Ocupando la calle, que es mía

 
La cosa de hoy trata de mi barrio y de coches, o sea, de cómo y donde dejarlos parados y que no estorben. En suma, de la falta de aparcamiento.
Viene de lejos este asunto, porque este barrio nació entre majuelos, olivares y patatales. Digo yo que también había maizales, zanahoriales, lechugares y tomatales, porque por esta parte de la ciudad el terreno se presta para huertas.
Alguien parceló su finca, vendió los trozos y apenas dejó calles, porque ni falta casi que hacían. El que más, una mula, o una bicicleta. El resto, unos ratos a pie, y otros andando. Autobuses entonces por aquí, no se conocían.
Llegó la modernidad, y la automoción. Ahora casi de media tres vehículos a motor por casa. Total, que no hay donde dejar los autos.
Soñaron los vecinos con que al urbanizarse el contorno, la zona exterior pudiera servir de aparcamiento extra para el barrio, pero dijo el Ayuntamiento que nones, que jardines con césped, que agua tenemos de sobra, y que aceras también bien anchas, para que pasee el personal.
Así que tenemos un déficit muy superior. 
Servidor se hace el ingenioso, y entre el patio jardín parroquial y los chirimbolos en la calle, consigue que los cultos de postín tengan algún alivio. Pero cuando viene el mogollón, es decir, llega la chiquillada a catequesis y sus papás y mamás, -porque los abuelos suelen venir andando-, van a estacionar sus vehículos, se encuentran con el guardia de barrio que les dice que no se puede, que es peatonal y que ahí no.
Al tal guardia no le importa si pongo o no chirimbolos, como tampoco le importa si aparcan delante de la iglesia para irse a tomar un cafelito; y eso a pesar de las señales que ha colocado su propio jefe. Dice que lo importante es dialogar, y que él no está ni para poner multas ni para llamar a la grúa.
Pero sí estuvo muy atento este invierno, cuando empezaron a llegar vecinos a sus casas nuevas en la plaza que dicen porticada, aunque ni tenga columnas, ni pórticos, ni sea propiamente plaza. Para él es zona peatonal y si alguien quiere acercarse a su puerta para descargar una lavadora, su presencia sola ya asusta y aventa esos malos pensamientos.

No obstante en la parte contraria, y justo detrás de la iglesia, hay una hilera de coches que llevan ahí parados, qué digo, clavados al suelo, la friolera de dos años. ¡Dos años!
«Israel, oye, esos coches…» «No me digas nada, "Miguél"». [Porque para él yo sólo tengo mi primer nombre y con carga en la e, que eso marca distancia.] «Ya lo sé. Pero conozco a esas personas, y están pasando un mal momento. Está todo controlado».
Y no consigo más de él.
Como estoy hasta las narices de que sólo llame la atención a quienes vienen a la iglesia, a lo que sea; o a la puerta del colegio público, cuando los padres van apretados de tiempo por llegar bien al trabajo; y porque si llamo a la oficina municipal de reclamaciones me remiten a mi policía de barrio, hoy hago esta denuncia en mi propio blog, donde además me reservo el derecho al pataleo.
Ahí están los vehículos de la discordia. Ya digo llevan dos años sin moverse, y ocupando espacio donde en momentos especiales es necesario.


Este camión pertenece a la empresa que ajardinó la zona. Aparcado ahí desde entonces, sirvió en su momento para guardar las herramientas propias de los menesteres que en aquel tiempo se desarrollaron. Vacío, no sé si porque devolvieron al almacén los utensilios o porque los robaron, ya no hace ninguna función, salvo estar parado. Y ocupar espacio público.


Este otro lleva menos tiempo, pero a juzgar por la mancha en el suelo, ni gasofa ni aceite tiene en su motor. Ignoro a quien pertenece, ni me importa. Pero sospecho que el guardia sí. Pero se calla.

 
Y este último es para sacarlo en internet. No sólo se falta una rueda delantera. Además carece de matrícula anterior. Y es tal la inmovilidad prolongada que soporta que bajo su hermosa estructura está creciendo la hierba, y eso que hay cemento.

 
Ninguno de estos tres se ha movido del sitio en todo este tiempo, dos años, repito. Ninguno ha pasado la ITV. Ignoro si pagan rodaje. Y estoy por asegurar que tampoco tienen seguro a terceros. Ni falta que les hace. Ya lo pagamos los demás.

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