¿No es alucinante?

Para levantarme la moral, que la tenía algo caída, ha llegado Ramón con esto,

y me ha puesto las pilas. No hay como una sonrisa de vez en cuando.

Esto me recuerda que el otro día, hablando con el guardia de mi barrio, Israel, vimos a una mamá vecina que iba en una bici con su chachorrilla tal que así:

Y se lo señalo con el dedo y él va y me dice que ya la había visto antes y que la había parado. No la multarías, dije yo. No, hombre, respondió el municipal; la avisé de que a lo mejor no estaba homologada la bici y si tenía algún percance no la acogería ningún tipo de seguro.

Me paseo ahora por la red y descubro que en bicis hay de todo. Para reír y hasta para llorar.

Sírvame esto de relax, en un día en que tengo cita con mi dentista favorita, Elena; que tengo una de las muelas del juicio que lo ha perdido por completo y me tiene des-juiciado. Así que cogeré mi bici, mi casco y mis cascos, y me iré para allá tranquilamente, pedaleando:

Y que conste que he sido moderado, porque a cosas raras, raras-raras, raras de verdad, no hay como ver la propia realidad:

 

Pero si es por cachondeo, lo del carril bici no tiene límite. ¡Qué imaginación! ¡Qué derroche de ingenio! ¡Qué eficacia! ¡Vaya tomadura de pelo!

¡Clin! ¡Clin! ¡Clin!¡Que os pillooooooooooo!

Finalmente, este reportaje sobre el asunto en cuestión en mi ciudad. Merece la pena.