La utopía sirve para caminar


Este mayo llegó, y nada hacía sospechar que lo que empezó como el rosario de la aurora, podría terminar como una aurora de rosarios. Me explico. La realidad es como es, y no hay manera de cambiarla, pero a veces salta el milagro.
Recién beatificado el papa anterior, nos enteramos de la muerte de un terrorista mundial, ajusticiado por la vía rápida, con dos. Todo el mundo seguía aplaudiendo, que ya había empezado a hacerlo en Roma.
Luego, o durante, o antes-durante-y-después, tuve primeras comuniones por ración séxtuple, que es mucho. Realidad con una pizca de esperanza apuntando a que puedan ser las cosas mejores.
A continuación murió Camino, que estaba tan claro como el agua, a pesar de que su coraje y entereza nos hizo creer a muchos que con ella eso era imposible. Alrededor de Camino se vivió claramente que el futuro no es gratis, pero existe. Y este presente para allá apunta.
El 15M y su grito Democraciarealya fue real, ahí aún se puede ver, en Sol y en mil plazas más. Y que dure, para que tenga consecuencias.
El 22M no ha sido sino un golpe seco de realidad. Esto es lo que hay.
No podía terminar así este mes, el florido y hermoso, el de los nublados sin avisar y “chapoteros”, el que ha reventado este año con una vegetación por doquier. [Tengo el jardín hecho un auténtico mar de flores].
Termino, pues, y lo hago lo mejor que puedo. Con palabras de Eduardo Galeano, que ya le he cogido el gusto, y me apetece un montón.
«Estando en Cartagena de Indias, en la Universidad, dando unas charlas junto a Fernando Birri, un gran amigo mío, director de cine argentino, un estudiante le preguntó para qué sirve la utopía. Yo lo miré con lástima; dije ¡huy!, qué lío ahora. Y él contestó estupendamente, de la mejor manera. Dijo que la utopía está en el horizonte. Y dijo: Yo sé muy bien que nunca la alcanzaré. Que si yo camino diez pasos, ella se alejará de mí diez pasos. Cuanto más la busque menos la encontraré, porque ella se va alejando a medida que yo me acerco.
Buena pregunta, ¿no? ¿Para qué sirve? Pues la utopía sirve para eso, para caminar.»



¿Qué tal si deliramos por un ratito? ¿Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible?
El aire estará limpio de todo veneno que no provenga de los miedos humanos y de las humanas pasiones.
En las calles, los automóviles serán aplastados por los perros.
La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por el ordenador, ni será comprada por el supermercado, ni será tampoco mirada por el televisor.
El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas.
Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir no más, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega.
En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo.
Nadie vivirá para trabajar, pero todos trabajaremos para vivir.
Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas.
Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas.
Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos.
Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas.
La solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie, nadie, tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo.
La muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes, y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero.
La comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos.
Nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión.
Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle.
Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos.
La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla y la policía no será la maldición de quienes no pueden comprarla.
La justicia y libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda.
En Argentina, las locas de plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.
La Santa Madre Iglesia corregirá algunas erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo.
La Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: "amarás a la naturaleza, de la que formas parte".
Serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma.
Los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos se desesperaron de tanto esperar y ellos se perdieron por tanto buscar.
Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de belleza y voluntad de justicia, hayan nacido cuando hayan nacido y hayan vivido donde hayan vivido, sin que importe ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo.
Seremos imperfectos. Porque la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses, pero en este mundo, en este mundo chambón y jodido, seremos capaces de vivir cada día como si fuera el primero y cada noche como si fuera la última.

P.D. Felizmente puedo decir y digo que este texto sí pertenece a Eduardo Galeano. Y lo afirmo sin sombra de duda alguna porque él mismo lo recitó un día en TV3 y yo lo escuché.

5 comentarios:

  1. "Serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma"... ¡Qué preciosa estrofa!. Delante de la hoguera sonaba así:
    ..."y los campos desiertos volverán a granar, unas espigas altas dispuestas para el pan"...
    Hermosa Utopía, hermoso poema y precioso mensaje.
    Un saludo.

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  2. Sí, Javi, la utopía se puede expresar de muchas maneras, cada tiempo tiene la suya. Galeano lo hace muy bien, pero a mí me sigue gustando mucho la de Labordeta, con su voz fuerte y sonora, y todos acompañándolo junto al fuego, ya mortecino, al final de una jornada.
    Un abrazo para todos

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  3. También, emejota, también esa vale. Y ya puestos, el coro de esclavos de Nabuco. Aunque antigua, es actual.

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  4. Anda quye blogger me tiene contenta...ahora resulta que no puedo publicar con mi cuenta. En fin.
    Decía que Amén: y que actuemos siempre como si ese delirio fuera posible.
    Carmen
    http://creciendoybuscando.blogspot.com/

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