. Osco hasta la
saciedad, el vecindario era tan poco hospitalario y acogedor con los de sangre
ajena como contemporizador e indulgente con los del propio linaje.
Pero Régulo era de
ellos, no tenía otras raíces. Y los conocía, vaya que los conocía. Por eso le
aconsejaba al de los pantalones lila que tuviera mucho cuidadín, que ojito con
lo que hacía y decía, que nunca se sabía por dónde iban a llegar los tiros.
Y también cuidó el
jardín. Sí, una nadería de rincón, dentro del patio encementado, donde dieron
en poner tierra y alguna que otra planta, siquiera por mostrar que aquella
vieja y enorme casa rectoral tenía alma.
Hombre de campo,
curtido en mil batallas, se movía silencioso. Conejos, pájaros de toda clase,
espárragos trigueños o lechuguillas silvestres, qué se yo, siempre tenía
aderezada una comida que qué mala pinta tenía, pero olía… divinamente.
A Régulo no le
faltaron en su tiempo pequeños donativos derivados de la matanza, que aún se
practicaba regularmente. No faltó quienes con él compartieron pequeñas
cosillas, en honor a los viejos tiempos. Pero era el cura el que, por oficio y
menester, ostentaba la plena autoridad en lo que a su cuidado se refiere.
Pero en realidad fue
un intercambio, más bien un mutuo y recíproco sostenimiento, del que ahora,
mientras espero que me extraigan el tercer molar, dicho sea cordial, puñetera
muela del juicio, hago recordatorio, porque se me ha venido a la memoria
aquella persona sencilla, callada, entrañable, bienaventurada, y siempre
cariñosa hacia mí que fue Régulo.
Deseo Miguel Angel que tu muela ya haya pasado a mejor vida si lo único que hacía es estorbar...
ResponderEliminarEsa frase de "muerto el perro se acabó la rabia"...ahora sería capaz de discutirtela...pero bueno, amigo, será en otro momento...
Quiero que sepas que Angel Garcia de "confesiones de un medico" me ha confirmado que viene a Barcelona y que Laura del Pozo, tambien le hace ilusión venir...
Despues de tanto mal rollo y de tanta miseria para "boicotear" el encuentro en Barcelona, no habrá nada ni nadie que lo impida....
He recibido hasta llamadas de telefono insultandome...creo que todo viene del mismo origen...tu ya me entiendes....observa quien aplaude y rie esas gracias tan poco elegantes...
Muchos coincidimos en quien está detrás de todo esto...
Cuidate esa dentadura...yo tambien porque ahora estoy que muerdo...
Un abrazo.
En ello estoy, Anna, y esa pieza, que además estaba muy deteriorada, ha pasado a mejor vida. No veas lo bien que como ahora sin estorbos.
ResponderEliminarEstoy enterado de quienes os encontraréis en Barcelona porque sigo ese hilo. Y también el otro, aunque es tan zafio que no sé por qué lo hago, quizás por ver quienes intervienen. No merece la pena prestarle atención.
Espero que comáis a gusto y departáis con sabor… El grupo que formáis dais para eso y para mucho más.
Ya me estoy imaginando qué video y que recitado te podrías montar… Ejem, ejem.