¡Qué verde era este valle! Un encuentro en Palacios del Alcor


Ya avisé que tenía una boda en Palacios del Alcor, y que debía documentarme. Estuve, y me enteré. Lo que vi, lo cuento.

Este valle se abre hacia Astudillo, pero no hace falta llegar a él, sólo saber que está un poco más allá. Ahora abunda en el verde, pero lo que aquí se espera es el amarillo de la madurez, y como apenas se alcanza, el caserío languidece.


Tras atravesar todo el pueblo, dos hileras de casas a sendos lados de la carretera, la iglesia aparece entera, una mole enorme de piedra. Claro que está tan encima de ti que casi no la puedes ver. Hay que bajarse un poco, distanciarse y enfrentarse a ella tal que así.


De esta otra manera también se puede, pero sólo un cacho, aunque sea el principal.


Lo que aquí dice ya lo dije en mi anterior mensaje, de modo que ni lo repito ni lo amplío. Es agua pasada.


Según se entra se das de bruces con la pila bautismal. La de almas que habrán pasado por las aguas sobre ella. Suponerlo es más que suficiente, ¿para qué indagar en los libros de bautismo parroquiales?


Giras a la derecha, que es lo normal, y allá adelante está el presbiterio y el retablo. En conjunto, completo.


Te acercas, y Santa Julita y su hijo San Quirico, los patronos del pueblo, esperan cortésmente a que les digas ¡hola! ¿Cómo estáis? Que es lo correcto al llegar a cualquier casa.


San Isidro también te reclama. No en vano este pueblo es agrícola, y del campo y sus trabajos sabe, y también necesita. Otro saludo.


Si ahora te giras y miras para atrás, ves el coro, y el lucero, ojo de buey lo llaman. Y hasta un farol. Seguro que de la fiesta del verano.


Si bajas la vista un poco descubres que no estás solo. Algo bueno va a empezar.
Y empezó, tuvo su desarrollo natural, se hizo lo que tenía que hacerse, cada quien lo suyo y todos lo común. Salió redondo.


¿No querían estar solos? Pues casi lo consiguen. Tres distancias para un mismo instante, la escena final.


Luego fue pasando el tiempo lentamente; se comió, se brindó, se gritó, se bailó y llegó el instrumento: un flamente violín…


Y una sonrisa a dúo, con monaguillos y monaguillas, para seguir la tradición.

Ellos con toda seguridad serán felices, y comerán perdices, es lo suyo y es también lo que pretenden. Pero yo, que soy muy raro, no me quitaba del magín el pueblo donde se han casado. Allá quedó. Y también la iglesia, cerrada hasta otro año, cuando las fiestas de los patronos, Santa Julita y San Quirico. Y la ermita, y este crucero,


y este Cristo, al que saludé desde el ventanuco de la puerta,


del que me despedí antes de salir del pueblo, desandando, recorriendo al revés la única calle que tiene, una carretera por la que pasan, como a cuentagotas, automóviles, camiones, tractores y poco más.


Sí, allí quedó un pueblo que tuvo vida y escuela, que careció de ayuntamiento, y que ahora ya no tiene quien lo cuide cuando los lugareños pensaron que aquello, ¡no era ya vida!

5 comentarios:

  1. Creo que has regresado con cierta nostalgia. Por lo visto todo bien,los novios felices y tu satisfecho de tu trabajo bien hecho.
    El pueblo es hermoso.
    Que sigas bien.

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  2. ¡Cómo voy a regresar Anna de mi tierra, si está despoblada!
    Una región de un tamaño como casi toda Cataluña con apenas veinte mil habitantes… ¡Ay, Tierra de Campos! Participa de las provincias de Salamanca, Zamora, Valladolid y Palencia, pero mucho campo y pocas nueces.

    ¡Sigue recuperándote!

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  3. Esto me pasa por leerte desde la última entrada y bajar. Me acabo de enterar de que la iglesia está bajo la advocación (¿se dice así?) de "santa yo" en diminutivo, que es como tú me llamas y muchas gente más, así que no puede fallar serán felices sí o sí, así es como se dice ahora para asegurar que lo que sea pasará. En fin, ya me estoy pareciendo a ti en la entrada anterior, no se entiende nada. Lo dicho, besos

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  4. Miguel Ángel, también Tierra de Campos coge parte de la provincia de León y cada vez menos nueces como bien, al paso que vamos.

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  5. Julia, fíjate tú qué cosas; Santa tú y San Quirico, que no es un gallo precisamente, sino el hijo de la susodicha.
    Y no me diga que no entiendes nada, porque está clarito, clarito. Lo dicho, besos.


    Jose Luis, cachis, me salté León, pues claro que sí. También León tiene Campos. Y además muchas cosas más, a partir del Páramo hacia arriba, hasta Ancares por un lado, y Caín por el otro. Y en medio, todo un mundo. Pero sabes qué te digo, que quien tuvo, retuvo. Ya verás cuando empiece el retorno…

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