Si contamino, a mí qué.

 
En uno de los rincones de mi parroquia, junto al río, existía desde tiempos antiguos la fábrica de levaduras. Anteriormente hubo allí una alcoholera, que fue lo que dio nombre a la vía pública que paralela al Pisuerga la recorre toda, de norte a sur.
En un momento dado, puede que haga veinte años, obligaron a depurar las aguas residuales, que hasta entonces vertían directamente al río. A tal efecto, dirigieron el tubamen de sus residuos hacia los límites con la vecina Simancas, y justo en la misma raya levantaron estos dos cilindros de tamaño natural.
La conducción subterránea de tal aliviadero cortó por lo seco todos los manantiales, o bastantes, y corrientes de agua freáticas que alimentaban estos campos. Consecuencia: la mayor parte de las fincas de esta zona quedaron inservibles. Que se lo pregunten, por ejemplo, a Ignacio y Laura, que desde entonces son emigrantes, porque sin campo no saben vivir, no son personas. O a Ele y Mariano, que las flores que trajinan ahora son de importanción, porque propias, ya imposible.
Ahora, el ayuntamiento ha convenido con la empresa cambiar de aires, y llevar la planta de producción a otra parte. En esas tareas están, demoliendo y saneando los terrenos para que puedan ser construibles y habitables.
La fábrica ya está finiquitada. Esta foto es de hace unos días, y así iba a demolición.

A día de hoy ya no queda piedra sobre piedra. Ahora falta por tirar al suelo la planta depuradora.
El otro día, al salir con mis amigos cánidos, descubrí que el cilindro más pequeño ya no existía, era un escombro.
Hoy se ha despertado el sol contemplando como al cilindro grande le estaban quitando la capa de pintura o lo que sea que lo recubre por el exterior. Grandes máquinas y grúas rodeaban el cimborrio.
De pronto, una humareda bestial ocupó gran parte del cielo. Accidente o no, el caso es que alguien habrá pensado que quemando la sustancia la cosa se aligeraba en el tiempo.
El resultado es como se ve.
Como no tenía máquina a mano, tomo una foto de Internet que más o menos expresa lo que yo vi.
A continuación, pasado un rato, sonaron bocinas y alarmas. Supongo que alguien avisó, y los bomberos se pusieron en acción.
Esto es lo que ha sido. Quien contamina, no se para en barras. Total qué más da si nuestro aire está un poco más sucio. Y a las patatas que por aquí están brotando, una vez fritas, quién va a pensar en lo que les ha caído encima.
El futuro campo de golf nacerá, sin duda alguna, y sea como sea, parecerá un oasis. Ya se encargarán de que así sea, dinero no va faltar.
Pues eso, que da un gustirrinín algunos días levantarse de la cama…

1 comentario:

  1. Hola Míguel, cada vez que entro a visitarte empiezo, como es lógico, por lo más actual. Hoy va de "desastre natural", o mejor dicho, de ataque sin paliativos al medio ambiente. Y siempre pasa igual cuando pasa lo mismo. Estos que han hecho el trato con el ayuntamiento serán de la misma ralea de otros muchos que todos nos sabemos; con ello ambos, el ayuntamiento y los amos contaminadores -antes, mientras y después- harán un buen negocio y nadie les pedirá responsabilidades por lo hecho y al ayuntamiento por haberlo permitido (si no favorecido) volverán a votarle el próximo 2 de mayo. Qué coraje y qué coraje... dos veces. Y van .... tropecientos negocios en toda España de empresarios que (perdona Míguel) irán cada domingo a la iglesia a darse golpes de pecho pero a Dios rogando y con el mazo dando. Me juego el cuello que son de esta índole de "ciudadanos".

    No seguiré porque me irritan mucho y diré más incorrecciones de las que debo.

    Besos y sigo leyendo lo atrasado....

    ResponderEliminar