Al ver Jesús al gentío subió
a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos, y él se puso a hablar
enseñándoles:
Dichosos
los pobres en el espíritu,
porque
de ellos es el Reino de los Cielos.
Dichosos
los sufridos,
porque
ellos heredarán la tierra.
Dichosos
los que lloran,
porque
ellos serán consolados.
Dichosos
los que tienen hambre y sed de justicia,
porque
ellos quedarán saciados.
Dichosos
los misericordiosos,
porque
ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos
los limpios de corazón,
porque
ellos verán a Dios.
Dichosos
los que trabajan por la paz,
porque
ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos
los perseguidos por causa de la justicia,
porque
de ellos es el Reino de los Cielos.
Dichosos vosotros cuando os
insulten, y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad
alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, pues
así persiguieron a los profetas anteriores a vosotros». (Evangelio de Mateo 5,
1-12)
En la década de los 80, la sociedad salvadoreña sufrió una guerra
encarnizada que dejó más de 500.000 personas asesinadas, desaparecidas o
desplazadas. Al final de ese período, el 16 de noviembre de 1989 en el Campus
de la Universidad Centroamericana UCA, fueron asesinados para acallar su compromiso
intelectual y vital por la justicia y las mayorías populares, los jesuitas
Ignacio Ellacuría, Amando López, Juan Ramón Moreno, Joaquín López y López,
Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes y las colaboradoras de la comunidad Elba
Julia Ramos y su hija Celina Maricet Ramos.
http://www.uca.edu.sv/martires/new/indice.htm
Ignacio Martín Baró en su Comunidad de Jayaque |
Bienaventurado Nacho,
que tuviste la suerte de recibir
de esas manos endurecidas
el fruto del esfuerzo de quien
sólo tiene bajo el sol
un presente de sudores,
miedo, familia que alimentar,
y la Presencia que todo lo sostiene.
Bienaventurado Nacho,
que escogiste la mejor parte,
la del amor desmedido,
la de la entrega total,
la del corazón descentrado,
la del saber despreciado
por los sabios ignorantes,
la de la riqueza que nada ansía.
Bienaventurado Nacho,
que dejaste aquí
familia, posición y futuro;
y te abajaste para servir
con los bolsillos vacíos,
con sólo el corazón;
y te trasplantaron de patria
con la mochila repleta.
Bienaventurado Nacho,
que no moriste solo,
aunque esa muerte matada
no la deseabas aún, era pronto,
decías;
tu familia estuvo contigo,
tus familiares te siguen teniendo;
el pueblo que te adoptó
no consiente perderte.
Bienaventurado Nacho,
con la estola sobre el alba,
recibiendo la ofrenda presentada
por quien la trabajó con alegría;
el rito y la liturgia eran tu vida;
la oración, tu ciencia compartida,
tu sonrisa franca y espontánea;
tu mística, la liberación.
Bienaventurado Nacho,
santo sin peana ni corona,
que dejaste a la santidad del pueblo
contagiarte y transformarte;
de los pobres fuiste mensajero
implantando el Reino de Dios,
y los niños y gente sencilla
en ti encontraron consuelo y valor.
Bienaventurado Nacho,
y sus voces lo proclaman,
eres su mártir querido,
estás vivo en la comunidad;
Jayaque lo cantaba y lo reza:
tu cuerpo destruido
es semilla de esperanza,
tu espíritu en ellos
clama por la justicia y la paz.
Bienaventurado Nacho,
porque me hiciste dichoso
cuando tras la eucaristía
te dejaste llevar y traer
recorriendo calles y parques
que dejaste en la niñez;
volviste a retomarlos
y te vimos disfrutar.
Bienaventurado Nacho,
santo pequeño y cabal;
volviste salvadoreño,
pero hablabas castellano,
y tu voz y tu gesto eran
los de Juan bautizador;
no cambiaste el dicho claro,
al pan, pan, al vino, vino.
Bienaventurado Nacho,
te rezo al recordarte,
y lamento tu ausencia
ahora que en tu antigua casa
pintan bastos y muerte y maras
y sigue la pobreza y la emigración
y nada parece haberse logrado
tras tanta muerte y dolor.
Bienaventurado Nacho,
perdona la estupidez
de escribirte de esta forma;
no soy nada versoleador,
pero entre la emoción y el recuerdo,
ante la foto y tu gesto,
no he sabido articular palabra
salvo así, como lo ves, susurrando.
Bienaventurado Nacho,
no te impacientes, ya lo dejo.
Alicia, bien, a Dios gracias,
y lo demás por aquí también;
seguimos en la brecha roturando,
que los campos tienen hambre
y sed los cuerpos todos:
llegará la cosecha, seguro.
Los asesinos suelen estar al lado de casa, sólo hay que aprender a reconocerlos. Cuando dicen que el 15M son mastuerzos o perroflautas, o que no es que no encuentren trabajo sino que se niegan a trabajar. Cuando se nos exige pagar más por la deuda, cuando se nos exige capitalizar a los bancos pero se niegan 420 euros a un parado, cuando se exige rebajar los impuestos a los ricos, cuando se reciben comisiones de los contratistas, cuando nos olvidamos de Haití y Somalia, cuando cambiamos limosna por justicia,... Recordar a quienes se dejaron la vida por la justicia es una forma de hacer justicia y defenderla. Si se hace en nombre del dios justo y amoroso que ellos defendieron es una forma de reivindicar una forma de ser dios. Debiera servir también para abrir los ojos, los malvados están en casa y muchos nos piden el voto para el próximo domingo.
ResponderEliminarSiempre están en nuestros corazones.
ResponderEliminarEn aquel entonces, yo estaba en Managua y apareció una pintada en la UCA "CRISTO VIVE", todo el país se manifestó para pedir justicia.
Tu expresión, que es una prolongación de tu Ser, lo dice bonito y amoroso. Gracias por traerlos años tras años.
Un abrazo.
Un generoso recuerdo Miguel Angel, con mi respero a los muertos por una causa...
ResponderEliminarUn abrazo.
Mi recuerdo y mi empeño, desde él, de seguir luchando por el Reino. Un abrazo.
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