¡Qué susto!


Esta mañana he recibido un correo por email que me ha sobresaltado. Se trataba de un aviso para reenviar dicho mensaje a un número determinado de usuarios de Internet, con el fin de probar que se mantiene activa la cuenta abierta en Google. En caso contrario, el propietario de Google cancelaría la cuenta.
Se daban unas razones que en principio parecían verosímiles, aunque en este tipo de correos encadenados uno ya está un poco escamado.
Tenía que haberme asegurado, acudiendo a la dirección que se ofrecía www.google.com. En lugar de eso empecé a pensar la cantidad de material que tengo aquí metido, todo ello prácticamente irrecuperable en caso de cierre. Y me asusté.
Con esta son 638 entradas colocadas, que yo llamo cabezona y obtusamente artículos. Es verdad que muchos son copia de otras cosas que ya están por ahí. Otros son avisos con motivo de algo que ya pasó. Pero hay bastantes que reflejan mis pensamientos, estados de ánimo y reflexiones que han surgido sobre la marcha, en Internet y en mi vida personal. Y no hay copia. Ni sé cómo hacerla.
Últimamente guardo el texto de cada artículo, que previamente escribo en Word. Pero el formato y las fotos, muchas propias, no.
Y la verdad, sentiría quedarme ahora sin nada.
El caso es que tras un rato largo disgustado por lo que podría ocurrir, me entretuve haciendo cosas por la casa y también fuera. No quería pensar en ello. Y dediqué toda la mañana a una actividad necesaria, pero alocada. Más bien, diría yo, evasiva.
Poco antes de comer, indago y veo que se trata de un bulo. Ni nos van a pedir que hagamos cadena, ni nos van a cobrar por tener cuenta en Google, ni nos van a cerrar nada.
¡Uf! Se pasó el susto. Ya sería mala sombra empezar junio con esta amenaza sobre nuestras cosas en la red.
Esta noche, para no variar, dormiré a pierna suelta. ¡Hasta mañana!

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