Membrilleando en mi cocina



Del árbol de los membrillos y del cajón de frutos que recolecté poco quedó, que cuando hice el reparto que ya comenté apenas sí resultó algún ejemplar esmirriado o defectuoso por okupas inoportunos. De modo que ya estaba resignado a no hacer este año la conserva de que me nutro en mis desayunos mañaneros.

Pero alguien llegó con un fardel de no sé dónde. Eran membrillos. En los huertos se dan muchos frutos; unos se usan directamente, a mordiscos; otros, apenas necesitan una sencilla condimentación; pero algunos, como los membrillos, requieren tomarse más molestias. Y hay gente que no está por la labor. Así fue como me llegó una cantidad de membrillos ajenos, y como "a equino donado no le debes periscopear el incisivo", los junté a los que me quedaron sobrantes del reparto y decidí meterlos en mi cocina, que algo se me ocurriría.

Lo primero, quitarles la pelusa. Porque el membrillo es lo que tiene, que hay que cepillarlo. Una vez hecha la limpieza, aparece su piel amarilla de un brillo preciosísimo. Helo ahí:




A continuación los troceé, quitando el corazón y la parte cavernosa que los bichitos habían construido a lo largo de todo el verano, trabajando afanosamente bajo la piel, hasta salir al exterior y largarse en busca de otro lugar donde anidar.

Los trozos sanos los cocí en el microondas, que no es cuestión de estar en los fogones toda una mañana. En poco más de una hora quedó el asunto preparado para añadirle el azúcar, y terminar el proceso.


Finalmente, la pasta resultante fue introducida en estos frascos en espera de encontrar el momento de empezar a degustarse.


Seis hilos, 6, que debidamente etiquetados, pasarán a un posterior reparto, que también en este último estadio de proceso tiene lugar. El resultado es que me quedará un par de tarros para mi gasto particular.

Si a esto añado lo que me regalen, ya tengo mermelada para una buena temporada.


No salgo yo en las fotos porque con el mandilón que me cubre no estoy nada fotogénico. Tal vez en otra ocasión, me lo pienso, y me pongo.

3 comentarios:

  1. No tiene mala pinta ese dulce, vas a tener que aumentar el tiempo de natación.

    Un saludo.

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  2. Hummmm... mi madre nos los hacía hervidos con azúcar para postres, como las manzanas, qué ricos!!!

    Saludos.

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  3. Hola Míguel, que dice Laura que si quieres te manda unos cuantos o mejor que si quieres venir a buscarlos te esperamos con una buena fogata; esta misma tarde he visto sus dos membrillos y tienen un buen montón de frutos. Estoy con ella en su casa, ya sabes, y con Ignacio claro está.
    He de decirte que te ha salido de rechupete la mermelada de membrillo, pues que te aproveche y a quienes tengan la dicha de recibir uno de los frascos.

    Besos y de parte de los de esta casa, otro más.

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